Comunícate con nosotros al 1590

COLUMNAS

La electricidad en Guatemala (XXXI)

Publicado

-

Rodrigo Fernández Ordóñez 

Director Presidente Comisión Nacional de Energía Eléctrica [email protected]

Como quedó apuntado en la entrega anterior, un mes después de aprobada por el Congreso la Ley General de Electricidad (LGE), en el Palacio Nacional se firmaban, como culminación de un largo proceso de negociaciones, los Acuerdos para una Paz Firme y Duradera entre el Gobierno de la República de Guatemala y la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG), que pusieron fin al enfrentamiento armado interno de 36 años. 

La LGE y sus reglamentos abrieron una nueva estructura para el subsector eléctrico, más adecuada para las demandas sociales de la época, de la situación económica y de infraestructura de la que emergía el país luego de la guerra económica y de sabotaje desarrollado por la URNG en la última década del enfrentamiento armado. 

Un Estado en bancarrota; puentes y torres de alta tensión dinamitadas, zonas fuera del control del Estado en las que no se podían tender redes de electrificación rural; un INDE debilitado por la fuga de capitales para subsidiar el consumo no pagado de los usuarios fueron las condiciones a enfrentar para sacar al país de la crisis.

Retos hay aún y Guatemala los podrá superar.

Importante fue asumir la responsabilidad que el Estado no disponía de fondos ni capacidad de ejecución para renovar la infraestructura del subsector eléctrico. Esto fue vital para abrir la participación de la iniciativa privada en el subsector con actividades como lo son la generación, la transmisión y la distribución final de energía eléctrica. Su entrada liberó tensión sobre un Estado agobiado por la falta de recursos económicos. Gracias a la inversión privada surgieron nuevos proyectos de generación, al inicio en los ingenios que aportaron la tecnología de biomasa, seguidos de tecnologías a base de combustibles fósiles y luego, la transformación de la matriz energética en torno a los recursos renovables.

La venta de los activos de distribución final en el área rural (Ederor y Ederoc), propiedad del INDE, permitió la participación del capital privado en esta actividad y al INDE atender su principal objetivo de índole constitucional: desarrollar infraestructura de electrificación rural para que este servicio llegue a todo el país. Se creó un fideicomiso que permitió que el índice de electrificación rural pasara de un 58 por ciento al 92 por ciento para 2016. Hoy, la expansión demográfica y la realización del nuevo censo de población han obligado a ajustar dicho índice que por su naturaleza no es estático sino progresivo, en la misma medida del crecimiento de la tasa de población del país. Así, el índice de cobertura de electrificación de Guatemala es del 89 por ciento.

Hoy, nuestro parque generador ofrece tarifas de energía eléctrica competitivas respecto al resto de la región centroamericana además de garantizar el suministro de energía eléctrica para el país, por lo que podemos asegurar que estamos mejor que hace 25 años. El peor servicio de energía eléctrica es el que no se tiene y esa máxima es la constante del trabajo de la CNEE que en el ejercicio de las funciones que la LGE le asigna, vela por el cumplimiento de dicha ley así como por los derechos de los usuarios. Desde esta tribuna se felicita y agradece a todos esos guatemaltecos que en un momento de crisis económica no buscaron las soluciones fáciles que se les habrán propuesto, sino que optaron por una solución institucional y legalmente sólida que a 25 años de distancia pasa cualquier prueba de tiempo. 

El constante crecimiento económico de Guatemala durante el último cuarto de siglo descansa sobre cada uno de los kilovatios generados que ha permitido a cada guatemalteco estudiar, invertir y emprender bajo una energía eléctrica confiable. Retos hay aún y Guatemala los podrá superar siempre que las leyes y las instituciones se respeten y todos nos comprometamos a hacerlo, como soñara hace tres siglos el connotado barón de Montesquieu.

Colaborador DCA
Seguir leyendo

COLUMNAS

Era digital odontológica

Publicado

-

Dra Georgina Fonseca

Ce,, 3ntro Dental San Lucas

[email protected]

Sabemos que la tecnología desde la pandemia transformó la forma en que nos comunicamos y la forma en que desempeñamos nuestras
tareas.

El avance tecnológico aumenta la productividad y eficiencia de las diferentes actividades humanas.

