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COLUMNAS

Una Justicia en que no creo

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Por graves que puedan ser los crímenes, no creo que se haga justicia condenando a un inocente, y tal parece que podría ser el resultado del proceso que se sigue en contra de Francisco Luis Gordillo Martínez, coronel del Ejército de Guatemala y quien ocupara en su momento la jefatura de la zona militar Manuel Lisandro Barillas, la zona militar de Quetzaltenango.

En esa zona militar, zona militar bajo su mando y, en consecuencia, responsabilidad suya cuanto ocurrido en la misma –responsabilidad institucional– se habría violado y se habría torturado a una mujer, deleznables crímenes que deben castigarse.

Francisco Luis Gordillo Martínez sin que exista prueba alguna en contra suya, sin embargo, prueba en cuanto a que haya participado en los hechos que habrían sido perpetrados o de que alguna forma los haya consentido pudiendo haber responsabilidad institucional de su parte pero no penal –una responsabilidad personalísima–, podría ser condenado en aras de satisfacer la justicia y podría tratarse, en efecto, si se diera, de condenar a un inocente, puesto que su posición de comandante de la zona militar en la que habrían ocurrido los hechos –salvo prueba en contrario, prueba que no aparece en ninguna parte– podría acarrearle una responsabilidad institucional –la derivada de su posición– pero no penal, personalísima.

El colmo sería que también se pretendiera condenársele por un hecho ocurrido en zona distinta, zona esta sobre la cual no ejercía mando alguno, no teniendo ni siquiera en esta una responsabilidad institucional, derivada de su cargo.

La responsabilidad penal de las personas jurídicas no recae necesariamente sobre su representante legal –pudiéndola o no tener–, sino sobre todo aquel que haya participado en los hechos de tal forma que sin su participación no se hubieran podido perpetrar.

Esta es la norma general del Derecho en cuanto a responsabilidad penal de las personas jurídicas –el Estado lo es– y, en consecuencia de obligada aplicación.

Crimen más terrible aún el que se habría perpetrado en la Zona Militar de Guatemala –posiblemente el más terrible de los crímenes– la desaparición forzosa de un niño de catorce años de edad para que se entienda más claro lo que constituye este delito, su detención, sacado de su propia casa, para que nunca más apareciera.

¿Estará muerto? ¿Vivo? ¿Cuánto tiempo, si muerto, se le tuvo vivo? ¿Qué le hicieron? ¿Qué le hacen? ¡Grito desgarrador que no termina nunca! ¿Muerto? ¿Vivo? Condena –sin piedad– a la perpetua angustia…

La desaparición forzosa, el delito, se sigue perpetrando incluso hoy, y no dejará de perpetrarse hasta que aperezca vivo o muerto el niño que fue sacado de su casa para no aparecer nunca.

¿Merecen castigo aquellos que lo hicieron, los autores de este crimen? El más severo de los castigos, y justo es que se clame por justicia y que la inmensa sed de justicia –imposible de satisfacer– pueda aliviarse, al menos. ¿Puede haber alivio alguno? Sin embargo ¿es acaso justicia condenar a un inocente? ¿Existe la culpabilidad penal de Francisco Luis Gordillo Martínez más allá de cualquier duda razonable? ¿Cabe su condena por responsabilidad institucional e incluso sin responsabilidad alguna? La justicia transicional –mal entendida– lleva a que se satisfaga la sed de justicia con unas cuantas condenas, los imputados culpables o inocentes. ¿Qué más da? En unos cuantos, todas las culpas y, así, el resto “redimimos”, ¡qué redención aquella!

¿Estos cuatro, cinco, seis o siete, los culpables de todo?

La solución parecería ser muy práctica –costo, beneficio– y muy sana siempre y cuando no se trate de uno.

¿Qué se paguen en usted –para bien de todos– todas las culpas del conflicto, culpas insurgentes y contrainsurgentes? La responsabilidad, incluso la institucional, es difícil de establecer en un conflicto irregular como el conflicto que vivimos, resquebrajada y hasta inexistente la línea militar de mando.

¿Condena, existiendo amnistía –y no me refiero a la de la Ley de Reconciliación Nacional; sino a las anteriores– amnistías aún vigentes?

No es correcto que sean los tribunales quienes deban de tomar una decisión política, incapaces de hacerlo los órganos políticos del Estado. ¿Existe o no existe amnistía? Si no se quiere la aplicación de las anteriores a la citada ley, deróguenselas, pero, en tanto vigentes, tienen que aplicarse.

