Férrea campaña de comunicación política han montado los estrategas de Anaya candidato del PAN, versus AMLO mejor conocido como López Obrador del partido Morena. AMLO ha logrado remontar su imagen, debido a que las derrotas pasadas han significado aprendizaje y fortaleza, hasta el punto de ser atractivo cliente para uno de los consultores mejor cotizados a nivel mundial Antonio Sola, quien argumentaba en su reciente visita a México, que AMLO es un hombre renovado.
Sin embargo, Anaya ha tenido que luchar con los fantasmas de la corrupción que han dejado sus colegas políticos del PAN, el actual candidato que se perfila como un joven y vanguardista, no es capaz de llenar aquella propuesta diferente que la ciudadanía busca, y que para muchos el voto que pueda tener sería un underdog effect. Aún que no me considero una gurú en política mexicana en donde las posiciones del primero, segundo y tercer lugar son efímeras y altamente volátiles, la falta de credibilidad de las encuestas, las cuales han fallado últimamente, por ejemplo en las pasadas elecciones Hillary versus Trump; brexit y el plebiscito en Colombia, y el volátil sector de los “indecisos” quienes deciden su voto 48 horas antes.
Y el voto correctivo o ético, como lo que pasó en las recientes elecciones en Costa Rica, siendo el candidato oficialista Carlos Alvarado, del Partido Acción Ciudadana (centroizquierda), el nuevo mandatario de Costa Rica, unos comicios marcados por divisiones sobre el matrimonio homosexual y el papel de la religión en la vida pública.
Mucho que aprender nos dejan estos dos cuadros políticos, el primero sobre la capacidad de las instituciones para garantizar elecciones libres y transparentes, y segundo, el lujo de ciudadanía que nos deja una elección en su preferencia ética, votan por un líder de unión nacional y no por el divisionismo, y donde el
Estado es mucho más importante para salvaguardar libertades civiles rompiendo incluso el status quo por el bien común.