La nostalgia está retratada con baños de sol en It Chapter Two y Once Upon a Time in Hollywood. Ambas cintas cuentan el final de la inocencia: en un verano del 69, en el caso del filme de Quentin Tarantino, y en algún año de los 80, en It.
Tarantino retrata un Los Ángeles lleno de colores pastel, música surf y moda a gogó, típica de la alta alcurnia, así como la moda hippie y contracultural, que alcanzó su auge con el Festival de Woodstock. En este escenario ocurre la historia de Rick Dalton (Leonardo Dicaprio), un actor que está a punto de ser olvidado por la industria, y su doble, Cliff Booth (Brad Pitt), con quien pronto terminará su relación laboral. Sobre ellos nos muestran a una estrella en ascenso, Sharon Tate (Margot Robbie), quien además es esposa del director Roman Polanski.
El realizador nos hace el tour de la ciudad, sus habitantes, los lotes de los grandes estudios y el glamur que los acompaña. La experiencia nos hace soñar acerca de lo que pudo haber pasado, si Charles Manson y su clan no hubieran existido o cometido los infames asesinatos.
It Chapter Two se sumerge en un universo de personajes retorcidos y burlescos, propios del cine de terror sociópata de los años 80. Nos retrata un pueblo llamado Derry, en donde el payaso Pennywise encontró un lugar para vivir y asustar. Esta segunda parte es el regreso a ese sitio, 27 años después de la primera aparición. El Club de los Perdedores venció a la entidad demoniaca, pero hizo un pacto de retorno en caso de que reapareciera.
Beverly Marsh (Jessica Chastain) dejó a su padre abusador y lo cambió por un novio abusador. Bill Dembourgh (James McAvoy) es un escritor con novelas de finales malos, y Richie Tozer (Bill Hader) es un comediante. Ben Hanscom (Jay Ryan) es un empresario exitoso y Eddie Kaspbrak (James Ransone) es un abogado. Todos son llamados por Mike Hanlon (Isaiah Mustafa), al darse cuenta que
Pennywise (Bill Skarsgard) volvió. Sin embargo, los perdedores deben enfrentar la realidad, que Stanley Uris (Andy Bean) no podrá acompañarlos en esta cacería.
A pesar de que las dos películas tienen un fuerte metraje, de alrededor de tres horas, hay una intención de crear nostalgia acerca de tiempos mejores. Ambas tienen como tema principal la pérdida de la inocencia en una época de ensueño.
It tiene secuencias de suspenso que culminan en saltos con efectos especiales torcidos que recuerdan mucho a los efectos artesanales de cintas como Alien, Evil Dead y Scanners. Su único fallo son las indigestas secuencias traumáticas que Pennywise infringe, que pudieron ser aceleradas.
En Once Upon a Time in Hollywood se sufre también de personajes que de pronto son innecesarios y que no aportan mucho a la historia. Entonces, tenemos actuaciones desperdiciadas y escenas que no ayudan mejorar el hilo conductor del filme.
Ambas están saturadas con elencos de mucho calibre, pero Tarantino se embelesa tanto por la química de Dicaprio-Pitt que se olvida de Al Pacino o Robbie; mientras que en It se tuvo cuidado en la aparición de todos los personajes. Los dos títulos son cartas de amor a diferentes épocas, y si no nos intimidamos por su duración y nos dejamos atrapar por estos universos, la experiencia sensorial será fascinante.