Katiuska Alveal Rodríguez. Coordinadora Enfermería Familiar y de la Comunidad Carrera Enfermería UDD. Sabido es que nos encontramos
Actualmente con un brote de enfermedad por coronavirus (Covid-19), que fue notificado por primera vez en Wuhan (China), el 31 de diciembre de 2019, el cual ha implicado cambios a nivel global en todos los aspectos del quehacer humano. Hay un antes y un después de esta pandemia. De acuerdo con las declaraciones del director general de la OMS, “En primer lugar y ante todo, 2020 ha demostrado que los gobiernos deben aumentar la inversión en salud pública, desde financiar el acceso a las vacunas contra el covid para todas las personas… En el centro de esto están las inversiones en la cobertura sanitaria universal, a fin de que la salud para todos sea una realidad.
En segundo lugar, ya que llevará tiempo vacunar a todas las personas contra el covid, debemos seguir observando las medidas probadas y acreditadas que pueden protegernos a cada uno de nosotros”. Entre las barreras para vacunar hoy están los movimientos antivacunas que, según la Revista Latinoamericana de Infectología Pediátrica Medigraphics, empezaron a tener gran fuerza a partir de 1998, cuando se publicó en la revista The Lancet, un estudio en el que se vinculaba a la vacuna triple viral con el autismo. Más tarde se demostró que existía fraude en ese estudio y la revista retiró el artículo en 2004 pero, para entonces, el daño ya estaba hecho.
En Estados Unidos empezaron a aparecer páginas web que defendían estas tesis, basadas en ideas filosóficas o religiosas, sin tener en cuenta el empirismo científico. También se contraargumentó contra la vacunación la falta de eficacia y riesgos y consecuencias de ella. Todo lo anterior constituye un desafío para los equipos de salud, en su compromiso como agentes de cambio: ser creíbles y educar en todo momento a la población, con evidencia científica actualizada, es la tarea.
La vacunación es una de las medidas disponibles más efectivas en la prevención de la morbilidad y mortalidad de enfermedades. Tiene como impacto cambios en la dinámica de la infección en la población, modificando la epidemiología de las enfermedades inmunoprevenibles, la ruptura de la transmisión del contagio, el alargamiento de los períodos interepidémicos y la inmunidad de grupo, con la presencia de individuos inmunes en la población, que protege a los individuos que no son inmunes.
Si la inmunidad es alta, el número de susceptibles puede ser insuficiente para mantener el agente infeccioso o, al menos, insuficiente para mantener grandes epidemias, por lo que, sin lugar a dudas, las medidas con mayor impacto en la salud global siguen siendo el lavado de manos y las vacunas.