miércoles , 27 noviembre 2024
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El qué y el cómo en la educación universitaria (IV)

El peligro surge cuando el modelo educativo olvida su papel.

En toda reforma educativa las competencias no deben limitarse a una disciplina, son más que eso y deben ser entendidas holísticamente; es decir, integralmente. No se trata de que se provea a los estudiantes de habilidades técnico-científicas  para emplearlas en una empresa privada o entidad estatal, sino que al adquirirlas, sepan cómo aplicarlas dentro del contexto social para el bienestar general y desde luego, de la persona.

El médico que olvida y hace a un lado el juramento hipocrático, anteponiendo sus intereses económicos, pervierte la meritoria función que tiene en la comunidad. No se espera que su labor no sea remunerada dignamente, sino que se evite lucrar con la salud y la vida de las personas.

El ser humano no está destinado exclusivamente a generar riqueza, esta solo es un medio para adquirir la verdadera condición de seres humanos, a través del desarrollo de su espiritualidad. Para el capitalismo las competencias son el esfuerzo individual para adquirir destrezas con el fin que, el individuo, ascienda de posición  en la estratificación social. Eficientar el trabajo de sus empleados, buscan los empresarios y desde luego, la administración pública, a partir del pleno desenvolvimiento de particulares destrezas y habilidades, por medio de una formación  por competencias.

El peligro surge cuando el modelo educativo olvida el papel que tiene todo sujeto  dentro de una sociedad, que no es simplemente ser una pieza más del engranaje del capitalista, sino constituirse en factor de cambio de situaciones injustas y caóticas que se suscitan en esta y propiciar su desarrollo. Siendo así, los intereses individuales no pueden estar divorciados de los sociales, por ello es imprescindible la ética en la formación de todo nuevo profesional, que se extiende al desempeño de sus funciones.

La formación individual del estudiante no puede estar al margen de su inserción social, lo cual conlleva el bienestar no solo de la persona, sino de la comunidad. El qué en la educación, debe ser reevaluado en función de los fines de la sociedad, lo que implica que el cómo esté inserto en aquello que se espera del proceso. Se olvidan los que reducen las competencias a un proceso lúdico que el alumno construye conocimientos, que tal proceso educativo es más que eso; en el que desempeña un papel esencial el docente quién no solo es facilitador, sino también el orientador en dicho proceso.

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