Representar a su país, luchar por obtener una medalla y destacar en el ámbito deportivo son factores, entre tantos, que enorgullecen continuamente a las deportistas, pero, sobre todas las cosas, el privilegio de ser madre seguramente rebasa cualquier sentimiento que pueda acercarlas a la gloria.
Como guerreras que, además de convertirse en un elemento esencial en la confección de quienes algún día seguirán sus pasos para enaltecer su patria, compiten para hacer sonar el Himno Nacional en todas las pruebas a las que asisten, las madres y deportistas nacionales alcanzan la doble virtud.
Parten al extranjero en busca de alguna presea que exalte su nombre, el de su familia y el de la Tierra del Quetzal, pero dejar a su descendiente en casa se convierte en un contraste que toca lo más profundo de los sentimientos de aquellas personas que consiguen alcanzar la élite en el deporte y la maternidad.
Sobresalientes
En Guatemala, la disciplina de la marcha reúne la mayor cantidad de progenitoras, con Mirna Ortiz, Mayra Herrera y Jamy Franco, que ponen a la palestra un ejemplo de que se puede destacar después de haber dado vida, igual que lo hace Gisela Morales, de natación; Jennifer Domínguez, de judo, y Cheili González, de karate, entre otras.
“Pasar de atleta a madre es un cambio total. Ya no puedo pensar solo en entrenar o en hacer mis actividades, sino que debo estar pendiente de mi bebé. Lo más difícil es separarme de él, pero con tenerlo en mis brazos puedo decir que ya estoy completa. No es una barrera, más bien es una inspiración para lograr mis objetivos”, resaltó González.
Por su parte, Morales, quien confesó haber nadado hasta el día de su parto, califica esa etapa de su vida como la mejor, aunque reconoce que existen factores alimentados por la sociedad, lo que provoca las dificultades para avanzar.
“El ser deportista es un rol muy egoísta porque tenemos que enfocarnos en estar bien física, mental y emocionalmente para rendir al ciento por ciento. Nunca habrá medalla o trofeo que me brinde la satisfacción que mi hijo me da”, acentuó la Sirenita.
Fácil, no, pero imposible, tampoco, es el balance que ambas atletas obtienen al analizar la etapa de su vida que mayores satisfacciones les ha otorgado, coincidiendo en que aún se necesita cambiar detalles de cultura para conformar una sociedad más equitativa, puesto que una mamá motivada es imparable.
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