Nadie se puede relajar ni dar nada por sentado. Hace apenas un mes, esto se veía lejos y difícil de consumar, pero no imposible para Malacateco, que se tuvo fe y dejó la vida en la cancha, no solo para salvar su permanencia, de momento, sino para tumbar al rey y soñar con jugar una final en la máxima categoría.
Hoy al mediodía, bajo un sol abrasador, según los pronósticos climáticos, y ante un estadio que seguramente estará copado por los suyos, los toros saldrán a hacerles frente a unos venados de Suchitepéquez con el ego fortalecido por haber culminado la fase regular como el mejor equipo.
El duelo de ida de la semifinal no solo marcará una pauta, sino también expondrá los argumentos con los cuales ambos conjuntos se encuentran por estos lares: el anfitrión ha demostrado ser sólido y compacto en su establo; los mazatecos, personalidad para fraguar el atajo hacia esta instancia.
El técnico Rónald la Bala Gómez, villano en 2015 por haber descendido con Halcones y sorpresa del Torneo Clausura 2016, ambiciona no solo conseguir un histórico boleto a la batalla decisiva, sino resolver, posteriormente, la materia pendiente: el cotejo de repechaje.
Gómez le ha sacado réditos a un plantel carente de figuras, y en su necesidad de sumar para escalar en la tabla ha visto al mexicano Ricardo Rocha y al nacional Juan José Valenzuela colocarse la vestimenta de artilleros y cumplir esta función, principalmente en su feudo.
La eficacia y contundencia de los dos elementos fueron fundamentales para rescatar al equipo de la debacle en el último suspiro de la etapa de clasificación, al ganarle a Cobán Imperial y lograr la remontada contra el vigente campeón, Antigua.
Para los venados, el choque es la oportunidad de pasar un examen sumamente complicado y tratar de imponer su rol de líder con la exposición de una buena dosis de futbol.
De la mano de Douglas Zamora, el único estratega nacional sobreviviente en la contienda, los de Suchi buscarán amargarle la fiesta a su contrincante, prácticamente una osadía, y esperan conseguirlo con la jerarquía y capacidad goleadora de los argentinos Omar Zalazar y Francisco Ladogana.
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