Aquellas compañías en las que la sostenibilidad se transforma en una práctica arraigada obtienen mayor rentabilidad.
De un tiempo a esta parte, no hay seminario, premiación o foro al que me hayan invitado que no se hable de sostenibilidad. Y es que, más que una palabra de moda o un lugar común se trata de un concepto que se ha instalado en el ámbito global, adquiriendo gran relevancia en el lenguaje económico, político y social.
En términos simples, se refiere a un tipo de desarrollo que satisface las necesidades del presente, sin comprometer la habilidad de futuras generaciones de satisfacer sus propias necesidades. Siguiendo esa línea, una empresa sostenible es aquella que crea valor económico, medioambiental y social a corto y largo plazo, contribuyendo así al progreso de las generaciones presentes y futuras.
En el entorno latinoamericano, Chile figura entre los países con el tipo de desarrollo más sostenible, pero en el contexto de los miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, se ubica en el último tercio, con indicadores más frágiles.
Las empresas, como motores de desarrollo económico, tienen una responsabilidad enorme con las comunidades donde están inmersas y sus metas no solo deben limitarse a la creación de empleo y riqueza, sino a la protección del medioambiente y el desarrollo del entorno social.
De acuerdo con un estudio de The Centre for Social Responsibility in Mining y Harvard Kennedy School, los grandes proyectos que involucran inversiones de entre US $3 mil millones y US $5 mil millones enfrentan un costo cercano a los US $20 millones semanales, debido a conflictos con comunidades.
Considerando el gran desafío que implica este tema, desde 2014, la Escuela de Negocios de la UAI cuenta con un Centro de Sostenibilidad Empresarial, cuyo objetivo es desarrollar investigación que respalde prácticas y estrategias de sostenibilidad de empresas locales. Además, desde el año pasado, y en conjunto con la Sofofa, entrega el Premio de Sostenibilidad Corporativa que se otorga a la compañía que haya logrado el mejor desempeño en gobernanza, medioambiente y sociedad.
Este asunto cobra más relevancia en tiempos en los que las instituciones están siendo fuertemente cuestionadas y es imperioso recuperar las confianzas. En el nuevo escenario deben aprender a mirar el negocio desde otra perspectiva.
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