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COLUMNAS

Una carta sumamente desafortunada (I)

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Algunos exfuncionarios de nuestro servicio exterior, Exministros de Relaciones Exteriores (Ex Cancilleres de la República) Embajadores y Representantes Diplomáticos de Guatemala a lo largo de más de treinta años, dirigieron una carta al Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, que no puede calificarse sino como sumamente desafortunada.

Varias son las razones para calificar de sumamente desafortunada esta carta, siendo una de ellas que –con esta– nuestros exfuncionarios pretendieron minar la autoridad de quien actualmente se encuentra al frente de nuestro servicio diplomático, la ministra de Relaciones Exteriores (Canciller de la República), funcionaria que fuera designada para ejercer el cargo por el Presidente de la República, libremente electo por los Guatemaltecos y que, por mandato constitucional expreso, representa la unidad nacional y dirige nuestra política exterior, política esta que ejecuta la ministra.

Válida me parece toda discusión y toda crítica interna, sobre todas nuestras políticas y la ejecución de las mismas, pero en Guatemala y entre guatemaltecos, así como no me parece válido que exfuncionarios que tuvieron su oportunidad de hacer Gobierno y/o de representarlo, se dirijan a un Organismo Internacional o a cualquier Estado, contradiciendo y criticando a nuestras autoridades legítimas, autoridades que, actualmente, actúan en el legítimo ejercicio de sus cargos, tal y como lo hicieron en su momento nuestros ex funcionarios.

No se trata la diplomacia que ejecuta la actual Canciller de una diplomacia complaciente, al servicio de agendas que no nos corresponden –las agendas de otros– sino de una diplomacia que desarrolla y que defiende nuestra propia agenda, diplomacia que no deifica a Organización alguna y, menos aún, a sus burócratas.

No se trata la diplomacia que se ejecuta de una diplomacia de quedar bien con los demás sino de una diplomacia en defensa de lo propio, le guste a quien le guste y le cuadre a quien le cuadre, escogidos por nosotros nuestros amigos y nuestros aliados: aquellos que nos respetan como nosotros respetamos. El exabrupto de nuestros ex funcionarios no puede ser visto fuera de Guatemala –nos exhibimos– sino como resabios bananeros ya, que sería imposible imaginar que exsecretarios de Estado y exfuncionarios diplomáticos de los Estados Unidos de América, por ejemplo, se dirigieran al Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas minando la autoridad y criticando las formas del secretario de Estado actual, el embajador Mike Pompeo o de su representante permanente ante la Organización, la embajadora Nikki Haley. ¿Podría usted imaginarse a Henry Kissinger realizando un desatino semejante? ¿Podría usted imaginarse a ex funcionarios de la Federación Rusa, de la República Francesa, de la República Federal de Alemania, del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, de la República Popular China, de Irlanda, de la República Federal y Democrática de Etiopía, de Japón, de la República de India, de la República de Sudáfrica, de los Estados Unidos Mexicanos o de los Estados Federativos de Brasil, haciendo algo semejante? ¿No comprenden nuestros exfuncionarios que el pueblo expresa su voluntad y que otorga su mandato en elecciones y que nuestras actuales autoridades se tratan, precisamente, de autoridades electas, depositado en ellas su mandato?

Es de lamentar –y profundamente– el desatino que los exfuncionarios deben evaluar, asimilando para sí el grave error cometido, tratándose –todos– de ex funcionarios, como bien lo señalan, de gobiernos anteriores, carentes, en la actualidad, de mandato alguno, funcionarios que ejercitaron sus cargos en los gobiernos de los presidentes Marco Vinicio Cerezo Arévalo, Jorge Antonio Serrano Elías, Ramiro De León Carpio, Alvaro Arzú, Alfonso Portillo, Oscar Berger, Alvaro Colom y Otto Pérez Molina.

Exabrupto así, ojalá que no vuelva a repetirse que mal se exhiben nuestros ex funcionarios y nos mal exhiben. Desafortunado, en verdad, expresarle a burócrata extranjero, secretario general de una Organización Internacional, que la petición que le hiciera nuestra canciller (no orden alguna) estuviera hecha en “términos inamistosos y fuera de lugar” y que les avergüenzan manifestaciones y acciones unilaterales del Gobierno que preside el presidente, un presidente libremente electo por el pueblo y que, en su concepto, el de los ex funcionarios “violan el Acuerdo de la CICIG” (Acuerdo “de” la CICIG que no existe puesto que el Acuerdo no es de de esta sino un Acuerdo (tratado) celebrado entre la Organización de las Naciones Unidas y el Gobierno de Guatemala) y además, finalizan, “resultan inadmisibles en las prácticas y comunicaciones diplomáticas” (sic). ¿Quieren nuestros ex funcionarios que sean otras nuestras políticas y otras nuestras formas?

