Luego de 4 días de enfrentamientos violentos, ayer se logró establecer un cese al fuego en Juba, capital de Sudán del Sur. El escenario bélico es entre fuerzas regulares a favor del presidente Salva Kiir y exrebeldes que siguen al vicepresidente Riek Machar, en ese contexto, no menos de 36 mil personas se han desplazado.
“Estamos en tensión porque puede suceder cualquier cosa”, señaló a la AFP un habitante de la ciudad, quien prefirió guardar el anonimato. Del viernes al lunes, los ciudadanos presenciaron combates sangrientos, hasta que los dos políticos anunciaron la noche del lunes, terminar las agresiones, reclamadas por la comunidad internacional.
De momento no hay balance oficial de decesos, aunque los sursudaneses entrevistados coinciden en que centenares, según sus palabras, murieron el fin de semana, en el marco del quinto aniversario de la independencia.
Detonante
El estallido de violencia comenzó, tras un altercado la noche del jueves. Hombres de ambos bandos políticos discutieron en uno de los retenes de la urbe en circunstancias que siguen sin esclarecerse.
Estos encuentros agresivos ponen en peligro un acuerdo de paz de 26 de agosto de 2015, y hacen temer una reanudación de las batallas en esa nación, la que desde 2013 vive una guerra civil. La rivalidad ha estado marcada por masacres interétnicas, en las que han muerto población civil, a juicio de la prensa internacional.
Desplazados
Las cifras del Gobierno apuntan a que no menos de 3 millones han abandonado sus hogares desde 2013. Sin embargo, desde el viernes 8, sucedieron los desplazamientos masivos de nuevo, explicó una portavoz de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA, por sus siglas en inglés) de la Organización de Naciones Unidas (ONU), Vanessa Huguenin. Según dijo, el número podría evolucionar, debido a la volatilidad de la situación.
Los migrantes, principalmente mujeres y niños, huyen para refugiarse en los albergues para civiles de la misión de la ONU y en otras localidades de la metrópoli, como iglesias y escuelas.
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