Un postre bien planificado, preparado con ingredientes adecuados, y consumido con moderación puede también resultar nutritivo.
Los postres dan oportunidad de complementar las co-midas. Por ejemplo, los elaborados con frutas o lácteos permiten ingerir estos alimentos necesarios en la dieta. Con eso también hará que los niños adquieran vitaminas, minerales, fibra y nutrientes requeridos para el organismo mediante su comida preferida.
Sin embargo, deberá cuidar el nivel de azúcar y grasa en las preparaciones para impedir que resulten calóricas. Evite caer en la costumbre que tienen muchos padres de prohibir estos platillos como final feliz de las comidas. Simplemente aproveche la oportunidad de servirlos para que cumplan su cometido.
Como todo manjar, este platillo debe estar presentado atractivamente para que invite a comerse. Las opciones son diversas. Para los más pequeños, por su nivel de masticación, funciona una gelatina, un flan o un arroz con leche. Posteriormente podrá incluir frutas en ensaladas o macedonias, aderezadas con jugos de frutas o combinadas con yogur y granola. Una alternativa es una copa de frutas, que será multicolor, ofrecerá texturas, cortes y sabores, y resultará en una verdadera delicia al paladar.
Con las frutas, ya sean enteras o cortadas, podrá preparar agradables postres. Por ejemplo, manzanas horneadas o crepas rellenas de fruta fresca, bañadas con un coulis o una salsa de frutas frescas.
Los helados gustan. No obstante, prefiera los sorbetes de frutas, que, además son menos cremosos. En la lista también aparecen los postres más pesados, como los pasteles, galletas y pies. Está bien consumirlos, pero solo en ocasiones especiales.
Estudie las recetas y tome en consideración bajar las cantidades o sustituir algunos ingredientes, como puede ser: crema por leche o yogur descremado, e incluir productos integrales. Asimismo, las harinas de arroz o soya son más saludables.
Finalmente llega una pregunta difícil de responder: ¿cuánto postre se puede comer? El secreto está en cuidar la calidad de ingredientes, el método de preparación y, sobre todo, la cantidad o la porción a servir.
Los niños aprenden por imitación y son los padres quienes deberán moldear sus buenos hábitos alimenticios. Si en casa no hay frutas o no ve a los papás comerlas, ¿cómo las consumirán? Aproveche para preparar los alimentos y a sentarse a la mesa en familia. Será un buen momento para compartir, aprender y, con creatividad, lograr que sus hijos disfruten de una buena comida.
Algunas personas comen con ansiedad, sin darse cuenta se exceden y, por si fuera poco, aun se repiten. Consentirse es válido, pero con moderación.