miércoles , 27 noviembre 2024
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Ex Nihilo Nihil Fit

Frank Gálvez 

Locutor y periodista
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Subsiste una patente dualidad en la humanidad: somos animales gregarios que poseemos estructuras sociales que nos permiten desenvolvernos, pero al mismo tiempo limitan nuestro horizonte. Coexistimos como intelectos compartidos que alcanzan su pináculo cuando sus ciudadanos honran sus raíces y entorno, pero palidecen en el engaño cuando solo se reverencian a sí mismos y al individualismo vano de sus acciones.

Nos hemos convertido en tecno-dependientes (en lugar de solo servirnos de los avances de la técnica moderna), y por ello se ha perdido en gran medida la capacidad de crear, imaginar y decidir por nuestra cuenta.

Entonces: ¿La sociedad cambia a las personas o las personas cambian a la sociedad? Es un vals perpetuo. Ciertamente la gente construye a las sociedades. Pero una vez que se han concretado sus cimientos las estructuras pueden ser difíciles de cambiar, y es por eso que desfilaron unos doscientos años desde el feudalismo y las monarquías absolutas hasta nuestras democracias actuales.

”Debemos reformar la sociedad antes de poder reformarnos a nosotros mismos“. George Bernard Shaw.

Nuestra cosmovisión y comportamiento hoy, es muy diferente de la que tenían los individuos del ayer. Precisamos invertir nuestras actitudes pancistas en acciones filantrópicas; comprometernos a dejar de priorizar el beneficio propio a expensas de los demás y comenzar a centrarnos en cómo podemos complementarnos y favorecernos mutuamente.

Grandes figuras forjaron en el pasado estos cambios, pero en el presente dejamos de lado que nuestras instituciones también nos han cambiado a nosotros. Si queremos cambiar la sociedad, solo necesitamos cambiar nuestras maneras hacia los demás. Nuestras actitudes internas crean nuestra realidad externa, y el aspecto más importante a transformar es la forma en que nos relacionamos. Impulsados por nuestra naturaleza inherentemente egoísta y justificadora, instintivamente desconfiamos del prójimo, competimos sin motivo, acumulamos recursos, y muchas veces tenemos éxito a expensas de los demás.

Si bien este espíritu insaciablemente competitivo ha llevado a la humanidad hacia el progreso, hoy en nuestras nuevas condiciones evolutivas, globalmente integradas e interdependientes, este proceder instintivo se ha convertido en destructivo. Por lo tanto, debemos aprender a construir colaboraciones que se integren entre sí por encima de la conducta irreflexiva, canalizando nuestros impulsos hacia objetivos colectivos positivos que beneficien a Guatemala. Hemos de cambiar nuestros sistemas de valores si queremos ser parte del mundo del futuro.

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