En la odontología es vital combinar el uso de las herramientas digitales con la capacidad del conocimiento intelectual de los odontólogos para planificar y restaurar de forma más precisa las piezas dentales dañadas o crear un diseño de sonrisa que le brinde confianza y seguridad al paciente. Yo como odontóloga con más de 30 años de experiencia soy testigo de las facetas de la evolución de la odontología digital y cuando encontramos el balance perfecto entre nuestras capacidades como profesionales y el uso de la tecnología, potenciamos nuestros servicios.

La era digital avanza de forma galopante y en combinación con el expertise de un odontólogo, crea éxito.

Las ventajas de usar odontología digital es la precisión, personalización y comodidad para el paciente con el uso de radiografías digitales, cámara intraoral, scanner dental, impresora 3D y un software dental que nos da la ventaja de crear una simulación del resultado final del tratamiento antes de comenzarlo, y el paciente pueda involucrarse quedando satisfecho y feliz con el diseño de sonrisa.

Una vez finalizado el proceso de planificación se traslada la información a una fresadora dental que se encarga de elaborar las piezas dentales en un menor tiempo y de forma precisa, permitiendo que el paciente recupere su salud bucal y confianza.

En Guatemala estamos a la vanguardia médica y esto nos permite ofrecer la oportunidad de que cada pacientes internacionales mejorar su salud dental y perfeccionar su sonrisa además de disfrutar del país y pueda tener la experiencia de conocer la belleza natural y riqueza cultura que ofrece Guatemala. 

El tema de la salud debe ser tomado con seriedad y responsabilidad, permitiendo que cada persona realice una elección para ser tratado en un lugar profesional, en el cual puedan cuidar su economía y al mismo tiempo les puedan brindar una pronta solución de la forma más ética y profesional.

Vivimos en un mundo donde la tecnología no tiene freno y tenemos la responsabilidad de estar en constante aprendizaje para usar los avances a nuestro favor y tomar decisiones más acertadas que nos permitan seguir avanzando al desempeñar nuestra labor con éxito.

Colaborador DCA
Seguir leyendo

COLUMNAS

Transformando el presente y construyendo el futuro

Hablemos con la sib

Publicado

-

Saulo De León Durán

Superintendente de Bancos

[email protected]

En el marco del 78 aniversario de la Superintendencia de Bancos (SIB), damos inicio a un nuevo capítulo de su historia, caracterizado por la transformación y una visión renovada hacia el futuro. En un mundo que avanza rápidamente, adaptarse y reinventarse se ha vuelto clave para las instituciones modernas. En la SIB, hemos asumido este reto con determinación y con una emocionante transformación digital que redefine nuestra identidad y operación.

En los últimos años nos hemos adaptado a los constantes cambios, la adopción de nuevas tecnologías y la digitalización de nuestros procesos operativos han sido pilares clave en esta evolución. Nos enfocamos en mejorar nuestra capacidad de supervisión para que las instituciones financieras operen de manera sólida, líquida y solvente en beneficio de todos los guatemaltecos. Esto constituye una tendencia en los sistemas financieros globales, incluyendo a los Supervisores.

Congruentes con este nuevo enfoque institucional se decidió refrescar el logotipo.

Congruentes con este nuevo enfoque institucional y conscientes que la Superintendencia de Bancos constituye una marca respetable y reconocida, se decidió refrescar el logotipo de la Institución, que responda a la identidad, valores y propósitos, pero actualizando la imagen gráfica que nos caracteriza y así proyectar una SIB que conserva en esencia sus valores. 

La marca de una institución va más allá de un logotipo y la modernización de nuestra imagen no es solo un cambio visual, sino un compromiso con la innovación, la adaptación continua y la eficiencia operativa, aspectos fundamentales de nuestra misión como supervisores del sistema financiero de Guatemala. Este rebranding representa nuestra responsabilidad de seguir fortaleciendo la estabilidad y la confianza del sistema financiero guatemalteco.

