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COLUMNAS

La última frontera del conocimiento (V)

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Dr. José Luis Lanciego

Investigador del Programa de Neurociencias del Cima

Encontrar las causas primarias del proceso acelerado de muerte neuronal y hallar tratamientos eficaces para cronificarlo, es quizá el reto científico más importante que afronta la Medicina. Variar el movimiento eléctrico que
circula por determinadas zonas del cerebro supone, sobre el papel, la aproximación más sencilla para reparar los daños neuronales. En 1985, el británico Anthony Barker consiguió manipular la actividad cerebral mediante la estimulación magnética. A través de esta técnica se pueden excitar o inhibir neuronas y, desde hace varios años, se aplica al tratamiento de la depresión y las migrañas, y se investiga su uso en alzhéimer, párkinson, trastornos bipolares, dolor crónico, epilepsia o adicciones a drogas, aunque su efecto clínico a largo plazo genera controversia. 

Otro procedimiento basado en el empleo de la electricidad, en este caso invasivo, es la estimulación cerebral profunda, que consiste en implantar un electrodo como si fuera un marcapasos. Desde su desarrollo en 1985  por los franceses Alim Louis Benabid y Pierre Pollak, su uso se ha generalizado y varias decenas de miles de pacientes con párkinson han experimentado una mejoría de su sintomatología motora. Más recientemente, también se está empleando una técnica no invasiva denominada “ultrasonidos focalizados de alta intensidad”, que produce una lesión térmica en la zona cerebral de interés.

Además, se están generando nuevas aproximaciones terapéuticas. En 1979 el británico Francis Crick, codescubridor de la estructura de doble hélice del ADN y Premio Nobel de Medicina y Fisiología en 1962, escribió un artículo en la revista Scientific American donde argumentaba que el progreso de la neurociencia necesitaba el desarrollo de herramientas que permitieran controlar la actividad de unas neuronas determinadas, sin afectar a las demás. Veinte años después, Crick propuso estimular estas células con luz. A principios de los 70 se habían descubierto unas moléculas bacterianas de la familia de las opsinas, que se activaban por la luminosidad y cuya función era la de transportar iones desde el interior al exterior de la célula. Los experimentos de Boris Zemelman, Edward Boyden, Gero Miesenböck y Karl Deisseroth, realizados entre 2002 y 2005, consiguieron llevar a la práctica la visionaria idea de Crick.

En 1985, el británico Anthony Barker consiguió manipular la actividad cerebral mediante la estimulación magnética. 

Los primeros logros de la manipulación de circuitos mediante esta técnica optogenética en animales de laboratorio (se eliminó la adicción a cocaína y se borró de la memoria recuerdos traumáticos en ratones), dieron paso en 2016 al primer ensayo clínico para restaurar la visión en pacientes con retinitis pigmentosa. Muchos científicos tienen ya su mirada puesta en un futuro que nos permitirá aumentar nuestras capacidades mentales. Una vez dispongamos del mapa personal de nuestro conectoma, ¿sería posible hacer una copia de seguridad de nuestros recuerdos en una red informática para volcarlos de nuevo posteriormente si nos vemos afectados por la enfermedad de Alzhéimer? Estas especulaciones y otras muchas no son fantasías, sino que pueden leerse en artículos especializados y libros de divulgación. 

El neurocientífico británico Timothy Bliss vaticina que podremos acudir al cirujano de sinapsis para colocarnos un determinado implante que, por ejemplo, mitigue la depresión o frene la adicción al tabaco o que nos dote del recuerdo artificial que deseemos. ¿Tendrá la cirugía sináptica la clave para librarnos de los trastornos mentales, del párkinson o del
alzhéimer? En las próximas décadas, el estudio del conectoma humano revolucionará las neurociencias. También lo harán las nuevas tecnologías, como la terapia génica aplicada a enfermedades del sistema nervioso central. Hay investigaciones en macacos que demuestran que es posible desconectar selectivamente un determinado circuito cerebral, así como restaurar uno dañado.

