martes , 3 diciembre 2024
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En su cabeza, estaba ella

Frank Gálvez Locutor y Periodista [email protected]

Oliver Sacks, en su libro El Hombre que confundió a su mujer con un sombrero, cuenta la historia de un caballero, al que se refiere como Doctor P, profesor de música y consumado cantante, quien un día notó que no distinguía los rostros y rasgos de sus alumnos.  Luego, gradualmente desconoció incluso a su propia esposa. 

Este sujeto no tenía demencia, era definitivamente inteligente, sociable, con un agudo sentido del humor y, sin embargo, no era capaz de reconocer las cosas simples de la vida, pues confundía los hidrantes y parquímetros con niños pequeños; salía descalzo, pues creía de buena fe que sus pies eran zapatos y como el título del libro indica, pensaba que su propia esposa era un sombrero, llegando al extremo de levantarla para tratar de colocársela en la cabeza. Sin embargo, identificaba sólidos platónicos sin esfuerzo y también las figuras estilizadas de la baraja de naipes, o el cabello y el bigote característicos de un retrato de Einstein. Al parecer, él observaba el mundo como una computadora, en su mente se plasmaban características clave y relaciones esquemáticas de manera lenta e ineficaz.  Esto se reflejaba en su escasa destreza para reconocer caras, escenas y muchos objetos que para cualquiera son fáciles de registrar. 

Al final, se determinó que Doctor P padecía un caso severo de “agnosia visual” o “afantasía”. Francis Galton definió este fenómeno por vez primera en 1880, ​explicando que la afantasía es análoga al daltonismo. 

Las personas afectadas por esta condición no tienen la habilidad de ver el mundo como el resto. Si bien no es una enfermedad como tal, ellas no imaginan o mentalizan. Aun así, son excelentes siguiendo una rutina diaria. Precisamente, encerrarnos en un bucle de actividades programadas, que no requieran el don de imaginar, es lo que nos llevaría a padecer un estado similar. La creatividad y la imaginación son herramientas importantes en el ámbito social, laboral y familiar, donde el pensar fuera de la caja es una habilidad obligatoria en pleno siglo XXI, y más con la nueva normalidad que venimos atravesando en los últimos meses. 

El poder de la visualización positiva es lo que ayudará a construir un futuro brillante. Tendremos una Guatemala mejor, siendo creativos. No permitamos que nuestra imaginación se oxide. 

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