Comunícate con nosotros al 1590

COLUMNAS

Nos despiertan de nuestra hibernación individualista

Publicado

-

La pandemia de Covid-19 representa una amenaza muy grave para nuestra salud y nuestras
economías, que hay que atajar de forma prioritaria. Pero también ofrece una oportunidad única para el crecimiento moral y el aprendizaje: arroja una luz penetrante sobre algunos aspectos de nuestra humanidad compartida que habían desaparecido de nuestro horizonte en las últimas décadas. En particular, nuestra enorme vulnerabilidad ante el comportamiento y las elecciones de los demás, y la necesidad de un ethos compartido de cuidado mutuo y solidaridad para sustentar nuestra vida en común.
Las emergencias públicas, ya sea el huracán Katrina, la Segunda Guerra Mundial o la actual pandemia mundial, hacen que los ciudadanos pongan en práctica capacidades, como el sacrificio y la solidaridad. La solidaridad se activa con más facilidad cuando nos damos cuenta de que está en juego algo importante, como la salud e incluso la vida de nuestra familia, vecinos y conciudadanos. Muchos ciudadanos son capaces de comportarse a la altura de las circunstancias excepcionales de una emergencia nacional. No obstante, en tiempos de normalidad, estas reservas de solidaridad, que los científicos sociales a menudo llaman ‘capital social’, pueden estancarse. En ausencia de una crisis pública de vida o muerte, fácilmente volvemos a nuestros viejos hábitos de consumismo superficial y a la búsqueda obsesiva de éxito profesional. No hay nada malo en disfrutar los bienes de consumo o tener ambición profesional. Sin embargo, la filosofía de la autosuficiencia y la autodeterminación individual, que a menudo los acompaña, puede hacernos creer que desarrollamos nuestros proyectos personales en una burbuja autónoma, ya sea la de mi familia, negocio o círculo cercano de amigos. En medio de nuestra búsqueda de autorrealización personal, entretenimiento individualizado y éxito profesional, podemos pensar que nuestra vida discurre por caminos paralelos a la de nuestros vecinos, unos al margen de otros. Durante generaciones, el mito de la independencia y la autosuficiencia ha dado forma de manera implacable a las economías y culturas occidentales. Ha sido especialmente dominante entre los más jóvenes, quienes a menudo se ven obligados a tomar decisiones alejadas de cualquier tradición moral o religiosa.
Nos enseñan a creer que cada uno podemos forjar libremente nuestro perfil en redes sociales, carrera profesional y estilo de vida, guiados solo por la máxima: “Sé fiel a ti mismo”. Que si dependemos de los demás, es más por elección que por estricta necesidad. En el pensamiento popular, la dependencia incluso se ha convertido en una palabra sucia, asociada con humillación e indignidad. Entonces llegó el coronavirus. Y, de repente, se hizo más difícil creer en el mito de una vida autónoma, hecha a sí misma, libre de los lazos de la dependencia social. La vieja expresión “ningún hombre es una isla”, de repente adquirió un significado en nuestra conciencia colectiva, que pocos podríamos haber imaginado.
El potencial impacto devastador de este virus de transmisión social puede liberarnos de la falsa sensación de autosuficiencia que se ha incrustado durante décadas en la conciencia colectiva de las naciones occidentales. Percibimos de manera dolorosa esa dependencia universal cuando vemos el colapso de los hospitales de Italia y España, las muertes de personal sanitario por falta de material de protección, y un trágico y acelerado número de muertes que podría haberse reducido en buena parte con medidas de distanciamiento social más responsables y una gestión más prudente y responsable de la crisis. Esta pandemia genera incertidumbre, pero hay una certeza: jóvenes y viejos, ricos y pobres, todos estamos juntos en esto, y si no despertamos y hacemos lo que sea necesario para evitar que este virus consuma a nuestra sociedad, lo pagaremos muy caro, tanto en vidas como en desarrollo económico.

David Thunder https://dca.gob.gt/noticias-guatemala-diario-centro-america/wp-content/uploads/2017/07/bm-NAVARRA-LOGO.jpg
Seguir leyendo

COLUMNAS

Día Mundial del Libro y Derecho de Autor en Guatemala

Publicado

-

Saraí Flores Gómez
[email protected]

Los libros son un recurso imprescindible para el proceso formativo, en Guatemala, según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en el último censo realizado, el 93 por ciento de los jóvenes entre 13 y 30 años sabe leer y escribir; pese a ello, se estima que solo el 1 por ciento lee por placer.

