miércoles , 27 noviembre 2024
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Cuando el cine decepciona

Hace como un año hablé del idiota que va al cine a incomodar a los demás. Aunque nada de eso ha cambiado, hay una serie de elementos que no incluí en ese texto: cuando además de convivir con ese papanatas, elegís una película que en lugar de entretenerte te dan ganas de regurgitar.

De pronto han pasado 90 minutos, o 120, y cuando llega el cénit de la historia nos damos cuenta que perdimos el dinero de la entrada, junto a valiosos minutos de nuestra vida. Es como si quisieras entrar en la película y repararlo todo para que la trama tenga consistencia. Pero como eso es imposible, aferrado a tu butaca pensás que el director merece una lobotomía con aparatos incandescentes.

Soy de los que considera que las cintas deben ser vistas de acuerdo con su contexto. Naked Lunch o Brazil son tan bizarras como entretenidas, pero no las compararía con, digamos, las películas de Marvel.

Cada historia debería ser juzgada por lo que ofrece, según su género. Tomemos la tetralogía Twilight: los Cullen, una familia de vampiros adolescentes, pasa una y otra vez la secundaria. Además, vive una tensión territorial con los licántropos de la montaña. Aparece el triángulo prohibido entre la humana de 16 años, el vampiro “joven” de no menos de 100 años, y un chico lobo de 16 años.

Sucede la batalla de vampiros contra hombres lobo. Liman asperezas y se presenta una nueva amenaza común. Hombres lobo y los Cullen unen fuerzas para proteger a la chica humana que se convirtió en vampiro (y que tuvo una hija vampiro-humana). Y justo cuando queremos saber el final, cuando el pico narrativo de las cuatro cintas está en lo más alto, y pese a ignorar todas las incongruencias del imaginario fantástico del que robaron ideas, ¡zaz!, le ponen un final tan nauseabundo que te das cuenta que te robaron el tiempo que duraron los cuatro filmes juntos.

Cuando cierran un largometraje con un recurso soso, al final te sentís estafado. Cito a Bryan Cox en Adaptation: “¿Por qué diablos tomaron mis preciosas dos horas con su película?”. Eso deberían preguntarse las grandes distribuidoras y directores: “¿Esta cinta cumple su fin, o es una burla para el espectador?”.

Decepción fílmica: The Guardians (Zashchitniki).

El cine ruso de acción tiene una mística muy parecida a la de Hollywood, y aunque a veces es más entretenido, diré que The Guardians no es el caso. Es uno de los ejemplos de cómo se puede desperdiciar mucho dinero en un monumento de estiércol. Se trata de una liga de mutantes proscrita que es llamada por el Ejército ruso a salvar el día. Pura acción y nada de historia, incluso hay un romance innecesario. Sí, los efectos son entretenidos, pero el contenido se cae a pedazos. Ni se le acerque.

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