Los Niños Pasionarios: un grabado, esculturas y pinturas. En el siglo XVII, numerosos escritos místicos y espirituales pusieron especial énfasis en desvelar las distintas relaciones y puntos de contacto, que se dan entre la infancia y la pasión de Cristo, considerando las visiones de la monja agustina Juana Perrand como una de las principales fuentes de inspiración. Con el contraste entre el candor y dulzura del Niño y el horror del instrumento de tortura de la pasión, se consigue, con creces, uno de los principales objetivos de la iconografía barroca: conmover los corazones y llevar por los sentimientos a la comprensión del misterio, por el corazón a la inteligencia.
A la presencia de la madre Leonor de la Misericordia (Ayanz y Beaumont, 1551-1620), en las Carmelitas de Pamplona, se debió la llegada de destacados libros y una rica colección de grabados de fines del siglo XVI y comienzos de la siguiente centuria. El padre Gracián, confesor de Santa Teresa, describió así a Leonor: “En lo interior era un serafín de condición y alma, y en lo exterior un ángel de rostro y buena gracia. Tenía habilidad rara en escribir, pintar, saber latín y en las demás labores y ejercicios de mujeres, acompañando con prudencia varonil”.
La estampa de la citada colección, fue editada por Nicolás
Mathonière.
El conjunto de estampas grabadas de su colección fue posible gracias a la correspondencia que mantuvo, entre otros, con Domingo de Jesús María, (Calatayud, 1559-Viena, 1630) que pasó a Italia en 1604, ocupando el generalato de la Congregación italiana, en 1617; la madre Inés de Jesús (Tapia), prima de Santa Teresa y priora de Medina del Campo y Palencia; don Guillén de San Clemente, embajador de España en Praga desde 1581, hasta su muerte en 1606; el obispo de Tarazona y confesor de Santa Teresa, fray Diego de Yepes; la madre Ana de San Bartolomé, priora de Bruselas y Amberes, y el padre Gracián de la Madre de Dios, confesor de Santa Teresa.
La estampa de la citada colección, correspondiente al Niño pasionario, fue editada por Nicolás Mathonière y se acompaña de otro famoso texto que nos recuerda que al nombre de Jesús, toda rodilla se incline en el cielo, la tierra y los infiernos.
Continuará…