Aún no ha sido postulada como tal pero se da por segura su participación en las próximas elecciones como candidata a la Presidencia de la República por el partido Unidad Nacional de la Esperanza, partido político que, en la actualidad, constituye el único que goza de un reconocimiento ideológico a nivel internacional, formación social demócrata, miembro que es de la Internacional Socialista, así como de organización en toda la República, una organización nacional que ha sido probada ya en varias elecciones.
A estas alturas resulta ya oficioso decir que Sandra Torres es Sandra Torres, siendo, como lo es a la presente fecha la figura política más conocida, a nivel nacional, pero, en algún momento, hube de decirlo cuando muchos no veían en ella más que a la esposa del presidente Álvaro Colom, pasando por alto su luz propia y su propio valor.
Si bien no pudo ser candidata en las elecciones en que le fue denegada su inscripción y que la Unidad Nacional de la Esperanza, en consecuencia, hubo de participar en estas sin tener un candidato presidencial (difícil handicap a superar) aunque ausente, estuvo Sandra Torres presente en el proceso electoral y fue importante artífice del triunfo obtenido por la organización política en la elección de diputados, la segunda fuerza electoral. Le fue denegada la inscripción bajo el argumento de que había estado casada con el presidente Álvaro Colom. Cuando le fue denegada, sin embargo, se trataba ya de una mujer soltera, carente de parentesco alguno con el entonces Presidente pero, sin más, acató el fallo, respetuosa de lo decidido por los jueces.
Sandra Torres no inventó las transferencias condicionadas pero las introdujo entre nosotros, transferencias que consisten en la entrega mensual de una cantidad de dinero a las familias más pobres, dinero que se entrega a la mujer, cabeza de familia, para que esta, tomando sus propias decisiones, se haga de aquello que más se necesite en el núcleo familiar con la sola condición de que sus hijos asistan a la escuela y que sean llevados, regularmente, al centro de salud.
Las transferencias condicionadas constituyen la forma más transparente -y de mayor eficiencia- para ayudar a quienes más lo necesitan y hacer posible que tengan, así,la posibilidad de un futuro. La cantidad mensual es mínima –menos de la décima parte de lo que constituye un salario mínimo pero para muchos– representa la diferencia entre la vida y la muerte, entre la posibilidad de superar enfermedades, ignorancia y miseria y la de permanecer atrapados en ese círculo vicioso. Existen sectores que se oponen a este tipo de asistencia social bajo el argumento de que “no se debe regalar el pescado sino enseñar a pescar”, argumento de toda validez pero que parte de una premisa falsa ya que todo ser humano, débil física y mentalmente, no puede aprender.
¿Lo correcto? Enséñale a pescar, sí, pero dale pescado –primero– para que pueda aprender. Las transferencias condicionadas deberían ser temporales y que dieran lugar a que aquellos que fueron asistidos puedan valerse por sí mismos, sin necesidad ya de recibirlas. Esta aspiración, sin embargo, no puede discutirles su validez original: en estos extremos de miseria, sin estas, nada es posible. Fue tal el éxito de las transferencias condicionadas que las escuelas primarias quedaron superadas en su capacidad, la asistencia de alumnos cercana, a ese nivel primario, a la escolaridad total y la capacidad de los centros de salud fue de igual forma rebasada.
Éxito que sirvió para resaltar la deficiencia de nuestra capacidad de absorción. Las transferencias condicionadas constituyen, sin lugar a dudas, la mejor carta de presentación de Sandra Torres y habrá un amplio electorado que verá en ella no una oferta, sino hechos probados. Las transferencias condicionadas, alivio y esperanza para un sector importante de la población no son suficiente, sin embargo, en absoluto, para sacarle adelante –ni para sacar adelante a Guatemala– es decir, para que alcancemos los niveles de empleo necesarios que permitan que todos logremos tener una calidad de vida que sea acorde con la dignidad humana, necesario para ello la inversión, la certeza jurídica, y el Estado de derecho.
Sufre Sandra Torres lo mismo que sufren los demás candidatos como consecuencia de las estúpidas reformas hechas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos que impiden la difusión y debate de las propuestas que puedan tener quienes aspiren a participar en el proceso electoral ya que de hacerlas y debatirlas pueden ser sancionados –a criterio de burócratas– por realizar campaña anticipada lo que haría peligrar ¡Es el como! su inscripción misma como candidatos.
Sandra Torres tiene sobre todos los demás candidatos posibles la ventaja de que el partido político que la postula, la Unidad Nacional de la Esperanza, se trata –posiblemente– del único partido político que tiene , como señalamos anteriormente, presencia nacional, producto esta de su participación –exitosa– en cuatro procesos anteriores, ventaja que se acrecienta por el amplio conocimiento de su propia figura, fuerte como candidata proclamada, aunque no inscrita y, cuando inscrita, llegada a la segunda vuelta electoral.
Continuará…