Continuará…

Universidad de Navarra
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COLUMNAS

Era digital odontológica

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Dra Georgina Fonseca

Ce,, 3ntro Dental San Lucas

[email protected]

Sabemos que la tecnología desde la pandemia transformó la forma en que nos comunicamos y la forma en que desempeñamos nuestras
tareas.

El avance tecnológico aumenta la productividad y eficiencia de las diferentes actividades humanas.

En la odontología es vital combinar el uso de las herramientas digitales con la capacidad del conocimiento intelectual de los odontólogos para planificar y restaurar de forma más precisa las piezas dentales dañadas o crear un diseño de sonrisa que le brinde confianza y seguridad al paciente. Yo como odontóloga con más de 30 años de experiencia soy testigo de las facetas de la evolución de la odontología digital y cuando encontramos el balance perfecto entre nuestras capacidades como profesionales y el uso de la tecnología, potenciamos nuestros servicios.

La era digital avanza de forma galopante y en combinación con el expertise de un odontólogo, crea éxito.

Las ventajas de usar odontología digital es la precisión, personalización y comodidad para el paciente con el uso de radiografías digitales, cámara intraoral, scanner dental, impresora 3D y un software dental que nos da la ventaja de crear una simulación del resultado final del tratamiento antes de comenzarlo, y el paciente pueda involucrarse quedando satisfecho y feliz con el diseño de sonrisa.

Una vez finalizado el proceso de planificación se traslada la información a una fresadora dental que se encarga de elaborar las piezas dentales en un menor tiempo y de forma precisa, permitiendo que el paciente recupere su salud bucal y confianza.

En Guatemala estamos a la vanguardia médica y esto nos permite ofrecer la oportunidad de que cada pacientes internacionales mejorar su salud dental y perfeccionar su sonrisa además de disfrutar del país y pueda tener la experiencia de conocer la belleza natural y riqueza cultura que ofrece Guatemala. 

El tema de la salud debe ser tomado con seriedad y responsabilidad, permitiendo que cada persona realice una elección para ser tratado en un lugar profesional, en el cual puedan cuidar su economía y al mismo tiempo les puedan brindar una pronta solución de la forma más ética y profesional.

Vivimos en un mundo donde la tecnología no tiene freno y tenemos la responsabilidad de estar en constante aprendizaje para usar los avances a nuestro favor y tomar decisiones más acertadas que nos permitan seguir avanzando al desempeñar nuestra labor con éxito.

Colaborador DCA
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COLUMNAS

Transformando el presente y construyendo el futuro

Hablemos con la sib

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Saulo De León Durán

Superintendente de Bancos

[email protected]

En el marco del 78 aniversario de la Superintendencia de Bancos (SIB), damos inicio a un nuevo capítulo de su historia, caracterizado por la transformación y una visión renovada hacia el futuro. En un mundo que avanza rápidamente, adaptarse y reinventarse se ha vuelto clave para las instituciones modernas. En la SIB, hemos asumido este reto con determinación y con una emocionante transformación digital que redefine nuestra identidad y operación.

En los últimos años nos hemos adaptado a los constantes cambios, la adopción de nuevas tecnologías y la digitalización de nuestros procesos operativos han sido pilares clave en esta evolución. Nos enfocamos en mejorar nuestra capacidad de supervisión para que las instituciones financieras operen de manera sólida, líquida y solvente en beneficio de todos los guatemaltecos. Esto constituye una tendencia en los sistemas financieros globales, incluyendo a los Supervisores.

Congruentes con este nuevo enfoque institucional se decidió refrescar el logotipo.

Congruentes con este nuevo enfoque institucional y conscientes que la Superintendencia de Bancos constituye una marca respetable y reconocida, se decidió refrescar el logotipo de la Institución, que responda a la identidad, valores y propósitos, pero actualizando la imagen gráfica que nos caracteriza y así proyectar una SIB que conserva en esencia sus valores. 

La marca de una institución va más allá de un logotipo y la modernización de nuestra imagen no es solo un cambio visual, sino un compromiso con la innovación, la adaptación continua y la eficiencia operativa, aspectos fundamentales de nuestra misión como supervisores del sistema financiero de Guatemala. Este rebranding representa nuestra responsabilidad de seguir fortaleciendo la estabilidad y la confianza del sistema financiero guatemalteco.

