Ignacio López-Goñi
Catedrático de Microbiología
Por ejemplo, si en los momentos más crudos de la pandemia seguíamos a Tulio de Oliveira (@tuliodna), director del Kwazulu-Natal Research Innovation and Sequencing Platform en Sudáfrica, nos podíamos enterar de la aparición de la variante ómicron a tiempo real y de primera mano, mucho antes de que la noticia apareciera en los medios de comunicación.
Las mentiras vuelan… literalmente. Independientemente de su veracidad, las noticias en Twitter tienen una difusión global e inmediata. De hecho, en paralelo a la pandemia, se difundió una enorme cantidad de bulos y mentiras, principalmente a través de las redes sociales.
Este fenómeno alcanzó tal envergadura que la OMS lo describió como una “infodemia masiva”, la “otra pandemia” de desinformación. Advirtió, además, de sus peligros, sobre todo porque impedía que el público accediera a información fiable sobre la enfermedad. Muchos de esos bulos estaban relacionados con temas científicos y de salud.
Nada más llegar, ha despedido a los principales directivos y ha disuelto el consejo de administración.
Es cierto que las redes sociales han desempeñado en parte un papel nefasto en la transmisión de bulos y mentiras durante la pandemia, y que eso ha podido incluso causar muertes.
Pero también se ha demostrado que, para combatir las pseudociencias, es fundamental que los propios científicos y científicas empleen las redes sociales para comunicar la ciencia fuera del ámbito académico. Su presencia en las redes sociales influye en la opinión pública y ha supuesto en muchos casos una fuente fiable de información en una situación de crisis como la que hemos vivido.
Para un investigador “estar” en las redes sociales, especialmente en Twitter, ya no es una pérdida de tiempo.
La cosa cambia si Twitter es de pago. Elon Musk ha comprado Twitter, es definitivamente su nuevo propietario. Nada más llegar, ha despedido a los principales directivos y ha disuelto el consejo de administración. Y también ha manifestado su voluntad de cobrar a los perfiles verificados.
No sabemos todavía cómo acabará esta historia. Twitter, bien usado, es una excelente herramienta profesional. Sería una pena que dejara de ser útil para la comunicación y divulgación de la ciencia. No olvidemos que una sociedad mejor informada es una sociedad más libre, más difícil de manipular y más democrática.