Este mundo es nuestro

Significa pensarnos en relaciones sin violencia, en donde las prácticas de discriminación, racismo y maltrato hacia las mujeres sean siempre intolerables.

Podría parecer obvia la afirmación de que el mundo es de quién lo habita, pero en la práctica hay muchas movidas y relaciones retorcidas que hacen que esto no sea tan cierto.

Vivimos en un mundo que privilegia el tener y el aparentar frente al ser y vivir en libertad. Y para las mujeres esto es más complejo, porque se ve como normal que tengamos que sentir miedo a muchas cosas, a quedarnos “solas”, sin

hijas/os o marido, a andar por la calle, a no tener quién nos mantenga, a ser vistas como fáciles, a ser vistas como malas mujeres. Todo esto es expresión de un modelo patriarcal que establece el poder de dominio como el sentido común de las relaciones en los diversos ámbitos de la vida.

En esta columna que inauguramos y que compartiremos con la colega Majo Rosales, estaremos develando las formas en que este sistema patriarcal hace ver como normales los sentimientos, gustos y expectativas sociales, políticas y económicas que generan desigualdad, empobrecimiento, misoginia y exclusión social, y cómo se ven como excentricidades algunas propuestas y posturas feministas. Concebir que este mundo es nuestro: de personas –mujeres y hombres- y demás seres vivos con los que coexistimos, implica apropiarnos de él hacia la convivencia en armonía y equilibrio. Significa pensarnos en relaciones sin violencia, en donde las prácticas de discriminación, racismo y maltrato hacia las mujeres sean intolerables y desate la indignación y rechazo social sin excepción.

Hoy nos enfrentamos con la desaparición, trata, secuestro, asesinato de mujeres, o la violación masiva de niñas y, como consecuencia de ello su embarazo precoz. La sociedad en lugar de indignarse frente al hecho o frente a quienes cometen el delito de violentar, presionan a mujeres y niñas a soportar las implicaciones de esa violencia. Hoy por hoy la violación sexual es el delito por el cual se estigmatiza a las mujeres violadas, en lugar de sancionar al violador. Esto no puede seguir así. Un mensaje en redes sociales dice “en lugar de enseñar a las mujeres a defenderse, enseñemos a los hombres a no violar”.

Por eso queremos afirmar que este mundo es nuestro, porque creemos firmemente en la posibilidad de reflexión personal y colectiva, para avanzar a un sentido común diferente, que cuestione lo que se ve como normal, para identificar en qué medida es un mandato que tiene un objetivo en ese engranaje de privilegios acumulados que se logran a partir de someter a otros y a otras.

El mundo está en nuestras manos, es posible vivir en paz reconociéndonos como seres sentipensantes, con el derecho a la decisión, a la disidencia, al respeto recíproco de las diferentes formas de pensar, ser y vivir, en cooperación y alegría.