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COLUMNAS

Los polos de la virtud

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Diego S. Garrocho Salcedo
Revista Nuestro tiempo

La polarización ya no es lo que era. En un tiempo en el que todo el mundo clama en su contra, merecería la pena, así fuera como intento, ensayar una posible apología de esta expresión contemporánea del enfrentamiento verbal.

Sabemos que ya no amamos (ni odiamos) como solíamos, que la crispación pública y mediática se ha visto agravada por la intoxicación de las redes sociales y sospechamos, haríamos mal en no hacerlo, que detrás de cada tecnología se esconde una nueva forma de dominación política. Pero debemos ser sinceros. La polarización nos molesta, sobre todo, porque nos ocurre como con el infierno de Sartre: los que polarizan y tensionan son siempre los otros.

Nunca somos nosotros los que cometemos excesos ni son nuestras las ideas que asedian la posición de los interlocutores. La defensa legítima de nuestras posiciones jamás nos resulta hiriente, y la agresividad o el ruido se exhiben siempre como atributos del adversario.

No llegaré a alinearme con Heráclito, para quien la guerra era el padre de todas las cosas, pero sí creo que existen virtudes civiles que solo se ejercen en el enfrentamiento y en la fecunda oposición de ideas.

El hombre es un animal que duda.

Nuestra tradición filosófica asienta sus raíces en el diálogo platónico, que encarna la sublimación de un desacuerdo, y las universidades medievales consagraron la disputatio como un instrumento imprescindible para la indagación y el conocimiento.

Las ideas no solo se cultivan a través del contacto armónico y mullido sino que germinan y florecen mediante la oposición lealmente instruida. Por eso es de justicia recordar que en el debate, como en la guerra, también existen las reglas. E incluso formas de cortesía y ocasión para la elegancia.

Lo que está degradando el régimen de nuestra palabra pública no es tanto la polarización como la mediocridad de los polos. Nada nos impide concebir un espacio público de deliberación donde los contendientes aglutinaran fortalezas y virtudes, principios y recursos de seducción que nos hicieran capaces de amar a un contendiente y a su contrario.

Así ocurría en los duelos homéricos, en los que uno nunca sabe del todo por qué héroe habrá de tomar partido, y así imaginamos que sucedían las remotas justas literarias, en las que ambición y vanidad servían para preñar de tino e ingenio a la producción del escribiente.

La oposición de ideas no es solo una consecuencia de lo político sino que se distingue como la condición de posibilidad de su más alta dignidad. Recordemos, por ejemplo, que Aristóteles en su Política no describía el logos como un puro instrumento comunicativo.

Si somos animales de razón, en verdad lo somos por cuanto conversamos (disputamos, debatimos…) acerca de lo justo y lo injusto. Pedimos la palabra, damos la palabra e incluso, a veces, también la perdemos.

Dos amigos lo resumieron en el certero título de un libro: somos seres de palabra. Pero lo somos de la buena como también lo somos de la mala. El hombre es un animal que duda y esa duda, habremos también de recordarlo, es el alimento que nutre su creencia.

Es más que probable que el arraigo identitario de nuestros valores (somos aquello en lo que creemos) justifique la vehemencia con la que tantas veces defendemos nuestras ideas. Pero si la valentía debe apreciarse como una virtud civil, y así lo era en sede griega, la generosidad para exponer nuestras creencias a la crítica habrá también de describirse como una forma de excelencia.

Colaborador DCA
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COLUMNAS

El informe Draghi y la banca

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Antonio Carrascosa 

Profesor del Máster en banca y Regulación Financiera

El reciente informe sobre el fu­tu­ro de la competitividad de la Unión Europea liderado por Mario Draghi ha tenido mucha repercusión en los medios europeos.

En este artículo nos vamos a centrar en su análisis del sector financiero europeo y, especialmente, de la banca, y sus propuestas de reforma.

Otros problemas son el menor uso por los bancos europeos de la titulación de activos.

