La nueva agenda internacional de desarrollo establece como principio fundamental el “no dejar a nadie atrás”. Y por ello, el cumplimiento de las metas e indicadores que corresponden a los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que el país asuma como compromiso, estará vinculado y armonizado al marco de política pública de Guatemala, reiterando la equidad entre hombres y mujeres como eje central de este proceso.
Esto significa que la igualdad y la equidad de género son condicionantes para garantizar los derechos humanos fundamentales, así como para la conservación del ambiente, el fomento de un desarrollo sostenible y la seguridad humana.
La relación entre género y ambiente encuentra un referente en ocho ODS que abordan esta temática. La adopción y trascendencia hacia un enfoque de sostenibilidad, conlleva la participación de distintos grupos, en particular de las mujeres, dado que contribuyen al logro de un manejo adecuado y responsable de los recursos naturales.
Es necesario tener en cuenta que, en el caso de las mujeres, el acceso a la propiedad de la tierra, el agua y la energía, está presidido por la desigual e inequitativa distribución sexual del trabajo, que confina a las mujeres a las tareas del cuido y la reproducción de la unidad doméstica. Sin embargo, generalmente las mujeres definen los patrones de consumo actuando con una mayor conciencia ambiental y en función de prioridades para un bienestar colectivo y no personal, reduciendo de esta forma la degradación de los recursos naturales y del ambiente. El conocimiento que poseen sobre este aspecto es un factor fundamental para la gestión del desarrollo, subestimado por las nuevas dinámicas de la globalización.
Cabe recordar que, tanto el Plan Nacional de Desarrollo K’atun Nuestra Guatemala 2032, como la Política Nacional de Promoción y Desarrollo Integral de las Mujeres, en consonancia con la agenda de ODS, recogen y enfatizan dentro de sus lineamientos, la necesidad de fomentar un desarrollo integral y equitativo. Ello para garantizar una gestión adecuada ante las adversidades derivadas de eventos asociados a la variabilidad climática, mediante economías incluyentes, el fortalecimiento de capacidades para resiliencia, esquemas de manejo sostenible de recursos y la aplicación de prácticas ancestrales para el desarrollo local.
Continuará…
