jueves , 28 noviembre 2024
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La Fiscal General y los cantos de sirena

Ya he citado varías veces la sabia sentencia popular que reza,” Quien te quiere, te aporrea”, cita que he reiterado para que se comprenda que la crítica no es la consecuencia de un mal querer –en absoluto– sino de preocuparse por aquel que nos importa. Y así, si no me importara, dejaría pasar –sin más– los errores políticos de la Fiscal General, errores que comprometen su mandato y su futuro.

Pienso que se hizo daño cuando después de haber declarado tajante y categóricamente –no una sino varias veces– que no buscaría la reelección, terminó diciendo alentada por la upa que le hiciera el Comisionado (una upa carente de tino) que “consideraría” buscarla, pretensión que no tendría nada de malo si no fuera porque que, al afirmarla, se desdijo de sus palabras anteriores: Falta de firmeza en sus decisiones, la imagen –en el mejor de los casos– pero que suena también –más grave aún– a artimaña y engaño esperar el momento propicio para retractarse de lo dicho y buscar la reelección. Para bien suyo volvió a desdecirse –menos mal– y regresó a lo que había anunciado anteriormente, que no intentaría reelegirse pero, para entonces, se había hecho ya el daño que se hizo.

De igual forma –deslumbrada por otros cantos de sirena– no sé si también del Comisionado o tan solo de la clase mediática y de grupos que se especializan en cantarlos , ha venido a decir, en varias ocasiones, que podría considerar una eventual candidatura presidencial, declaración política que la expone al entredicho propio de los vaivenes políticos y que viene a apuntalar la idea de que las acusaciones penales –a través de shows mediáticos– han perseguido fines distintos que los que le corresponden a la acusación penal.

Se puso la Fiscal General a la altura de los políticos en plena arena política y empieza a tener reacciones políticas, tal la tenida de parte del Vice Presidente del Congreso que la tilda de querer eliminar –a través de las acusaciones mediáticas– a posibles contendientes.

El mandato de la Fiscal General se encuentra ya a punto de vencer –concluye el próximo 18 de mayo, ni un día antes, ni uno después– distando de esa fecha tan sólo cien y tantos días –semana Santa de por medio, y– el consejo que me permito darle –consejo no pedido pero que me lo agradecerá algún día– es que se abstenga de hacer campaña política en el tiempo que le resta de mandato (que deje de referirse a sus aspiraciones políticas, las tenga o no) analice muy cuidadosamente el uso mediático de las acusaciones penales y se dedique a hacer exclusivamente lo que le corresponde, velar por el estricto cumplimiento de las leyes y perseguir a sus infractores.

Son muchísimos quienes guardan prisión provisional, medida excepcional que sólo debe dictarse y sostenerse si existe peligro de fuga o de que –con la libertad– se obstaculicen las investigaciones –lo que en la mayoría de los casos, si alguna vez aplicó, ya no aplica– muchas las prisiones provisionales, decía, pero pocas las sentencias. Cuando cesen los cantos de sirena, cuando se encuentre ya en su casa, será el momento de evaluar su eventual participación política; La clase mediática no es más que un engaña bobo cuyo encanto se debe superar y para ello nada mejor que la reflexión en el seno del hogar, cuando ya lejos del poder.

Es El Quien da la autoridad y Quien la quita. No lo olvide la Fiscal General ni coma ansias que no debe comer: ansias que indigestan. Thelma Aldana es una mujer que por su tesón, admirable, llegó a estar donde se encuentra, habiendo empezado en el Organismo Judicial por los oficios más humildes hasta llegar a su propia Presidencia, desde los de limpieza hasta los de comisaría, oficialía, secretaría, judicatura, magistratura de sala y de Corte Suprema y Presidencia. Toda una vida, desde abajo hasta la cumbre, y que estuvo a punto de truncar la CICIG cuando la tachó para ser electa Magistrada relacionándola, nada más y nada menos, temeraria con los “jueces de la impunidad. “Sin conocerla personalmente, pero puesto en autos de su trayectoria, la defendí entonces precisamente cuando la clase mediática, la misma que ahora la lisonja estuvo a punto de hundirla para siempre.

La conocí personalmente cuando postulantes para el cargo de Fiscal General y, sin cita previa, invitado por ella, invitación improvisada hablamos por más de una hora, oportunidad que tuve para aquilatarla en cuánto vale. Dos veces la visite como Fiscal General y encontré en ella a la misma persona amable, dispuesta a oír y , exponiendo los propios, a ampliar el ámbito de sus conocimientos.

Nadie es perfecto y menos aún el desempeño de la función pública, siempre con luces y sombras, aciertos y errores. Que pesen más sus aciertos y sus luces, aciertos y luces que no se desvanezcan en los inevitables entredichos políticos. El Comisionado de la CICIG, al final de cuentas, ave de paso. La Fiscal General, guatemalteca, y esta, su patria. Antes de pensar en algo más, concluya su periodo constitucional y la importante función que el Presidente de la Republica –por mandato constitucional expreso– la llamó a servir

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