miércoles , 27 noviembre 2024
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El final de un matrimonio nefasto

No más consentimientos a los vicios del pasado que tanto daño le han hecho a nuestra nación.

En definitiva, la forma de hacer política y de administrar la cosa pública en el país, debe cambiar por el bien de la población y del futuro generacional. El sistema debe cumplir con la transparencia y la credibilidad, llenando las expectativas de sus habitantes y no aprovecharse de ellos. Las enseñanzas dejadas por las principales figuras políticas del Partido Patriota no pueden echarse en saco roto, mucho menos olvidarse, para no repetir un pasado amañado, fraudulento y saturado de corruptelas por donde quiera verse, merced a un sistema retorcido y diseñado estructuralmente para infringir las leyes, burlarse de la justicia y, por ende, de la ciudadanía.

No es posible que sigamos amamantando a políticos marrulleros que se escudan tras las agrupaciones partidarias para asaltar a la institucionalidad. Por supuesto, dándole la espalda a la gente que creyó en las promesas de campaña que hicieron a sus comunidades para conseguir la venia de sus seguidores en las urnas.

Indiscutiblemente que la labor realizada por el Ministerio Público (MP) y la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) ha zarandeado y desarticulado a las estructuras criminales incrustadas en las entidades que por años han cooptado al Estado y ha puesto a disposición de los tribunales de justicia a funcionarios públicos y privados que obedecieron intereses espurios e insidiosos. De esa cuenta, hoy, los poderes paralelos pretenden agruparse para salvaguardarse y desacreditar la labor desempeñada por el MP y la CICIG, desprestigiando la imagen de sus máximos representantes, utilizando los medios a su alcance para desinformar, crear zozobra y desorientar.

Sin duda que se veía venir el aluvión de los poderes oscuros concentrados en derribar la muralla contra la corrupción que se ha convertido en un obstáculo para delinquir a su anchas dilapidando los recursos del erario nacional, pues luego de los golpes certeros propinados por la justicia reaccionaron, como ha sido su costumbre, por medio de campañas difamatorias y de infundir miedo como principales elementos.

Sin embargo, dichos poderes no deben descartar que abril del año pasado dejó prendidas las alarmas contra la corrupción y la impunidad. Razón por la cual, los ojos de la población estarán vigilantes de sus pasos, prestos y dispuestos a aglutinarse nuevamente si es necesario para reclamar que se cumplan las demandas externadas en las manifestaciones pacíficas del año pasado que dieron vida a la novata forma de hacer política en el país, con transparencia, idoneidad, honestidad y probidad.

No permitamos que intenten engañarnos una vez más, pues seguramente se disfrazarán de ovejas para llevarnos al despeñadero. No más consentimientos a los vicios del pasado que tanto daño le han hecho a nuestra nación. Debemos permanecer con los sentidos aguzados para enfrentar cualquier artimaña que intente desestabilizar el trabajo de la justicia. Hasta aquí llegó el matrimonio de los políticos con la corrupción.


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