Rumba mezclada con bachata, bossa con funk carioca o
un corrido que no lo parece. En busca de “un álbum transgeneracional que impactara
en la cultura española”, el cruce de variables que es El madrileño, de C. Tangana, “podría haber sido un esperpento”,
pero el resultado, presume su autor, son 14 ecuaciones “y no falla ni una”.
“Lo más difícil de decidir el repertorio ha sido
no dejarme llevar por las canciones que más me gustaban ahora, que normalmente
son las últimas, ni tampoco hacerlo por pensar que, si tenía una colaboración
con tal persona, eso tenía que estar en el disco”, explica Antón Álvarez (C.
Tangana).
¿Su propósito con este disco de estudio que
publica Sony Music en medio de una gran expectación, tras encadenar tres
números 1? “Incluir un poco de cada cosa para reflejar el espíritu de ‘lo
español’, en un proyecto joven y experimental que no cayera todo el tiempo en
la nostalgia”.
Aunque no es el corte más antiguo, Demasiadas mujeres fue para él la
primera carta de presentación. “En Views
(2016) Drake tiene una canción de no menos de cuatro minutos que funciona como
introducción; yo quería algo así en este disco, que tuviera presencia, no ese
prólogo que nunca te lees, sino los primeros 15 minutos de un peliculón”,
cuenta del corte que abre el álbum a ritmo de trompetas y pasadoble.
Toma el relevo Tú
me dejaste de querer, con Niño de Elche y La Húngara. El gran bombazo de El madrileño con 1.6 millones de
reproducciones en 24 horas, lo convirtió en el mejor debut de la historia de
Spotify España. “Si había una canción que podía enganchar al público hacia un
disco así de experimental, era esta”, reconoce.
Esta rumbachata,
uno de los géneros acuñados por su autor, nació de un riff que recordaba a Extremoduro, pasado por el tamiz de Where’s My Mind, de Pixies. Así surgió
un estribillo que se fue hacia la rumba y un riff que tiró hacia la bachata. En su búsqueda de combinaciones
inéditas, justo después, Comerte entera,
conjuga bossa con funk carioca y con Toquinho.
Nunca estoy supuso
el “punto de inflexión” hacia este álbum. “Era el argumento para convencer a
todo el mundo de que este era el camino, de que podía hacer algo
transgeneracional, con impacto en la cultura de España y canciones que la gente
va a recordar de verdad, arriesgadas y distintas, cada una con su espíritu”,
afirma.
C. Tangana echó mano de algunos de los versos más
icónicos de dos claros ejemplos de esos artistas que han tendido puentes entre
las tradiciones musicales del país, Alejandro Sanz y Rosario. “De hecho no
había tema, solo la idea de partir de ese estribillo suyo: ‘¿Cómo quieres que
te quiera si no estás aquí?’”.
Por su parte, el artista mexicano Ed Maverick
aplica bálsamo y reverb a las heridas
de Párteme la cara, con versos
desdichados que parecen heredados del romancero nacional, mientras Ingobernable abraza los ritmos
suburbiales y se atreve a “pitchear la
voz de los Gipsy Kings como si fuera música electrónica”.
“Una de las intenciones era hacer un álbum de
música española que no fuera de flamenco. La identidad cultural española está
cambiando ante cosas que habían sido rechazadas o que ‘no gustaban’. Aquí hay
un intento de ver lo que cualquier hipster
o suplemento cultural habría dado por baja cultura y convertirlo en algo
elevado, vanguardista”, cuenta.
Templa Nominao
su “amigo” Jorge Drexler, quien en cierto modo se tanganiza al interpretar su
parte. “Ojalá yo pudiera tener su registro vocal y alcanzar esa calidez. No
necesita de gorgoritos ni escalas para hacer la que para mí es una de las mejores
interpretaciones del disco”, destaca.
Un veneno, de nuevo
junto a Niño de Elche, incluía un sampler
de Campanera, de Joselito y fue el
corte que primero presentó, aunque no obtuvo los datos de sus sucesoras. “Meterla
en el disco dos años después me parecía injusto, no era suficiente”, justifica
ante la remezcla en la que ha incorporado a José Feliciano.
“Como los Gipsy Kings, es un boricua que triunfa
en otro lugar y haciendo canciones de otros; su viaje tiene mucho que ver con
el espíritu del álbum, también por su aura de estrella. Esta canción era una de
las posibles para colaborar con él y tener a alguien con una trayectoria como
la suya cantando Esta ambición desmedida
era demasiado potente como para dejarlo pasar”, desvela.
México reaparece a través del toque r&b de Omar Apollo en la sensual Te olvidaste y de Carín León y Adriel
Favela, dos baluartes del folklore actual de ese país, en Cambia. Entre medias, irrumpe Muriendo
de envidia, con el cubano Elíades Ochoa transmutado en El Pescaílla.
El triple salto mortal es Cuándo olvidaré, con referencias al tango argentino (Nostalgias, de Enrique Cadicamo y Juan
Carlos Cobián), la guajira cubana (Al
vaivén de mi carreta, de Ñico Saquito), la bulería (Pasan Los Días, de La Tana), un loop
vocal de r&b (Slide de H.E.R) y un monólogo del
histórico cantante de copla y pasodoble Pepe Blanco, en el que se ufana de que
él puede hacer lo que Sinatra, pero no a la inversa.
“El logro ha sido que todo suene natural, aunque
son experimentos. Hace dos años habría sido una locura o un esperpento, pero el
resultado son canciones populares que suenan espontáneas pese a mezclas muy
raras de estructuras, ritmos y sonidos, de letras y acentos”, comenta sobre un
proceso muy intuitivo en el estudio.
Al final del camino, alcanzado el punto de
experimentación al que quería llegar en esta “parábola” musical que es El madrileño, el encuentro es primero
con Kiko Veneno en Los tontos para
tejer más versos icónicos: “Tú te has creído que por ser yo bueno / puedes ir
pisando por donde friego”.
“Todas las letras se escribieron en el instante y
a pocas les he dado la vuelta. En algunos casos he estado a punto de censurarme
por la corrección política, en parte por las acusaciones que se me han hecho,
en otras por si sonaba o no moderno, en otras por si estaban en línea de la
composición romántica…”, confiesa.
Le toma el relevo ese Tengo una flor en el culo y un camello en Hong Kong, del 14 corte,
que comparte con Andrés Calamaro. “Hong
Kong es el final de la gran etapa de mi carrera y lo más cerca que he
estado nunca del rock latino, aunque de repente adquiere un lado más grunge y
escapa de ahí”, relata C. Tangana.
Para llegar a ella compartió estudio con el astro
argentino, en un proceso que le ha servido para agarrar “mucha confianza” como
autor. “Agradezco al reguetón haberme enseñado a hacer canciones. No sabía si
estaba preparado para estos artistas, pero lo hemos hecho haciendo lo de
siempre: ir al estudio con ideas vagas y aun así no hemos fallado ni una”, apostilla
este madrileño.
- Agencia EFE