El informe constata un bajo nivel de financiación de la inversión en Europa. ¿Cómo se explica ese bajo nivel? Básicamente, por unos mercados de capitales en la Unión Europea muy fragmentados y, consecuentemente, por un “excesivo” papel de la banca en dicha financiación (además de un menor desarrollo de los planes de pensiones; algunas limitaciones a la inversión a largo plazo de compañías aseguradoras; un elevado coste de la inversión en activos financieros por particulares; etc.).

Comparando la banca norteamericana y europea, según el informe, la primera tiene mayor tamaño, menores costes y una mayor rentabilidad.

La rentabilidad sobre el capital (ROE, por sus siglas en inglés) de la banca norteamericana es persistentemente mayor que el de la europea, y la relevancia de las comisiones (especialmente, las ligadas a operaciones en los mercados financieros) en la banca norteamericana es el factor explicativo esencial.

¿Qué problemas tienen los bancos como financiadores de empresas innovadoras, especialmente si son de nueva creación? Su accionariado suele ser relativamente averso al riesgo, lo que no favorece la financiación de dichas empresas, especialmente a largo plazo, cuando pueden no registrar flujos de caja positivos durante varios años y no disponen de garantías tangibles que aportar en una financiación vía deuda; los bancos no están acostumbrados a identificar las start up con proyección y gestionar el riesgo de crédito que suponen; este tipo de empresas necesitan una proporción elevada de capital; el peso de los depósitos bancarios (muy volátiles en momentos de incertidumbre sobre la calidad de su balance) ha generado una regulación prudencial que limita significativamente la inversión bancaria en activos de mayor riesgo; etc.

Otros problemas, según el informe, son el menor uso por los bancos europeos de la titulización de activos y la implementación completa de Basilea III en la Unión Europea, que puede ser una fuente de desventaja competitiva con respecto a la banca norteamericana, al haber decidido las autoridades estadounidenses posponer dicha entrada en vigor.

Propuestas de reforma. Además de un mayor desarrollo de la titulización y de una necesaria valoración de la carga regulatoria de las entidades, el informe propone completar la unión bancaria como vía para reducir la fragmentación de la banca europea y aumentar su tamaño, eficiencia y rentabilidad.

En concreto, el informe propone la eliminación de competencias de las autoridades nacionales de supervisión y resolución sobre bancos con actividades transfronterizas significativas (generalmente, los de mayor tamaño). Esto evitaría episodios de ring-fencing, en situaciones de crisis, afectando a filiales transfronterizas de un mismo grupo bancario.

En este apartado, el informe señala que habría que crear un sistema de garantía de depósitos (SGD) diferente para ese grupo de bancos transfronterizos gestionado de manera centralizada. Para el resto de entidades podrían mantenerse los actuales sistemas de garantía
nacionales.

Colaborador DCA
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COLUMNAS

Juan José Arévalo Bermejo (1904-1990), fascismo, neofascismo y autoritarismo (III)

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Oscar Peláez Almengor, Ph.D. (Tulane University, 1996).

Profesor Titular XII

Centro de Estudios Urbanos y Regionales

Universidad de San Carlos de Guatemala

En pleno siglo XX, posteriormente al derrocamiento de la Revolución de Octubre en 1954, se sucedieron varios gobiernos con tintes autoritarios, como el del coronel Carlos Castillo Armas (1914-1957), asesinado en la misma casa presidencial.

Fue presidente de la república de 1954 a 1957; posteriormente, el régimen del general Carlos Manuel Arana Osorio (1918-2003), presidente de 1970 a 1974; los también militares Kjell Eugenio Laugerud García (1930-2009), presidente de 1974 a 1978, y Fernando Romeo Lucas García (1924-2006), presidente de 1978 a 1982. El general Efraín Ríos Montt (1926-2018), presidente de facto entre 1982 y 1983, instaló los “tribunales de fuero especial” para juzgar y condenar subversivos, negándoles derechos legales.

Una pléyade de criminales le debe al país más de 250,000 muertos y desaparecidos.

