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COLUMNAS

Un acto cobarde, además de delictivo

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La persona que insultó al Presidente de la República debió ser detenida de inmediato y consignada a
los tribunales de justicia, no por haber injuriado al Presidente, sino por haber injuriado a un ser humano, como cualquiera de nosotros. La detención debió hacerse de inmediato por tratarse de un flagrante delito y, además, de una falta, también flagrante.

Quien insultó al Presidente incurrió en el delito de injuria puesto que incurre en este todo aquel que ejecute expresiones o acciones en deshonra, descredito o menosprecio de otra persona, sea esta autoridad o no lo sea. Toda crítica a un funcionario público debe ser bienvenida, pero jamás los insultos personales que los funcionarios públicos, como todos los seres humanos, tienen derecho a la honra, al crédito y al aprecio, como lo tenemos todos, y nadie –absolutamente nadie– tiene derecho de infringirlo. La ley castiga al responsable del delito de injuria con pena de prisión
–según la gravedad de la injuria proferida y de las circunstancias en que esta se profiere– pena que puede ser entre dos meses y un año, siendo un delito que, procesalmente, tan solo se persigue si lo pide el agraviado, es decir, a instancia de parte.

Cuando la injuria se profiere en contra de un funcionario público y de otro tipo de autoridades contempladas por la ley, aunque no llegue a darse esta instancia de parte, puede procederse a su persecución a excitativa del Ministerio Público, institución que está obligada –tal la primera de sus funciones– a velar por el estricto cumplimiento de las leyes y a perseguir a sus infractores. La persona que insultó al Presidente y que incurrió en el delito de injuria cometió también una falta, falta que también, por su flagrancia, daba lugar a su inmediata aprehensión, “quien faltare el respeto y consideración debidas a la autoridad”, falta que se castiga con 20 días de arresto y que no obliga a que se sostenga la detención si quien la ha cometido se puede identificar debidamente, debiéndose esta presentar, en tal caso, dentro de un plazo no mayor de 48 horas ante el juez competente.

Además de lo estrictamente jurídico –el delito y la falta perpetrados, hechos que deben perseguirse y castigarse– si no se hace así quedará abierta la puerta de par en par para delitos y faltas subsiguientes –y que  en estricto cumplimiento de la ley– debieron dar lugar a la inmediata detención del agresor, no puede sino calificarse como un acto de suma cobardía, acto cobarde, en efecto, insultar a un Presidente cuya civilidad se ha puesto a prueba en muchas ocasiones y que no implicaba riesgo alguno, acción que, aunque delictiva, hubiera podido tomarse por valiente en aquellos tiempos de rajar ocote, un insulto como este por ejemplo, en contra del presidente Lucas, acto que, obviamente, jamás fue ni siquiera intentado. Además de delictiva la injuria, pues, cobarde.

La injuria en contra del Presidente de cualquiera de los organismos del Estado constituía anteriormente el delito de
desacato pero esta figura fue declara inconstitucional por la Corte de Constitucionalidad como consecuencia de una acción de inconstitucionalidad parcial que fuera planteada por el colega Mario Fuentes Destarac y que vino a coronar la lucha que hubimos de librar en los tribunales de justicia en contra de la misma, durante el gobierno del general Efraín Ríos Montt.

Durante ese gobierno fuimos procesados por el delito de desacato en contra del Presidente de la República el periodista Alberto Antoniotti, el médico Mario Castejón García Prendes, recordados y queridos amigos, y el autor de esta columna, tiempos de rajar ocote y de tribunales especiales.En mi caso se me atribuía desacato por haber dicho en un medio de comunicación social que el entonces gobernante ponía a Guatemala en situaciones paranoicas. Se me procesó y se me dejó libre bajo fianza, siendo mí  proceso que, jurídicamente, resultó más relevante por cuanto que lo llevamos hasta el final con mi también querido y recordado colega, Apolo Masariegos, habiéndose sobreseído por no ser el hecho constitutivo de delito, el desacato, inexistente. Ninguno de los tres, nunca, proferimos un insulto personal, pero hicimos acre crítica de la situación imperante y de las actitudes del gobernante, como tal. En el caso de los insultos contra el presidente Jimmy Morales se llegó a una de las injurias más graves en que pueda incurrirse  contra un ser humano y que pudo provocar del ofendido –se supo contener– indeseables reacciones.

