El 2 de junio de 1948, 4 años después de la Revolución de Octubre y de la firma de la autonomía de la Universidad de San Carlos, nació el Teatro de Arte Universitario (TAU). Desde entonces, esta compañía ha producido y divulgado decenas de montajes, pero también ha desarrollado una importante labor de formación. El cierre de la celebración de sus primeras 7 décadas será el jueves 25, a las 17:00, en la Plaza Oliverio Castañeda, del Campus Central, con la puesta en escena La ley del plátano. Con esa excusa, recorremos parte de la historia del grupo.
Primeros años
De acuerdo con el actor Gustavo Ostrich, director interino del TAU, Carlos Mencos Deká, Mario Roberto Mencos, Roberto Obregón, Carlos Obregón y Rufino Amézquita se cuentan entre los fundadores de una agrupación por la que también pasaron figuras clave de las tablas nacionales, como Hugo Carrillo, Salomón Gómez, René Molina y Ligia Bernal de Samayoa, entre otros.
Al comienzo, la compañía tuvo un giro similar a una escuela de actuación, con diplomados de una duración de 2 a 3 años y de los que egresaron distintos jóvenes. El Instituto Normal para Señoritas Belén fue su primer hogar, y en ese espacio no solo se impartieron clases y se realizaron ensayos, sino también se presentaron algunas obras de teatro. Fue en la década de los 70, con la creación del Centro Cultural Universitario, cuando se trasladó a su sede, en la 2a. avenida 12-40, zona 1 (antiguo
Paraninfo).
Misión
Aunque han pasado 7 décadas, el TAU conserva su propósito inicial: “Ser una ventana de difusión de las artes escénicas locales”, opina Ostrich. Esta idea, recuerda, empezó con los dramaturgos Manuel José Arce y Manuel Galich, quienes promovieron la filosofía de darle a la población un teatro de denuncia y eminentemente guatemalteco.
El intérprete destaca que, a la vez que ser una plataforma abierta a los artistas locales, la compañía se ha visto involucrada en “grandes movimientos y decisiones políticas”. Entre las funciones que se han montado está El Tren Amarillo, de Galich; La chabela en la historia, de Arce y Roberto Díaz Gomar; En las manos de Dios, de Carlos Solórzano, y La Asamblea de las mujeres, de Aristófanes. A esto se suman las creaciones colectivas de alumnos del Taller de Actuación, como Martita.
Dentro y fuera de la sala
Actualmente el TAU cuenta con una sala renovada en iluminación, área de camerinos y butacas. Ostrich resalta, además, los constantes trabajos en conjunto con directores invitados, como el mexicano Jorge Rojas Fernández. Pero su labor no se queda solo en ese sitio. Si algo ha caracterizado a este colectivo es que lleva sus propuestas a los edificios universitarios y al
interior del país.