Como ellos, una pléyade de criminales que le deben al país más de 250,000 muertos y desaparecidos. La eliminación física de sus oponentes políticos fue moneda corriente; la organización de escuadrones de la muerte y la desaparición de militantes políticos de izquierda estuvo a la orden del día. Esto, con el asesoramiento y guía de oficiales estadounidenses bajo la cobija de la “Guerra Fría”.

Pero el presidente Juan José Arévalo Bermejo lo había vislumbrado claramente cuando señaló: “Solo quiero expresar gratitud pública a dos estamentos de la vida nacional. En primer lugar, a los trabajadores y campesinos de todo el país.

Fueron ellos los que me inspiraron desde 1944, cuando aún no estaban organizados sindicalmente, las superiores directivas de la revolución guatemalteca. Fueron ellos los que, mostrándome sus espaldas cruzadas por el látigo de los jefes políticos o de los mercaderes, me indicaron la monstruosidad de los regímenes del pasado y el camino donde podíamos impedirla.

Y fueron ellos los que en los días y en las noches de los seis años palpitaron y velaron conmigo las angustias de la revolución, ofreciendo sus brazos y su sangre cada vez que los cartagineses se presentaban a las puertas… el grito de las mujeres, de los trabajadores, de los niños —grito de dolor y de esperanza—, me indicó nuevas rutas en el horizonte y me confirmó en la voluntad rectilínea de servir a la nación sobre todas las cosas.”

El fascismo, el neofascismo y el totalitarismo aún perviven en la mente y en el corazón de muchos, y deben ser desterrados a través de su conocimiento, por los costos humanos y materiales que han causado a la humanidad y especialmente a Guatemala.

Colaborador DCA
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COLUMNAS

El ADN censor de la élite económica

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Raúl Figueroa Sarti
[email protected]

Recientemente, en su columna de “El País”, Irene Vallejo expresó: “Con intolerable osadía, las bibliotecas públicas cobijan en su silencio la algarabía de las innumerables voces. Proponen un pacto que protege todas las disidencias: tenemos derecho a elegir lo que leemos, pero no a imponer qué libros eligen libremente los demás”.

Más o menos en los mismos días en que se publicaba esta columna, en Guatemala, en la biblioteca del Banco Industrial en la zona 4 de Guatemala se realizó la “Primera Feria del Libro de Biblioteca BI”.

”Proscribir un libro, cualquier libro, es una forma particularmente ingenua de barbarie“. Irene Vallejo

Los expositores participantes debían firmar una “Carta de compromiso para proveedores Feria del Libro” que en su cláusula 7 dice: “Temáticas de libros. Por el grupo objetivo del evento, se deberá evitar exhibir y vender materiales relacionados con los títulos que tengan alguna connotación política extremista o sesgos políticos, contenido religioso controversial o temáticas sexuales explícitas”.

Aunque no es sorpresa que una institución tan representativa de la élite económica guatemalteca sin ningún recato censure la venta de libros que no son de su agrado, no por eso debe dejar de denunciarse tal hecho, y destacar que el mismo es una expresión más del miedo a las ideas. 

Recordemos algunos hechos recientes: en 2011 los directivos de la Cámara de Industria quisieron vetar la presentación en Filgua del libro “Crimen de Estado. El caso Parlacen”, escrito por el periodista Lafitte Fernández, porque en el mismo se alude a la responsabilidad que en ejecuciones extrajudiciales tuvo Carlos Vielman, expresidente de dicha cámara.

Más recientemente, también sin ningún recato, Javier Zepeda entonces director ejecutivo de la Cámara de Industria, ahora embajador de Guatemala en República Dominicana– expresó a directivos de la Asociación Gremial de Editores que si aceptaban ceder la marca de Filgua, la Cámara “les daría permiso” de usarla a cambio de “dos plazas en el comité organizador con derecho de veto”. La carta de compromiso aludida no es nada nuevo, pero tiene la virtud de dejar plasmada en un documento escrito esa vocación censora.

Para terminar, unas palabras también de Irene Vallejo: “Proscribir un libro, cualquier libro, es una forma particularmente ingenua de barbarie”.

Colaborador DCA
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