La SAAS brilló por su ausencia, y debe ser objeto de estricta evaluación y auditoría, rayando lo ocurrido en el incumplimiento de deberes. El Ministerio Público-CICIG están obligados a actuar en el asunto, puesto que el hecho podría tratarse de una acción no aislada, sino provocativa, con grupos clandestinos y oenegés que se comportan como tales, por detrás, provocación que pudo tener graves resultados que posiblemente hayan sido los queridos, la cámara de por medio –la filmación– y la forma de ejecutar la injuria sugieren premeditación en el asunto e, incluso, asociación ilícita,

Demasiado trabajo el de la persecución penal para estar en esto, pero me temo que se trata –además de la injuria al ser humano– de un incidente de Estado y que debe ser tratado como tal.

Acisclo Valladares Molina
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COLUMNAS

Día Mundial del Libro y Derecho de Autor en Guatemala

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Saraí Flores Gómez
[email protected]

Los libros son un recurso imprescindible para el proceso formativo, en Guatemala, según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en el último censo realizado, el 93 por ciento de los jóvenes entre 13 y 30 años sabe leer y escribir; pese a ello, se estima que solo el 1 por ciento lee por placer.

Los libros son conocimiento y han evolucionado en tiempos pasados las paredes de cuevas en la época prehistórica servían como libros, posteriormente los pergaminos, y actualmente los libros electrónicos.

Los libros sirven como capsulas de tiempo que ayudan a recordar el pasado, a soñar el futuro, moldea nuestro intelecto, permite transportarnos a otras épocas y tener muchos panoramas.

La lectura es el ejercicio para la mente, un viaje para la imaginación y conocimiento para la vida.

La lectura es un proceso dinámico que ayuda a decodificar palabras para darle un significado, mientras que construye mundos de conocimiento, todo se hace en conjunto de palabras que ayudan a formar ideas. El acto de leer es un esfuerzo transformador, que ayuda al vocabulario, a la redacción, agudiza el pensamiento crítico, fomenta el amor por el aprendizaje y la imaginación, además de ayudar con la vida diaria.

En Guatemala existen clubes de lectura que ayudan a fomentar la lectura de una forma más interactiva; entre ellos, el que imparte Nueva Acrópolis Guatemala, que cuenta con una variedad de clubes entre ellos, Reading Roulette, Poesía por Leer, Pensamiento Crítico, Panorámica Literaria del Siglo XXI, Nuevos soñadores, Literarias, Letras Nocturnas y el Club de las Aprendices, los cuales son virtuales y presenciales.

La lectura es un placer que se adquiere desde temprana edad, solo así se fomenta el hábito y el placer por leer; como dijo Gabriel García Márquez: “Sería ideal que un niño dedicara parte de su fin de semana a leer un libro hasta donde pueda y donde le guste ­que es la única condición para leer un libro, pero es criminal, para él mismo y para el libro, que lo lea a la fuerza en sus horas de juego y con la angustia de otras tareas”.

El 23 de abril se celebra el Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor, para promover la importancia de estos. Conjuve reconoce la importancia de los libros en el desarrollo de la juventud, así como el reconocimiento de jóvenes escritores.

Colaborador DCA
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COLUMNAS

Productividad, crecimiento económico y ley de competencia

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Antonio Romero

Viceministro de
inversión y competencia, Mineco

Guatemala está muy cerca de dar un paso trascendental hacia una economía moderna y más justa. Me refiero a la aprobación de una ley de competencia, orientada a garantizar que los empresarios eficientes, visionarios y dispuestos a regirse por las reglas del mercado, estén protegidos de prácticas anticompetitivas de sus competidores. 

En esencia, la iniciativa promueve y salvaguarda la competencia en los mercados. Implica la prevención de las prácticas monopolísticas, la eliminación de los obstáculos a la entrada y el fomento de la igualdad de condiciones para todos los participantes en el mercado.

Además, cultiva un entorno en el que las empresas deben competir por la preferencia de los consumidores, por medio del mérito, la calidad y el precio, en lugar de depender de tácticas anticompetitivas para sofocar la competencia.

Tenemos una oportunidad única para crear una institucionalidad sólida, técnicamente competente y que goce de prestigio. 

Hace unos días, después de mucho ir y venir, se aprobó en el Congreso de la República, en segunda lectura, el citado anteproyecto de ley, identificado con el número 5074. El texto propone la defensa de la competencia a través de: i) La prohibición de prácticas anticompetitivas y la creación de la institucionalidad para supervisar e impedir que estas se produzcan; ii) La supervisión de la concentración de los mercados y iii) La promoción de la competencia.