Los libros son conocimiento y han evolucionado en tiempos pasados las paredes de cuevas en la época prehistórica servían como libros, posteriormente los pergaminos, y actualmente los libros electrónicos.

Los libros sirven como capsulas de tiempo que ayudan a recordar el pasado, a soñar el futuro, moldea nuestro intelecto, permite transportarnos a otras épocas y tener muchos panoramas.

La lectura es el ejercicio para la mente, un viaje para la imaginación y conocimiento para la vida.

La lectura es un proceso dinámico que ayuda a decodificar palabras para darle un significado, mientras que construye mundos de conocimiento, todo se hace en conjunto de palabras que ayudan a formar ideas. El acto de leer es un esfuerzo transformador, que ayuda al vocabulario, a la redacción, agudiza el pensamiento crítico, fomenta el amor por el aprendizaje y la imaginación, además de ayudar con la vida diaria.

En Guatemala existen clubes de lectura que ayudan a fomentar la lectura de una forma más interactiva; entre ellos, el que imparte Nueva Acrópolis Guatemala, que cuenta con una variedad de clubes entre ellos, Reading Roulette, Poesía por Leer, Pensamiento Crítico, Panorámica Literaria del Siglo XXI, Nuevos soñadores, Literarias, Letras Nocturnas y el Club de las Aprendices, los cuales son virtuales y presenciales.

La lectura es un placer que se adquiere desde temprana edad, solo así se fomenta el hábito y el placer por leer; como dijo Gabriel García Márquez: “Sería ideal que un niño dedicara parte de su fin de semana a leer un libro hasta donde pueda y donde le guste ­que es la única condición para leer un libro, pero es criminal, para él mismo y para el libro, que lo lea a la fuerza en sus horas de juego y con la angustia de otras tareas”.

El 23 de abril se celebra el Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor, para promover la importancia de estos. Conjuve reconoce la importancia de los libros en el desarrollo de la juventud, así como el reconocimiento de jóvenes escritores.

Colaborador DCA
Seguir leyendo

COLUMNAS

Productividad, crecimiento económico y ley de competencia

Publicado

-

Antonio Romero

Viceministro de
inversión y competencia, Mineco

Guatemala está muy cerca de dar un paso trascendental hacia una economía moderna y más justa. Me refiero a la aprobación de una ley de competencia, orientada a garantizar que los empresarios eficientes, visionarios y dispuestos a regirse por las reglas del mercado, estén protegidos de prácticas anticompetitivas de sus competidores. 

En esencia, la iniciativa promueve y salvaguarda la competencia en los mercados. Implica la prevención de las prácticas monopolísticas, la eliminación de los obstáculos a la entrada y el fomento de la igualdad de condiciones para todos los participantes en el mercado.

Además, cultiva un entorno en el que las empresas deben competir por la preferencia de los consumidores, por medio del mérito, la calidad y el precio, en lugar de depender de tácticas anticompetitivas para sofocar la competencia.

Tenemos una oportunidad única para crear una institucionalidad sólida, técnicamente competente y que goce de prestigio. 

Hace unos días, después de mucho ir y venir, se aprobó en el Congreso de la República, en segunda lectura, el citado anteproyecto de ley, identificado con el número 5074. El texto propone la defensa de la competencia a través de: i) La prohibición de prácticas anticompetitivas y la creación de la institucionalidad para supervisar e impedir que estas se produzcan; ii) La supervisión de la concentración de los mercados y iii) La promoción de la competencia.

Una de las principales fortalezas es que plantea crear una superintendencia de competencia autónoma y descentralizada, que gozaría de independencia y capacidad técnica para hacer cumplir la ley.

En las discusiones recientes sobre el tema, se han obviado los efectos que las políticas de competencia tienen sobre el crecimiento y la productividad de las economías. La reciente publicación del Informe Económico América Latina y el Caribe, del Banco Mundial, bajo el título Competencia: ¿el ingrediente que falta para crecer?, hace un aporte muy oportuno a la discusión en Guatemala.

