miércoles , 27 noviembre 2024
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Cuando Jesús dice que sí, nadie puede decir que no

Frank Gálvez 

Locutor y Periodista

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La Pascua como se sabe es de origen hebreo, y cae en una fecha móvil justo el domingo siguiente al plenilunio de primavera.

Mientras para los hebreos recordaba la liberación del pueblo de la esclavitud de Egipto, para los cristianos conmemora la pasión, muerte y resurrección de Cristo, hechos acaecidos durante las celebraciones de la Pascua judía.

La resurrección, tal como se narra en el Nuevo Testamento, significa la victoria sobre la muerte y el pecado, ofreciendo a los creyentes esperanza y redención.

Jesús es lo concreto y final de la existencia, el sentido de la vida para todos los que han vivido, viven y vivirán. El impulso de toda oración.

El punto de arranque de toda iniciativa, el ala de toda novedad y la risa llena de alegría de la eterna juventud.

Recordemos las tres virtudes que caracterizan a los discípulos del resucitado: La alegría de haber conocido al Señor, la audacia de caminar a su lado y la libertad para proclamarlo en todas partes para dar la vida por El y por su causa. Por otro lado, el simbolismo de la renovación también se refleja en la naturaleza, ya que la Pascua suele coincidir con la llegada de la primavera en el hemisferio Norte, cuando los paisajes inactivos despiertan con flores y verdor, manifestando vida nueva.

”Dichosos aquellos que creen sin haber visto“ (Juan 20:29)

Asimismo, la Pascua sirve como recordatorio de los valores de la compasión, el perdón y el amor.

La historia del sacrificio y restauración de Jesucristo ejemplifica estas virtudes, inspirando actos de caridad y buena voluntad.

Muchas comunidades aprovechan la Pascua como una oportunidad para brindar caridad y ayuda a los necesitados.

De esta manera, la Pascua se convierte no solo en un momento de celebración sino también en un catalizador para un cambio social positivo, fomentando la empatía y la solidaridad entre individuos y comunidades.

Al final, la Pascua tiene un significado multifacético como tiempo de renovación, tradición y celebración. Sirve como una luz de esperanza y alegría para gente de todo el mundo.

Mientras nos reunimos con nuestros seres queridos, reflexionamos sobre el pasado y abrazamos la promesa de nuevos comienzos, la Pascua nos recuerda el poder duradero de la fe, la familia y la unidad para moldear nuestro entorno.

Todos recibimos de la vida lo que ponemos en ella. ¡Pongamos alegría y bondad en las nuestras y creamos en Aquel que ha hecho posible lo imposible!

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