La amnistía es una institución ingrata –la no persecución de los delitos perpetrado–, lo he dicho muchas veces, y debo reiterarlo, pero se consideró necesaria para que la paz fuera posible y se pudiera romper con el pasado, imposible el futuro, si a este encadenados.

Con el Grupo de Apoyo Mutuo (GAM) Nineth Montenegro al frente, entonces –en mi caso, Procurador General de la Nación y Jefe del Ministerio Público– elaboramos un proyecto, la creación de la “Comisión Nacional Esclarecedora del Paradero de Personas Desaparecidas”, proyecto que daba poderoso mandato a la Comisión –limitado en el tiempo como debe tenerlo toda Comisión– y cuyos resultados no podían tener consecuencia legal alguna para aquellos que coadyuvasen a esclarecerlos, un proyecto profundamente humano que debería rescatarse.

Que esta Semana Santa chapina nos lleve a profundas reflexiones. “No puede haber paz si no hay justicia, ni justicia sin perdón”, palabras de San Juan Pablo Segundo con las que cierro –con profundo dolor y pena, pero imbuido de esperanza– esta columna.

Acisclo Valladares Molina
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COLUMNAS

Buenas prácticas para mejorar la gestión pública (I)

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Israel Gómez Córdova
Jefe Departamento de Documentación y Divulgación
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En la búsqueda de un mejor y más eficiente servicio al ciudadano, la gestión pública constituye un paradigma de gestión, que combina los papeles de empresario y gerente. En este sentido, se plantea una modificación en el método de redistribución de los bienes y cargas esté orientada al ciudadano, posibilitando así, un auténtico reflejo de la inserción de la perspectiva privada dentro del sector público.

Esto implica, entre otras cuestiones, que la actual gestión pública se aproxima al sistema utilizado en las empresas privadas, en términos de búsqueda de una mejor eficiencia y eficacia del servicio que se presta, pues en ocasiones se cumple aquella paradoja de la implantación de la imagen del Gobierno, cuya idea es que el sector público esté en manos de funcionarios públicos dotados con un control activo, visible y discrecional sobre las instituciones.

Se anteponen los resultados a los procedimientos, y se enfatiza la importancia de la evaluación.

En este sentido se puede denominar neogerencia, desarrolla un diseño de objetivos por resultados, donde se formulan estándares explícitos y medidas de rendimiento, así como la definición de metas e indicadores de éxito, preferentemente expresados en términos cuantitativos.

Así, la responsabilidad es configurada con base en una declaración nítida de metas, de modo que se pone énfasis en los controles de resultados, en tanto que la asignación de recursos se asocia a medidas de rendimiento. Asimismo, se anteponen los resultados a los procedimientos, y se enfatiza la importancia de la evaluación y la eficiencia.

Así, al ser hoy la democracia un concepto supranacional, la sociedad civil, entendida como la sociedad organizada y ponderada de acuerdo con el poder que tienen los diversos grupos e individuos, se constata como avanza ese continuo requerimiento de atenciones del ciudadano sobre las administraciones e incluso sucede una crítica constante a las fórmulas de gestión de estas.

Desde este punto de vista, la sociedad es un factor importante para tener en cuenta en la gestión pública y en su efectividad y eficiencia, que a todas luces traspasa las fronteras nacionales y se configura desde nuevas agendas sociales, culturales, políticas y económicas cada vez más globales. Además, hay que tener muy en cuenta que aplicaban soluciones que hoy podrían ser perfectamente aceptadas, en materia de desarrollo de mejoras administrativas.

Continuará…

Colaborador DCA
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COLUMNAS

Multilateralismo y cero desechos

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António Guterres

Secretario General de las Naciones Unidas

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Importancia del multilateralismo y la diplomacia para la paz. El 24 de abril de cada año se pone de manifiesto una verdad fundamental: ningún país puede resolver los problemas actuales por sí solo. 

El diálogo, la diplomacia y las soluciones multilaterales son el camino más seguro hacia un mundo en paz y más justo. 

Son ideales intemporales que cimientan la Carta de las Naciones Unidas (en vigencia desde el 24 de octubre de 1945) y que impulsan los esfuerzos mundiales para proteger los derechos humanos y así forjar paz, esperanza y prosperidad para todas las personas. 

No obstante, por todo el mundo hay conflictos, catástrofes climáticas, pobreza y desigualdades que plantean enormes obstáculos a la diplomacia y las soluciones multilaterales. La lucha por espacios altamente competitivos afecta el ambiente de colaboración; la implacable división acaba con el diálogo. 

El diálogo, la diplomacia y las soluciones multilaterales son el camino más seguro hacia un mundo en paz y más justo.

