Desde el pasado domingo, cuando ocurrió la erupción volcánica que con el paso del tiempo se ha ido convirtiendo en una tragedia nacional, los guatemaltecos se convirtieron en un solo y grande corazón. Y es que, conforme fueron descendiendo los materiales piroclásticos, arrasando con todo lo que se les interponía, y la arena fue esparciéndose por los aires, la unión sin bandera fue una de las formas de mermar sus daños.
Las primeras consignas fueron: auxiliar y ayudar a las víctimas de la tragedia. Esto empezó a lograrse mediante las diferentes acciones por parte de un trabajo multiinstitucional del Estado, empresa privada y otras organizaciones.
En medio del sufrimiento de muchos, ha sido inspirador observar cómo los habitantes de este hermoso país, sin importar su condición social, creencias religiosas, políticas, ideológicas o culturales, han confirmado que esta es una de las naciones más solidarias del mundo.
Se puede notar en la cantidad de centros de acopio que hay en todos los intersticios del país, los camiones de empresas y particulares con cientos de abastecimientos para quienes han sido golpeados por la furia del volcán; desde los lugares más pobres, donde se ve a niños donando centavos, pasando por dependencias estatales en las que se realizan colectas, hasta los sectores más pudientes: todos en una sola voz contribuyen con lo que pueden para ayudar a todos aquellos que lo necesitan.
Ni hablar de los voluntarios, que los hay de todo tipo, desde los que han estado en la “zona cero”, hasta aquellos profesionales que han ofrecido sus servicios gratuitamente para brindar tratamiento a quienes han sufrido quemaduras; la cadena de hospitales nacionales, en la que el personal atiende sin parar a todos los heridos, y también los albergues, desde los oficiales hasta aquellas personas particulares que han brindado su casa para darle cobijo a quienes no lo tienen.
Importante destacar cómo ciudadanos, que nunca se habían visto antes, ahora unen brazos para cargar a un herido, que prestan sus manos para subir víveres a los camiones o a los aviones. Todos tienen una sola voz: ¡Guatemala!
Hay que recordar que la emergencia sigue y los damnificados esperan que la ayuda continúe de esa manera.