Necesitamos cambios verdaderos, estructurales, donde esté el tema de la familia como fundamento de la sociedad.
No menos que congratularnos por los operativos contra la extorsión, el chantaje, el asesinato y el secuestro, también ahora, tendremos una nueva Ley Electoral y de Partidos Políticos que; sin embargo, no llena las expectativas de los guatemaltecos manifestadas en abril del año pasado y de las corrientes de cambios en la estructura constitucional del país. En fin, necesitamos cambios, y cambios verdaderos, estructurales, en los que debe estar el tema de la familia como fundamento sólido de la sociedad. No obstante, está excluido como si no fuera una responsabilidad de todos, ni de suma importancia.
Las cárceles se llenan y lo que más llama la atención ahora, con raras excepciones, es la delincuencia generalizada en mujeres de toda edad y de jovencitos involucrados en pandillas. La sobrepoblación carcelaria produce un fuerte impacto en los egresos del Estado para mantener miles de bocas ociosas proclives a seguir delinquiendo, mientras que los niños en edad escolar tienen un presupuesto limitado para su refacción. Y ¿dónde está la familia en todo esto? No debería estar, si estos fueran hechos aislados, pero son un fenómeno social porque se ha formado y deformado el núcleo familiar, ya no hablemos de la desintegración familiar que es un tema que hemos abordado en varias oportunidades, porque ocurre otro factor que silenciosamente se torna en un volumen incontrolable e inadvertido, es la falta de amor.
Hay familias en las que no hay amor, hogares que no son refugio del amor incondicional de los padres a los hijos, donde no existe la disciplina, sino el rigor del castigo que no educa, que no orienta, que no llena el alma, que crea rencor, odio, porque si no se dan bofetones, se dan puntapiés.
La Biblia dice que el hijo no debe despreciar la disciplina del Señor, porque disciplina a los que ama, como lo hace un padre a su hijo querido. Hay padres que dan amor por lo que el hijo hace y no por lo que es: un hijo.
Hay niños que viven en un hogar de agresión verbal y física entre sus padres y para con ellos. Encuentran el cariño de un amigo en la calle, buen amigo para él, pero mala influencia porque lo lleva al final a ser parte de los hacinamientos carcelarios. Hay que orientar para que en la familia se sepa corregir, orientar y amar.
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