La diplomacia y el propio sistema multilateral se crearon precisamente para momentos como este. Debemos crear condiciones para un nuevo espíritu de cooperación global para reconstruir la confianza, reducir las divisiones confrontativas y orientar a la humanidad hacia la paz. 

La Cumbre del Futuro que tendrá lugar el próximo septiembre será una oportunidad decisiva para que los países encuentren soluciones en común. Con una Nueva Agenda de Paz que aborde los factores de conflicto de forma holística se puede ayudar a restablecer la fe en el sistema multilateral y en lo que podemos conseguir trabajando unidos. 

En este importante día, exhorto a los Gobiernos y a los dirigentes a que no escatimen esfuerzos para salvar las diferencias, renovar el diálogo y la confianza y hacer posible un futuro de paz. (Objetivo de Desarrollo Sostenible -ODS- 17: Revitalizar la Alianza Mundial para el Desarrollo
Sostenible).

Hacia una cultura cero desechos.  Nuestro planeta se está ahogando en un torrente de basura. 

Cada año, la humanidad produce más de 2 mil millones de toneladas de residuos sólidos municipales. Alimentos podridos, botellas de plástico, aparatos electrónicos contaminados con productos químicos y un sinfín de cosas más se desechan sin tener en cuenta el agua, la tierra y el aire. 

Al descomponerse, la basura emite gases de efecto invernadero que se van hacia la atmósfera incrementando el calor al planeta, y también afectando la calidad del agua y del suelo, lo cual provoca enfermedades e incluso la muerte de personas en todo el mundo.  También es cierto que el consumo excesivo nos está matando. Tenemos que hacer algo.  

Desde el año pasado, la Junta Consultiva sobre Cero Desechos viene reuniendo a los asociados en torno a esta cuestión crítica y a lo que hay que hacer para conseguir que el ideal de cero desechos sea una realidad. 

Las empresas deben repensar sus productos a fin de minimizar el derroche de envases y maximizar la longevidad y el ciclo de vida de los productos. 

Los consumidores deben pensar dos veces antes de adquirir bienes y productos, y reciclar o reutilizar siempre que sea posible. 

Los gobiernos a todos los niveles deben crear economías circulares que aborden el agotamiento y la gestión de los recursos, e invertir en programas modernos de control de desechos basados en la reutilización, el reciclado, la recuperación y la prevención de la producción de desechos. 

Por su parte, la comunidad mundial debe unirse y trabajar por lograr un tratado jurídicamente vinculante para poner fin a la contaminación por plásticos. 

Cada 30 de marzo conmemoramos el día de Cero Desechos. Comprometámonos a poner fin al ciclo destructivo de los desechos, de una vez por todas. (Objetivo de Desarrollo Sostenible, ODS 12: Garantizar modalidades de consumo y producción sostenibles).

Colaborador DCA
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COLUMNAS

¿Es posible un mundo sin plásticos? (I)

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Andrea Cocchini 

Profesor de Derecho Internacional de la Universidad de Navarra

El 22 de abril, como cada año desde 1970, se celebra el Día Internacional de la Tierra, la jornada más importante dedicada a la protección del medioambiente. En esta ocasión, la organización Earth Day ha elegido el lema Planeta versus plástico. El movimiento tiene como aspiración “reducir en un 60 por ciento la producción de plásticos de aquí a 2040 para construir un futuro sin plásticos para las generaciones venideras”.

Durante el Día de la Tierra de este año, todas las iniciativas estuevieron  enfocadas a informar y sensibilizar a la opinión pública sobre los perjuicios que la contaminación plástica supone para la salud humana, la biodiversidad y el medio ambiente y sobre las medidas necesarias para atajar el problema.

Todas las iniciativas estuvieron enfocadas a informar y sensibilizar a la opinión pública. 

Entre ellas, la Earth Day menciona la necesidad de impulsar con urgencia la adopción del futuro tratado contra el plástico, incluido en el Programa para el Medio Ambiente de las Naciones Unidas y que se está trabajando con los estados desde 2022 en el Comité Intergubernamental de Negociación sobre la Contaminación por Plásticos (INC, por sus siglas en inglés).

Al margen de que se prevea finalizar un tratado dentro de 2024, es muy probable que el acuerdo que resulte de las negociaciones no esté a la altura del ambicioso objetivo que se proponen los promotores del Día de la Tierra.

Se prevé que la producción mundial de termoplásticos ascenderá a 445.25 millones de toneladas en 2025 y que los volúmenes anuales de producción seguirán aumentando en las próximas décadas hasta alcanzar aproximadamente los 590 millones de toneladas en 2050. Esto supondría un incremento de más del 30 por ciento con respecto a 2025.

Colaborador DCA
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