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Un lenguaje jurídico más sencillo

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Un estilo sencillo aporta resultados eficaces y bellos.

El fútbol sencillo es el más bonito, pero lo más difícil es jugar al fútbol de manera “sencilla”. Esta frase de Cruyff encierra una verdad: un estilo sencillo aporta resultados eficaces y bellos. Aunque, paradójicamente, lograrlo es un reto complicado.

En 2016 se cumplen 5 años de la elaboración del informe de modernización del lenguaje jurídico. Para poner al día ese lenguaje, un grupo de expertos preparó este informe excelente y completo cuyo objetivo era proporcionar unas recomendaciones para mejorar la comprensión del sistema de justicia por los ciudadanos.

¿Y cómo lograr que esas recomendaciones calen en los profesionales del Derecho? Cualquier objetivo ambicioso a largo plazo implicaría revisar cómo se enseña a redactar en primaria y secundaria.

De forma más inmediata, es necesario que la comunidad jurídica se conciencie de que la mejora del discurso jurídico no solo favorece a los ciudadanos. Los juristas son los primeros interesados en que se les entienda, ya que la claridad expositiva es un “arma de persuasión masiva”.

Aunque algunas universidades dedican asignaturas a la expresión oral y escrita, quizá todos los centros deberían ofrecerlas. Por otro lado, si bien empiezan a proponerse materiales para enseñar a escribir textos jurídicos, esta es una línea que puede reforzarse por grupos de investigación que están trabajando en ese campo (como los de las profesoras Estrella Montolío y Cristina Carretero, entre otros).

Desde esta tribuna sugiero dos propuestas en este aniversario. Primero, que los estudiantes de Derecho y los juristas noveles y expertos lean el informe y sus estudios de campo. Segundo, que las Reales Academias de la Lengua y de la Jurisprudencia y Legislación unan sus fuerzas para crear una comisión que se ocupe del lenguaje jurídico, como defiende el académico y catedrático Luis María Cazorla.

El lingüista Lázaro Carreter escribía en el 2001 que el lenguaje jurídico era amojamado y mustio; sin embargo, si logramos que las recomendaciones se apliquen, el lenguaje jurídico será claro, sencillo, preciso, correcto, y la argumentación jurídica, sólida y ajustada a la verdad. Es un reto de altura. Como bien sabe Cruyff, no hay nada más difícil que la simplificación. 

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