En primer lugar, señala que la ausencia de competencia en la región hace que los consumidores paguen precios más altos por bienes y servicios de menor calidad, lo que reduce el bienestar general y contribuye a una desigualdad más elevada.

A diferencia de los hogares con mayores recursos, los más pobres no pueden acceder a bienes y servicios en mercados extranjeros con mayor competencia. No les queda otra alternativa que acudir a mercados monopolizados, en los que no existen incentivos para mejorar los precios y la calidad.

El informe centra su análisis en el papel fundamental de la competencia como estímulo al crecimiento económico. El problema de ello radica en que las empresas en la región nacen y operan en un contexto de baja competencia, sin los incentivos necesarios para mejorar sus capacidades.

La composición de las empresas en América Latina y el Caribe reflejan la existencia de pocas compañías muy grandes, coexistiendo con una multitud de empresas diminutas. No existe un segmento de pequeñas y medianas firmas fuertes, capaces de ejercer presión competitiva sobre las más grandes. Según el estudio, esta distribución asimétrica es causa de la baja productividad y la alta
desigualdad.

Respecto a los resultados de las agencias de competencia en la región, el estudio advierte sobre elementos de diseño que limitan su efectividad como la falta de independencia de autoridades adscritas a los ministerios de Estado y la carencia de personal y presupuesto suficientes. En Guatemala se deben considerar estas lecciones para crear una agencia de competencia independiente y dotada de los recursos necesarios. 

Tenemos una oportunidad única para crear una institucionalidad sólida, técnicamente competente y que goce de prestigio. Allí están el Banco de Guatemala y la Superintendencia de Bancos como ejemplo de que apostar por instituciones robustas da buenos resultados. El proyecto de ley de competencia presenta una oportunidad estratégica para que el país aborde los problemas económicos sistémicos que han obstaculizado su progreso.

Colaborador DCA
Seguir leyendo

COLUMNAS

Los estudiantes y amanuenses también dibujaban (V)

Publicado

-

Ricardo Fernández Gracia 

Cátedra de Patrimonio y Arte Navarro

Otros dos motivos destacan en el libro por su profusión: la cruz de Calatrava y los corazones. En cuanto al emblema de la mencionada orden de caballería, hay que hacer notar que figuró desde la reconstrucción del complejo monástico por fray Prudencio de Sandoval entre 1616 y 1619, en numerosas cartas de profesión de las monjas estellesas y que llevaban en el hábito hasta fines del siglo XIX, además de aparecer en varios escudos del monasterio en el frontal bordado del altar mayor, obra del maestro aragonés José Gualba, entre 1761 y 1763.

Respecto a los corazones, en un convento benedictino y en el siglo XVIII puede tener un dúplice contenido.

Las décadas centrales del siglo XVIII, cuando se fecha el libro, coincidieron con la difusión del culto al Corazón de Jesús, con la creación de numerosas congregaciones auspiciadas por los jesuitas. 

En primer lugar, el corazón de Santa Gertrudis, monja de la orden del siglo XIII, cuyo atributo iconográfico es un corazón en su pecho en el que está el Niño Jesús, en referencia a la famosa frase: “Me encontrarás en el corazón de Gertrudis”. El cristocentrismo de sus escritos místicos se revaloriza con el corazón, como símbolo del amor divino.

Pero si importante era aquel signo en el monasterio benedictino, las décadas centrales del siglo XVIII, cuando se fecha el libro, coincidieron con la difusión del culto al Corazón de Jesús con la creación de numerosas congregaciones auspiciadas por los jesuitas. En aquel movimiento devocional destacaron la ciudad de Estella y el duque de Granada de Ega.

Varias páginas del libro de cuentas ostentan tanto el corazón de Jesús como el de María. En ambos casos, los anagramas de los nombres de ambos figuran en su interior.

Colaborador DCA
Seguir leyendo

Directorio

  • Dirección General: Carlos Morales Monzón
  • Coordinación General de Redacción: Miguel González Moraga
  • Coordinación de Información: Mario Antonio Ramos
  • Editores: Carlos Ajanel Soberanis, Jose Pelico, Erick Campos, Katheryn Ibarra y Max Pérez
  • Página Web: Isabel Juárez

más temas

©2024 Diario de Centro América - Todos los derechos reservados.