Pues bien, las elecciones generales del 2O19 se encuentran ya a las puertas (estamos a tres meses y fracción de que se convoquen) y esa es la forma de lograrlo, la forma de tener una voz legítima, no siéndola la de pretender –como ex funcionarios– deslegitimar a quien –por voluntad del pueblo, voluntad expresada en elecciones– tiene esa legitimidad en él depositada.

La diplomacia, como todo en la vida, se debe evaluar por resultados y, así –por resultados– deben evaluarse la petición y las acciones emprendidas.

La actual titular de Relaciones Exteriores es la segunda mujer que ocupa el cargo y el segundo funcionario de carrera que lo hace y ejecuta –profesionalmente– como funcionario de carrera que es la política exterior del Estado y sus relaciones diplomáticas, funciones estas en que los ex funcionarios, en la actualidad, nada tienen que hacer, ni son oídos: Otros –actualmente– quienes gozan de la representación que en su momento tuvieron y de la atención que –oficialmente– en su momento y por tal razón se les prestara.

Continuará…

Acisclo Valladares Molina
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COLUMNAS

Buenas prácticas para mejorar la gestión pública (I)

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Israel Gómez Córdova
Jefe Departamento de Documentación y Divulgación
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En la búsqueda de un mejor y más eficiente servicio al ciudadano, la gestión pública constituye un paradigma de gestión, que combina los papeles de empresario y gerente. En este sentido, se plantea una modificación en el método de redistribución de los bienes y cargas esté orientada al ciudadano, posibilitando así, un auténtico reflejo de la inserción de la perspectiva privada dentro del sector público.

Esto implica, entre otras cuestiones, que la actual gestión pública se aproxima al sistema utilizado en las empresas privadas, en términos de búsqueda de una mejor eficiencia y eficacia del servicio que se presta, pues en ocasiones se cumple aquella paradoja de la implantación de la imagen del Gobierno, cuya idea es que el sector público esté en manos de funcionarios públicos dotados con un control activo, visible y discrecional sobre las instituciones.

Se anteponen los resultados a los procedimientos, y se enfatiza la importancia de la evaluación.

En este sentido se puede denominar neogerencia, desarrolla un diseño de objetivos por resultados, donde se formulan estándares explícitos y medidas de rendimiento, así como la definición de metas e indicadores de éxito, preferentemente expresados en términos cuantitativos.

Así, la responsabilidad es configurada con base en una declaración nítida de metas, de modo que se pone énfasis en los controles de resultados, en tanto que la asignación de recursos se asocia a medidas de rendimiento. Asimismo, se anteponen los resultados a los procedimientos, y se enfatiza la importancia de la evaluación y la eficiencia.

Así, al ser hoy la democracia un concepto supranacional, la sociedad civil, entendida como la sociedad organizada y ponderada de acuerdo con el poder que tienen los diversos grupos e individuos, se constata como avanza ese continuo requerimiento de atenciones del ciudadano sobre las administraciones e incluso sucede una crítica constante a las fórmulas de gestión de estas.

Desde este punto de vista, la sociedad es un factor importante para tener en cuenta en la gestión pública y en su efectividad y eficiencia, que a todas luces traspasa las fronteras nacionales y se configura desde nuevas agendas sociales, culturales, políticas y económicas cada vez más globales. Además, hay que tener muy en cuenta que aplicaban soluciones que hoy podrían ser perfectamente aceptadas, en materia de desarrollo de mejoras administrativas.

Continuará…

Colaborador DCA
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COLUMNAS

Multilateralismo y cero desechos

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António Guterres

Secretario General de las Naciones Unidas

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Importancia del multilateralismo y la diplomacia para la paz. El 24 de abril de cada año se pone de manifiesto una verdad fundamental: ningún país puede resolver los problemas actuales por sí solo. 

El diálogo, la diplomacia y las soluciones multilaterales son el camino más seguro hacia un mundo en paz y más justo. 

Son ideales intemporales que cimientan la Carta de las Naciones Unidas (en vigencia desde el 24 de octubre de 1945) y que impulsan los esfuerzos mundiales para proteger los derechos humanos y así forjar paz, esperanza y prosperidad para todas las personas. 

No obstante, por todo el mundo hay conflictos, catástrofes climáticas, pobreza y desigualdades que plantean enormes obstáculos a la diplomacia y las soluciones multilaterales. La lucha por espacios altamente competitivos afecta el ambiente de colaboración; la implacable división acaba con el diálogo. 

El diálogo, la diplomacia y las soluciones multilaterales son el camino más seguro hacia un mundo en paz y más justo.

