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Juan José Arévalo Bermejo (1904-1990) y la ciudad de Guatemala (I)

Oscar Peláez Almengor, Ph.D. (Tulane University, 1996).
Profesor Titular XII
Centro de Estudios Urbanos y Regionales
Universidad de San Carlos de Guatemala

Curiosamente el expresidente Juan José Arévalo Bermejo (1904-1990) introduce su libro: Memorias de aldea (Guatemala: EDITA,1980) con una reseña de sus ancestros, en donde su madre y su padre destacan en los roles centrales, luego su memoria aborda recuerdos, enmarcados en tiempo y espacio. 

En ese discurrir se tocan temas importantes como el paisaje de la ciudad de Guatemala. Estas líneas son una breve invitación a conocer mejor nuestro pasado. Así, empezaremos por el recuerdo de sus padres quienes jugaron un papel trascendental en la vida del estadista, para continuar con la capital guatemalteca, en donde dibuja los lugares que visitó durante sus años escolares, culminando antes de los “terremotos de navidad” (1917-18).

Mariano Arévalo Bonilla, nació el 26 de julio de 1869, hijo de doña Ana Cleta Bonilla Valladares y don Juan Arévalo Ávalos, hijo único de aquel matrimonio, mitad Arévalo mitad Bonilla, de Ana Cleta ganó cierta gracia simpatia y de Juan Arévalo humildad y orgullo.

Fue en Taxisco el abogado de los pobres, en cuya defensa conquistó las primeras enemistades.

Lo describe Arévalo Bermejo, así: “Eran sus ojos de color miel, las cejas pobladas y cimarronas, la nariz recta y un poco gorda. Las orejas transparentes y amplias, amplia también y lo bulosa  de la frente, los pómulos muy abultados, la mandíbula inferior saliente y maciza.

En el centro de esa mandíbula, un hoyuelo irregular. La cara recia suaviza sus rasgos con una sonrisa pronta o concierto rictus al hablar. Su cabeza de pelo corto y poblado, algo apachurrada atrás, se sentaba sobre gruesa nuca. La tez blanca, ligeramente rosada cuando un niño, rubicunda siempre, desmejoró un poco por un paludismo juvenil y se tostó más tarde por sus trabajos a pleno sol.” (Ibíd. pág. 8).

Las luchas sociales de su entorno, tampoco le fueron ajenas, Arévalo Bermejo, nos relata que don Mariano: “Fue en Taxisco el abogado de los pobres, en cuya defensa conquistó las primeras enemistades y no pocos odios… Marianito (para los parientes) o don Mariano (para los demás) se hizo cargo, sin nombramiento ni elección, de aquella abogacía legal y moral, y su voz protestante fue como un consuelo para los desamparados.

Mostró para ello coraje suficiente, se creía y se había algo así como el tribuno de la plebe…Por cierto que en tres oportunidades lo eligieron para alcalde…Mariano no hizo estudios después del último grado de la elemental, como entonces se decía…En su manera de vestir demostraba humildad y decoro. Hombre de trabajo en el campo, agricultor y ganadero, jinete maestro, vestía habitualmente conforme al oficio. (Ibíd. págs. 8 a 13). Ayudándonos a comprender estas líneas la estima y admiración que Juan José Arévalo profeso a su padre.

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