El inicio del año fue motivo de enfrentamientos y satisfacciones.
El principio de año fue marcado por dos acontecimientos que vinieron a revivir variadas expresiones en el mundo cultural y religioso del país: el primero, un anunciado decreto por medio del cual era ascendido a General la imagen del Nazareno de La Merced; y el segundo, la declaratoria de patrimonio cultural intangible de la romería nacional de Esquipulas.
Ambos hechos formaron un punto de equilibrio en el que uno trató de contrarrestar el impacto del primero, pero ambos dejan en el sentido general la clara evidencia que la tradición y el impacto que la veneración popular impone.
Fue en los últimos días de diciembre y los primeros del presente, que se anunció públicamente la emisión de un decreto por medio del cual la imagen del Nazareno sería elevado a General, una posición por algunos tomada como algo risible de una conjetura sin comprensión. Por otros, como una afrenta política, ante todo, en el momento en que la posición militar está siendo cuestionada.
Lo cierto es que esto provocó airadas respuestas, criticándose severamente la manipulación de los elementos considerados sagrado por el pueblo.
La respuesta no la tuvo ni la iglesia ni ninguna institución, fue posiblemente una bombita de alguien que soltó la idea y sin pensar la lanzó al aire para ver si catalizaba. Al final se disipó y el único mérito de todo fue el renglón publicitario obtenido por la imagen, dejando una secuela de comentarios.
Casi paralelo al acontecimiento, se lanzó el decreto de reconocimiento de la Romería al Cristo de Esquipulas del 15 de enero de cada año, como patrimonio cultural intangible de la nación, rescatando una de las tradiciones más importantes del pueblo guatemalteco que abarca población desde México hasta Colombia, incluyendo Estados Unidos, donde existe una fuerte inmigración nacional, sumándose a gran número de devotos de esas localidades.
Este reconocimiento viene también a mostrar cómo los nexos culturales de Guatemala con todos los ciudadanos del resto de América Latina consolidan una visión general del sentimiento y la identidad de la región que está profundamente integrada con lazos muy profundos, donde se desdibuja la auténtica revalorización de estos legados.
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