Rusia, el país más frío del mundo, podría ceder este dudoso liderazgo en los próximos años, ya que también está en una de las zonas del planeta donde más han subido las temperaturas y que más sufren las consecuencias del calentamiento global.
No pasa un año sin que se batan nuevos récords por toda la geografía del país: de temperatura, de precipitaciones, de capa de nieve.
En junio pasado se registraron casi 33 grados de calor en la ciudad ártica de Tura, que está en la misma latitud que la islandesa Reykjavik, mientras que en el sureste de Siberia y en las regiones del Extremo Oriente ruso en este verano se cuentan por miles las viviendas inundadas por históricas precipitaciones y crecidas de los ríos.
“El calentamiento global en Rusia es 2.5 veces más intenso que la media del planeta. La temperatura crece a un ritmo de casi medio grado centígrado cada diez años”, explicó a Efe Yevgueni Tishkovets, experto del Centro Meteorológico Fobos.
Esto es así porque Rusia tiene inmensos territorios en el litoral del océano Glacial Ártico, y es precisamente allí donde con más fuerza está golpeando el calentamiento global, mientras que en los trópicos apenas cambia nada.
El sector ruso del círculo polar ártico “ha sufrido una explosión de calor impresionante, y la superficie de los glaciales se redujo a un tercio, alcanzando su mínimo histórico”, apuntó Tishkovets.
Hay muy pocas estaciones meteorológicas en esa vasta región del país, pero la mayoría registró varios récords históricos de temperatura este verano.
De alguna manera, el tiempo se ha vuelto loco, y mientras los cálidos países del sur de Europa pasan mucho frío en invierno, el norte del continente sufre en verano olas de calor sin precedentes, como la que recorrió hace poco la península escandinava.
“La disminución de la diferencia entre las temperaturas de los polos y el ecuador ha provocado que las masas de aire del planeta circulen sobre los ejes meridionales (norte-sur), en lugar de moverse sobre los habituales latitudinales (este-oeste). De esta forma, el viento lleva de norte al sur el frío ártico en invierno, y del sur al norte el calor desértico en verano”, explica el meteorólogo ruso.
Podría pensarse que Moscú, la tercera capital más fría del mundo, solo por detrás de Astaná y Ulán Bator, no sabe lo que es pasar calor, pero lo cierto es que los veranos en estas latitudes son cada vez más calurosos.
Los termómetros se han acercado a los 30 grados durante gran parte de julio y agosto, mientras que según Tishkovets, lo “normal” para Moscú en estos meses es una temperatura diurna máxima de 24 grados.
Sin embargo, la peor catástrofe climática que recuerda la capital rusa tuvo lugar en el verano de 2010, cuando durante más de 50 días, la temperatura en Moscú y alrededores no bajó de los 30 grados centígrados, incluso de noche, algo sin precedentes para la capital rusa.
Casi mil millones de hectáreas de bosque fueron arrasados entre julio y agosto de 2010 por el fuego causado por la ola de calor, y la capital rusa quedó invadida por el humo de los incendios forestales que prácticamente confinaron la ciudad en un anillo de fuego.
La versión más aceptada del calentamiento global es la intervención del ser humano en la naturaleza, pero Tishkovets pertenece al grupo de científicos que respaldan la otra teoría, la que apunta a que el fenómeno responde a los ciclos climáticos de la Tierra, que se alternan más o menos cada 200 años.
El experto del Centro Fobos considera de hecho que el calentamiento del planeta ya ha alcanzado su pico, “pese a que en los últimos tres años la Tierra ha registrado sus temperaturas máximas desde que existen las mediciones”.
*Con información de EFE.