miércoles , 27 noviembre 2024
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El Centro Comunitario para el olvido

Lo maravilloso de las redes sociales es que son una buena plataforma para interactuar con personas que comparten gustos musicales similares y, por supuesto, gustos diferentes. Me parece que en eso radica la belleza de ese vasto universo. Dejando de lado, claro está, a uno que otro imbécil con nada que decir y acceso a likes y shares. Democracia virtual y libertad de expresión al fin y al cabo, pero ese es tema para otro tipo de espacio. Aquí nos interesa la música. 

Fue mediante uno de mis contactos que me enteré acerca del nuevo proyecto de los formidables y laureados compositores norteamericanos, Conor Oberst y Phoebe Bridgers. A los dos los conocía por sus trabajos por separado, a Conor con el grupo Bright Eyes, y a Phoebe con Boygenius. Para nuestra suerte, esta vez unieron fuerzas y crearon el disco Better Oblivion Community Center.

El material es una joya de un muy agradable indie alternativo, grabado en el verano de 2018, y que vio la luz a principios de este año. Es innegable el gran trabajo de ambos en este álbum. Por un lado está la experiencia de Conor, y su larga trayectoria con Bright Eyes, sumado a la melancolía en la voz de Phoebe. 

La producción se vuelve una especie de experiencia cósmica. Y,
cuando digo eso, me refiero a la tranquilidad de sus melodías, a pesar de que este debut se llenó de lamentos solitarios nocturnos y de odas a amigos que murieron demasiado jóvenes. Todo cantado con una claridad que hizo que este disco tuviera una vibra tan caótica como consoladora. 

Pareciera que es difícil pensar en cómo el caos y el consuelo pueden algunas veces funcionar juntos. Sin embargo, este material es un perfecto ejemplo para cuando no se encuentran las palabras para explicarlo. Escribo esto mientras escucho Dylan Thomas, uno de los cortes que más me gustó, en un lunes de un año que empezó como una montaña rusa, al menos para mí. 

El nombre del álbum me viene a la perfección, porque justamente hay días en que no vendría mal internarse en un centro para el olvido. Y, si me lo preguntan, este disco es perfecto para llevarlo a ese lugar si existiera. Así, por algunos días, lo único que tendría que hacer es observar lo que sucede a través de una ventana, sin tener que preocuparme por nada. Sin horas de visita, disfrutando plenamente del placer de olvidar y mandar todo al carajo.

Para escuchar: Dylan Thomas, Big Black Heart, Didn’t Know What I Was in For, Service Road y Sleepwalkin’.

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