La diplomacia y el propio sistema multilateral se crearon precisamente para momentos como este. Debemos crear condiciones para un nuevo espíritu de cooperación global para reconstruir la confianza, reducir las divisiones confrontativas y orientar a la humanidad hacia la paz. 

La Cumbre del Futuro que tendrá lugar el próximo septiembre será una oportunidad decisiva para que los países encuentren soluciones en común. Con una Nueva Agenda de Paz que aborde los factores de conflicto de forma holística se puede ayudar a restablecer la fe en el sistema multilateral y en lo que podemos conseguir trabajando unidos. 

En este importante día, exhorto a los Gobiernos y a los dirigentes a que no escatimen esfuerzos para salvar las diferencias, renovar el diálogo y la confianza y hacer posible un futuro de paz. (Objetivo de Desarrollo Sostenible -ODS- 17: Revitalizar la Alianza Mundial para el Desarrollo
Sostenible).

Hacia una cultura cero desechos.  Nuestro planeta se está ahogando en un torrente de basura. 

Cada año, la humanidad produce más de 2 mil millones de toneladas de residuos sólidos municipales. Alimentos podridos, botellas de plástico, aparatos electrónicos contaminados con productos químicos y un sinfín de cosas más se desechan sin tener en cuenta el agua, la tierra y el aire. 

Al descomponerse, la basura emite gases de efecto invernadero que se van hacia la atmósfera incrementando el calor al planeta, y también afectando la calidad del agua y del suelo, lo cual provoca enfermedades e incluso la muerte de personas en todo el mundo.  También es cierto que el consumo excesivo nos está matando. Tenemos que hacer algo.  

Desde el año pasado, la Junta Consultiva sobre Cero Desechos viene reuniendo a los asociados en torno a esta cuestión crítica y a lo que hay que hacer para conseguir que el ideal de cero desechos sea una realidad. 

Las empresas deben repensar sus productos a fin de minimizar el derroche de envases y maximizar la longevidad y el ciclo de vida de los productos. 

Los consumidores deben pensar dos veces antes de adquirir bienes y productos, y reciclar o reutilizar siempre que sea posible. 

Los gobiernos a todos los niveles deben crear economías circulares que aborden el agotamiento y la gestión de los recursos, e invertir en programas modernos de control de desechos basados en la reutilización, el reciclado, la recuperación y la prevención de la producción de desechos. 

Por su parte, la comunidad mundial debe unirse y trabajar por lograr un tratado jurídicamente vinculante para poner fin a la contaminación por plásticos. 

Cada 30 de marzo conmemoramos el día de Cero Desechos. Comprometámonos a poner fin al ciclo destructivo de los desechos, de una vez por todas. (Objetivo de Desarrollo Sostenible, ODS 12: Garantizar modalidades de consumo y producción sostenibles).

Colaborador DCA
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COLUMNAS

¿Es posible un mundo sin plásticos? (I)

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Andrea Cocchini 

Profesor de Derecho Internacional de la Universidad de Navarra

El 22 de abril, como cada año desde 1970, se celebra el Día Internacional de la Tierra, la jornada más importante dedicada a la protección del medioambiente. En esta ocasión, la organización Earth Day ha elegido el lema Planeta versus plástico. El movimiento tiene como aspiración “reducir en un 60 por ciento la producción de plásticos de aquí a 2040 para construir un futuro sin plásticos para las generaciones venideras”.

Durante el Día de la Tierra de este año, todas las iniciativas estuevieron  enfocadas a informar y sensibilizar a la opinión pública sobre los perjuicios que la contaminación plástica supone para la salud humana, la biodiversidad y el medio ambiente y sobre las medidas necesarias para atajar el problema.

Todas las iniciativas estuvieron enfocadas a informar y sensibilizar a la opinión pública. 

Entre ellas, la Earth Day menciona la necesidad de impulsar con urgencia la adopción del futuro tratado contra el plástico, incluido en el Programa para el Medio Ambiente de las Naciones Unidas y que se está trabajando con los estados desde 2022 en el Comité Intergubernamental de Negociación sobre la Contaminación por Plásticos (INC, por sus siglas en inglés).

Al margen de que se prevea finalizar un tratado dentro de 2024, es muy probable que el acuerdo que resulte de las negociaciones no esté a la altura del ambicioso objetivo que se proponen los promotores del Día de la Tierra.

Se prevé que la producción mundial de termoplásticos ascenderá a 445.25 millones de toneladas en 2025 y que los volúmenes anuales de producción seguirán aumentando en las próximas décadas hasta alcanzar aproximadamente los 590 millones de toneladas en 2050. Esto supondría un incremento de más del 30 por ciento con respecto a 2025.

Colaborador DCA
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