El filme de Yorgos Lanthimos se estrena mañana en nuestro país.
El cineasta griego Yorgos Lanthimos, conocido por títulos como The Lobster y The Killing of a Sacred Deer, viaja por primera vez a una época pasada y poco retratada en The Favourite. Esta biografía en tono de comedia negra nos transporta al siglo XVIII y a la cercana relación entre la reina Ana de Inglaterra, lady Sarah Churchill y Abigail Masham. La excentricidad, los celos y la intriga dan forma a un elixir merecedor de 10 nominaciones en la próxima entrega de los Óscar y que, encabezado por tres ladies de la gran pantalla, llega mañana a las salas guatemaltecas.
Ana de Inglaterra
Bajo gigantescas pelucas y un pomposo maquillaje, Olivia Colman se convierte en la reina Ana de Inglaterra. La actriz encarna a la última gobernante de la dinastía Estuardo quien, más que liderar Gran Bretaña, se dedicó a llenar el palacio de excentricidades y a jugar con sus 17 conejos. Obesa y frágil de salud, el filme retrata como ningún otro el lado humano de la soberana. “Ana demuestra todas las emociones, buenas y malas. Cada rasgo. Es maravilloso interpretar a alguien que hace tantas cosas”, afirma la británica en las notas de producción.
Lady Sarah Churchill
En los libros y enciclopedias, lady Sarah Churchill, duquesa de Marlborough, es descrita nada más y nada menos que como “una de las mujeres más influyentes de su época”. En la cinta de Yorgos Lanthimos, Rachel Weisz da vida a la mano derecha de la reina Ana y quien realmente movía los hilos de la corona británica. Acerca de su papel, la actriz rescata que, a pesar de la competencia entre la soberana y su consejera, a ambas las unía un gran amor.
Abigail Masham
Pero si en toda historia hay una manzana de la discordia, en la monarquía británica esa sin duda fue Abigal Masham, después baronesa de Masham, interpretada en este filme por Emma Stone. La única actriz estadounidense en el reparto encarna a una prima lejana de lady Sarah, quien llega a la corte para trabajar como criada de la reina Ana. Con su encanto, pronto se gana el cariño de Su Majestad, lo que desata la ira y los celos de Churchill.
