La película colombiana Siembra, una cinta en blanco y negro sobre el drama de los desplazados en Colombia, se alzó el sábado con el gran premio del Festival Cinelatino de Toulouse (suroeste de Francia).
La cinta, ópera prima de Ángela Osorio y Santiago Lozano, aborda con excepcional fineza la historia de un padre que añora regresar a la tierra que tuvo que abandonar, a causa del conflicto armado de más de medio siglo en
Colombia.
“Para nosotros era importante pensar, en el contexto del conflicto armado, en la manera en la que el movimiento de personas, que implica también un movimiento cultural, está transformando el territorio colombiano”, dijeron los directores. “Otro elemento era mirar el desplazamiento no solo como algo violento, sino también reflexionar en la manera en la que podemos cerrar las heridas abiertas y pensar en el mañana”, añadieron.
La historia
El conflicto interno colombiano, que a lo largo de más de medio siglo ha involucrado a las FARC y a otras guerrillas, así como a paramilitares y fuerzas del Estado, deja ya más de 7.5 millones de víctimas según cifras oficiales, de las cuales 6.6 millones son desplazados.
El jurado de este festival, una de las más importantes muestras de cine latinoamericano en Europa, otorgó una mención especial al largometraje Días extraños, una oda a la juventud y a la libertad, dirigida por el colombiano Juan Sebastián Quebrada.
Los miembros del jurado destacaron la “irreverencia” de este retrato de una joven pareja colombiana que vive una relación pasional y explosiva, en un Buenos Aires sombrío.
Grandes promesas en la pantalla
Películas de Ecuador, Cuba y Paraguay fueron también galardonadas en este festival, que ofrece cada año un panorama exhaustivo de la cinematografía latinoamericana más reciente.
El premio otorgado por votación de los espectadores presentes en las proyecciones de las películas participantes, fue para el drama cubano El acompañante, de Pavel Giroud.
La cinta ubica su trama en la década de los 80, cuando en la isla caribeña los enfermos de sida eran recluidos de forma obligatoria en sanatorios bajo régimen militar, de los cuales podían salir únicamente una vez a la semana con un acompañante designado.
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