Abordar esas camionetas con rumbo al interior de la república se convierte en un juego de ruleta rusa para los usuarios.
Son reincidentes, lamentables e indignantes los accidentes mortales que ocurren en las carreteras del país, en manos de pilotos desalmados e irresponsables que conducen las unidades del transporte extraurbano con total irrespeto, no solo a la integridad física de los pasajeros, sino a las disposiciones de tránsito, pues son numerosos los percances viales que cobran la vida de muchas personas.
Abordar esas camionetas con rumbo al interior de la república se convierte en un juego de ruleta rusa para los usuarios, ya que es imposible percatarse si el piloto que lleva el supuesto control del autobús tiene experiencia al mando del timón, mucho menos, si posee por lo menos un poco de pericia al manejar.
Además de ignorar el estado calamitoso y desagradable en el que se encuentran la mayoría de camionetas en el momento de dirigirse hacia su destino, que muchas veces, en el mejor de los casos, es el hospital y, en el peor, el cementerio.
Prueba de ello, el 28 de marzo de este año se produjo un siniestro en el cual perdieron la vida 19 personas y 40 más resultaron heridas por la imprudencia de un piloto del transporte extraurbano que se dirigía a excesiva velocidad de Tacaná, San Marcos, hacia la capital.
Al día siguiente se repite la historia con una nueva fatalidad ocurrida en un autobús en Tecpán, Chimaltenango, en la cual afortunadamente no hubo muertos, pero producto del descuido del chofer, 22 personas resultaron heridas. Verdaderamente, es un juego de ruleta rusa, en el que participan sin querer los usuarios de ese mal servicio.
Pues además de los peligros que diariamente tienen que sortear al abordar dichas unidades, que van desde los asaltos a mano armada o presenciar los asesinatos de pilotos y ayudantes por no pagar las extorsiones exigidas por las bandas criminales, también deben exponerse a la incultura vial de los pilotos, que abusan de la velocidad peleando pasaje, como es costumbre, o conducen bajo efectos de bebidas alcohólicas, la sobrecarga de los autobuses causante de muchos accidentes o, simplemente, conversan cómodamente desde sus teléfonos celulares obviando la existencia de la gente que trasladan.
Les importa un bledo, que en sus manos llevan la responsabilidad de transportar vidas humanas, familias que necesitan de ese servicio para poder cumplir con sus diversos compromisos.
En consecuencia, es necesario que las autoridades competentes se amarren los pantalones y velen por el buen funcionamiento del transporte extraurbano para evitar más tragedias y lamentables pérdidas humanas, exigir a los conductores apegarse a las normas de tránsito.
Para ello, deben imponerse onerosas multas, no solo a los choferes, sino a los propietarios del transporte, confiscarles de por vida la licencia de conducir cuando cometan imprudencias viales, en las cuales hayan muertes, además de requerir el pago de un seguro para los usuarios.
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