miércoles , 27 noviembre 2024
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El agua y la alimentación

Sr. QU Dongyu
director general de la
Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la
Agricultura (FAO)

El Día Mundial de la Alimentación de este año rinde homenaje a uno de los recursos más preciados del planeta: el agua. Resulta esencial para la vida en la Tierra. Cubre la mayor parte de la superficie del planeta, constituye más del 50 por ciento de nuestros cuerpos, nos ayuda a alimentarnos, apoya los medios de vida y es fundamental para cumplir la Agenda 2030.

Entonces, ¿cómo debemos abordar el complejo reto de proteger nuestros recursos de agua dulce y los sistemas alimentarios acuáticos de la contaminación y los efectos de la crisis climática, garantizando al mismo tiempo que las personas tengan igualdad de acceso al agua? Dado que cerca del 70 por ciento del agua dulce se destina a la agricultura, la tarea más crucial es cambiar la forma en que producimos nuestros alimentos, fibras y otros productos agrícolas.

El agua dulce no es infinita y tenemos que dejar de dar por supuesto que lo es. A menos que actuemos con urgencia, vamos camino de aumentar nuestro consumo de agua a nivel mundial en más de un tercio para 2050, dada la creciente población de nuestro planeta. El crecimiento demográfico, urbanización, industrialización, desarrollo económico y crisis climática amenazan nuestros recursos hídricos y la seguridad alimentaria mundial.

Tenemos que trabajar juntos para gestionar un recurso finito y precioso

Todo ello, combinado con la contaminación del agua, la extracción excesiva y la falta de una gestión coordinada, ha creado una compleja mezcla de retos superpuestos. Siendo los pequeños agricultores, en especial los pobres, las mujeres, los jóvenes, los pueblos indígenas, los migrantes y los refugiados, resultan los más vulnerables.

En el centro de la búsqueda de un equilibrio para hacer frente a estos retos combinados debe estar el garantizar agua suficiente para la agricultura, conciliando al mismo tiempo las necesidades hídricas de otras actividades económicas que compiten entre sí, en especial a medida que se acelera la urbanización.

La buena gobernanza es crucial para la asignación sostenible y equitativa del agua, a través de un enfoque integrado e inclusivo en el que intervengan todas las partes. La inversión en prácticas innovadoras y eficaces de gestión de los recursos hídricos es vital, incluidas las tecnologías modernas de riego y almacenamiento y las soluciones basadas en la ciencia para hacer frente a la escasez de agua y controlar las inundaciones. Podemos trabajar y estamos trabajando para que estas cosas sucedan.

Los mecanismos de financiación y las inversiones adecuadas, en la escala correcta y a gran escala, son fundamentales para construir y mantener infraestructuras que requieren grandes inversiones de capital. Las soluciones basadas en la resiliencia son fundamentales.

Dar prioridad a las infraestructuras verdes y azules para promover la agricultura y la pesca, respectivamente, puede mejorar la calidad del agua, mantener la biodiversidad y proporcionar otros beneficios a los sistemas agroalimentarios y las zonas rurales.

Podemos y debemos hacer más, juntos, y todos los actores deben hacer sus aportaciones, distintas pero interrelacionadas. Los gobiernos deben diseñar políticas basadas en la ciencia y en datos objetivos que aprovechen los datos y la innovación, y coordinar los distintos sectores. Nuestros agricultores deben convertirse en agentes de la gestión de los recursos hídricos.

Las empresas deben convertirse en administradoras del agua. No debemos dar por hecho que habrá agua siempre. Permítanme subrayar una vez más que todos debemos dejar de presuponer que el agua estará ahí siempre.

Tomar decisiones informadas sobre los productos que compramos, desperdiciar menos agua y prevenir el riesgo de inundaciones y la contaminación son formas sencillas de que todo el mundo contribuya con medidas positivas en favor de un futuro próspero para las personas y el planeta. Son fundamentales para lograr lo que en la FAO denominamos las cuatro mejoras: una producción, una nutrición, un medioambiente y una vida mejores, a fin de no dejar a nadie atrás.

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