Para ello se desarrolló un isologotipo que refleje esta transformación, el cual está diseñado con elementos digitales que simbolizan nuestra evolución en un entorno financiero dinámico e incluyen “circuitos” que representan nuestra visión de innovación, interconexión y eficiencia. Los “tres puntos” indican la adaptabilidad de la SIB a los cambios del entorno, así como la estabilidad y confianza. La letra “I” representa las innovaciones digitales adaptadas al dinamismo del sistema financiero; mientras que la “T” refleja tecnología, transparencia y transformación, reafirmando nuestro compromiso con las tendencias financieras emergentes.

Con miras al futuro, nos centramos en seguir innovando y adaptándonos a los cambios en el entorno financiero. Continuaremos actualizándonos e implementando soluciones innovadoras para mejorar nuestra capacidad de supervisión y eficacia operativa. A pesar de renovar nuestra imagen, el compromiso con la estabilidad, la continuidad y los principios esenciales de supervisión financiera permanecen inquebrantables, reafirmando nuestro compromiso con todos nuestros stakeholders, reconociendo que todo se transforma, menos lo esencial.  

A medida que avanzamos, es importante mantener un enfoque innovador para enfrentar los retos y aprovechar las oportunidades emergentes. Este aniversario no solo celebra los logros pasados, sino que también simboliza nuestro compromiso con la evolución y la excelencia en la supervisión bancaria.

Colaborador DCA
Seguir leyendo

COLUMNAS

Crisis de fecundidad: una pandemia de alcance global

Publicado

-

Sofía Salas Ibarra

Profesora Titular, Centro de Bioética, Facultad de Medicina

Este año nacieron dos nuevos integrantes de mi familia, completando así once nietos; nada  mal al considerar que sólo tengo tres hijos. Cuando les comento a mis amigas, varias me dicen: “qué suerte más grande, los míos difícilmente me harán abuela”, o “mi hija (de 38 años), aún lo sigue pensando”.

Esto podría ser una mera anécdota personal, pero desafortunadamente refleja una realidad preocupante. Hay algunos jóvenes que no están interesados en tener hijos y otras piensan que con los avances de la ciencia actual, basta con desearlos para lograr un embarazo en un futuro lejano.

Hay políticas que podrían contribuir a revertir la tendencia de baja natalidad al reducir barreras económicas.

Tal como lo muestra el último Boletín del INE, en Chile la tasa de natalidad ha experimentado un alarmante descenso, marcando una caída de 21.4 por ciento respecto a mayo de 2023, y de un 28.4 por ciento si comparamos junio del 2024 vs junio del 2023. Hace tiempo que estamos lejos de la tasa de reemplazo, que se considera que es de 2.1 hijos por mujer.

En efecto, datos de Chile muestran que el promedio de hijos por mujer es de 1.3, situándonos a nivel de países desarrollados. Estudios epidemiológicos a nivel global señalan que las tendencias continuas de un mayor nivel educativo de las mujeres y mejoras en el acceso a anticonceptivos acelerarán el descenso de la fecundidad y ralentizarán el crecimiento de la población.

Tal como lo señala dicho estudio, una tasa global de fecundidad que sea de manera sostenida inferior al nivel de reemplazo en muchos países, incluidos China y la India, tendría consecuencias negativas a nivel económico, social, medioambiental y geopolítico.

En este sentido, las opciones políticas para adaptarse a una continua baja de la fecundidad, al tiempo que se mantiene y mejora la salud reproductiva femenina, serán cruciales en los próximos años. Para abordar esta crisis, es crucial considerar políticas públicas que apoyen a las familias y creen un entorno favorable para tener hijos.

A modo de ejemplo, debe haber apoyo económico directo a las familias, mediante subsidios y ayudas, acceso universal a servicios de cuidado infantil; promover  tratamientos de fertilidad cubiertos por sistemas de salud pública o seguros. Estas políticas podrían contribuir a revertir la tendencia de baja natalidad al reducir las barreras económicas y sociales que enfrentan las familias al considerar tener más hijos.

Colaborador DCA
Seguir leyendo

Directorio

  • Dirección General: Carlos Morales Monzón
  • Coordinación General de Redacción: Miguel González Moraga
  • Coordinación de Información: Mario Antonio Ramos
  • Editores: Carlos Ajanel Soberanis, Jose Pelico, Fernando Quiñonez, Katheryn Ibarra y Max Pérez
  • Página Web: Magaly Alvarado

©2024 Diario de Centro América - Todos los derechos reservados.