Eduardo Cunha, presidente de la Cámara de Diputados de Brasil, y arquitecto del proceso de juicio político (Impeachment) contra Dilma Rousseff, renunció este jueves al cargo, asfixiado por acusaciones de corrupción y abandonado por sus aliados.
Considerado el político más impopular del país y comparado con Frank Underwood, el maquiavélico personaje de la serie House of Cards, el político leyó su dimisión entre lágrimas, dijo ser víctima de una persecución y afirmó que su gestión “jamás será olvidada”.
Es público y notorio que la casa (cámara de Diputados) está acéfala, fruto de un interinato bizarro, que no condice con lo que el país espera del nuevo tiempo tras la suspensión de la presidenta de la República, y solo mi renuncia podrá poner fin a esa inestabilidad, dijo el legislador.
Cunha, de 57 años, conserva por ahora su mandato como diputado federal, actualmente en suspenso por un fallo de la corte suprema que aceptó la acusación de la fiscalía de que usaba su cargo para interferir con las investigaciones en su contra.
Evangélico militante y ultraconservador, esacusado de embolsarse no menos de US $5 millones (Q38.2 millones) en sobornos para facilitar negocios en la red que parasitó a la estatal Petrobras durante una década.
La procuraduría afirmó en su denuncia que no poseía las condiciones personales mínimas para ejercer el cargo.
© 1994-2016 Agence France-Presse
Deja un comentario