Para ello se desarrolló un isologotipo que refleje esta transformación, el cual está diseñado con elementos digitales que simbolizan nuestra evolución en un entorno financiero dinámico e incluyen “circuitos” que representan nuestra visión de innovación, interconexión y eficiencia. Los “tres puntos” indican la adaptabilidad de la SIB a los cambios del entorno, así como la estabilidad y confianza. La letra “I” representa las innovaciones digitales adaptadas al dinamismo del sistema financiero; mientras que la “T” refleja tecnología, transparencia y transformación, reafirmando nuestro compromiso con las tendencias financieras emergentes.

Con miras al futuro, nos centramos en seguir innovando y adaptándonos a los cambios en el entorno financiero. Continuaremos actualizándonos e implementando soluciones innovadoras para mejorar nuestra capacidad de supervisión y eficacia operativa. A pesar de renovar nuestra imagen, el compromiso con la estabilidad, la continuidad y los principios esenciales de supervisión financiera permanecen inquebrantables, reafirmando nuestro compromiso con todos nuestros stakeholders, reconociendo que todo se transforma, menos lo esencial.  

A medida que avanzamos, es importante mantener un enfoque innovador para enfrentar los retos y aprovechar las oportunidades emergentes. Este aniversario no solo celebra los logros pasados, sino que también simboliza nuestro compromiso con la evolución y la excelencia en la supervisión bancaria.

Colaborador DCA
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COLUMNAS

Crisis de fecundidad: una pandemia de alcance global

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Sofía Salas Ibarra

Profesora Titular, Centro de Bioética, Facultad de Medicina

Este año nacieron dos nuevos integrantes de mi familia, completando así once nietos; nada  mal al considerar que sólo tengo tres hijos. Cuando les comento a mis amigas, varias me dicen: “qué suerte más grande, los míos difícilmente me harán abuela”, o “mi hija (de 38 años), aún lo sigue pensando”.

Esto podría ser una mera anécdota personal, pero desafortunadamente refleja una realidad preocupante. Hay algunos jóvenes que no están interesados en tener hijos y otras piensan que con los avances de la ciencia actual, basta con desearlos para lograr un embarazo en un futuro lejano.

Hay políticas que podrían contribuir a revertir la tendencia de baja natalidad al reducir barreras económicas.

Tal como lo muestra el último Boletín del INE, en Chile la tasa de natalidad ha experimentado un alarmante descenso, marcando una caída de 21.4 por ciento respecto a mayo de 2023, y de un 28.4 por ciento si comparamos junio del 2024 vs junio del 2023. Hace tiempo que estamos lejos de la tasa de reemplazo, que se considera que es de 2.1 hijos por mujer.

En efecto, datos de Chile muestran que el promedio de hijos por mujer es de 1.3, situándonos a nivel de países desarrollados. Estudios epidemiológicos a nivel global señalan que las tendencias continuas de un mayor nivel educativo de las mujeres y mejoras en el acceso a anticonceptivos acelerarán el descenso de la fecundidad y ralentizarán el crecimiento de la población.

Tal como lo señala dicho estudio, una tasa global de fecundidad que sea de manera sostenida inferior al nivel de reemplazo en muchos países, incluidos China y la India, tendría consecuencias negativas a nivel económico, social, medioambiental y geopolítico.

En este sentido, las opciones políticas para adaptarse a una continua baja de la fecundidad, al tiempo que se mantiene y mejora la salud reproductiva femenina, serán cruciales en los próximos años. Para abordar esta crisis, es crucial considerar políticas públicas que apoyen a las familias y creen un entorno favorable para tener hijos.

A modo de ejemplo, debe haber apoyo económico directo a las familias, mediante subsidios y ayudas, acceso universal a servicios de cuidado infantil; promover  tratamientos de fertilidad cubiertos por sistemas de salud pública o seguros. Estas políticas podrían contribuir a revertir la tendencia de baja natalidad al reducir las barreras económicas y sociales que enfrentan las familias al considerar tener más hijos.

Colaborador DCA
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