Una de las principales fortalezas es que plantea crear una superintendencia de competencia autónoma y descentralizada, que gozaría de independencia y capacidad técnica para hacer cumplir la ley.

En las discusiones recientes sobre el tema, se han obviado los efectos que las políticas de competencia tienen sobre el crecimiento y la productividad de las economías. La reciente publicación del Informe Económico América Latina y el Caribe, del Banco Mundial, bajo el título Competencia: ¿el ingrediente que falta para crecer?, hace un aporte muy oportuno a la discusión en Guatemala.

En primer lugar, señala que la ausencia de competencia en la región hace que los consumidores paguen precios más altos por bienes y servicios de menor calidad, lo que reduce el bienestar general y contribuye a una desigualdad más elevada.

A diferencia de los hogares con mayores recursos, los más pobres no pueden acceder a bienes y servicios en mercados extranjeros con mayor competencia. No les queda otra alternativa que acudir a mercados monopolizados, en los que no existen incentivos para mejorar los precios y la calidad.

El informe centra su análisis en el papel fundamental de la competencia como estímulo al crecimiento económico. El problema de ello radica en que las empresas en la región nacen y operan en un contexto de baja competencia, sin los incentivos necesarios para mejorar sus capacidades.

La composición de las empresas en América Latina y el Caribe reflejan la existencia de pocas compañías muy grandes, coexistiendo con una multitud de empresas diminutas. No existe un segmento de pequeñas y medianas firmas fuertes, capaces de ejercer presión competitiva sobre las más grandes. Según el estudio, esta distribución asimétrica es causa de la baja productividad y la alta
desigualdad.

Respecto a los resultados de las agencias de competencia en la región, el estudio advierte sobre elementos de diseño que limitan su efectividad como la falta de independencia de autoridades adscritas a los ministerios de Estado y la carencia de personal y presupuesto suficientes. En Guatemala se deben considerar estas lecciones para crear una agencia de competencia independiente y dotada de los recursos necesarios. 

Tenemos una oportunidad única para crear una institucionalidad sólida, técnicamente competente y que goce de prestigio. Allí están el Banco de Guatemala y la Superintendencia de Bancos como ejemplo de que apostar por instituciones robustas da buenos resultados. El proyecto de ley de competencia presenta una oportunidad estratégica para que el país aborde los problemas económicos sistémicos que han obstaculizado su progreso.

Colaborador DCA
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COLUMNAS

Los estudiantes y amanuenses también dibujaban (V)

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Ricardo Fernández Gracia 

Cátedra de Patrimonio y Arte Navarro

Otros dos motivos destacan en el libro por su profusión: la cruz de Calatrava y los corazones. En cuanto al emblema de la mencionada orden de caballería, hay que hacer notar que figuró desde la reconstrucción del complejo monástico por fray Prudencio de Sandoval entre 1616 y 1619, en numerosas cartas de profesión de las monjas estellesas y que llevaban en el hábito hasta fines del siglo XIX, además de aparecer en varios escudos del monasterio en el frontal bordado del altar mayor, obra del maestro aragonés José Gualba, entre 1761 y 1763.

Respecto a los corazones, en un convento benedictino y en el siglo XVIII puede tener un dúplice contenido.

Las décadas centrales del siglo XVIII, cuando se fecha el libro, coincidieron con la difusión del culto al Corazón de Jesús, con la creación de numerosas congregaciones auspiciadas por los jesuitas. 

En primer lugar, el corazón de Santa Gertrudis, monja de la orden del siglo XIII, cuyo atributo iconográfico es un corazón en su pecho en el que está el Niño Jesús, en referencia a la famosa frase: “Me encontrarás en el corazón de Gertrudis”. El cristocentrismo de sus escritos místicos se revaloriza con el corazón, como símbolo del amor divino.

Pero si importante era aquel signo en el monasterio benedictino, las décadas centrales del siglo XVIII, cuando se fecha el libro, coincidieron con la difusión del culto al Corazón de Jesús con la creación de numerosas congregaciones auspiciadas por los jesuitas. En aquel movimiento devocional destacaron la ciudad de Estella y el duque de Granada de Ega.

Varias páginas del libro de cuentas ostentan tanto el corazón de Jesús como el de María. En ambos casos, los anagramas de los nombres de ambos figuran en su interior.

Colaborador DCA
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