EDITORIALES
Se consolida la Unión Aduanera
La Unión Aduanera es un tema en el que han insistido los gobiernos de los países centroamericanos, con el propósito de simplificar el paso de mercaderías por los diferentes territorios y que exista un proceso y trámites unificados para este propósito.
En 2007 se establece el convenio, un compromiso que se fortalece en 2011 con la asociación que alcanza el Istmo con la Unión Europea; pero es hasta 2014, cuando se firma el compromiso entre los gobiernos de Guatemala y Honduras, cuando también se perfila el Plan de la Alianza por la Prosperidad del Triángulo Norte.
Este primer paso de abrir fronteras comunes beneficia a la economía de ambos países, que juntos tienen el 50 por ciento de la carga marítima de Centroamérica, distribuida en 11 puertos, donde además reciben no menos de 8 millones de pasajeros por vía aérea.
Hoy se suma a esta unión de manera concreta El Salvador, al abrirse en el paso El Poy las ventanillas unificadas de los tres países (Guatemala, El Salvador y Honduras), con lo cual se fortalece el proceso de integración regional. De acuerdo con registros del Ministerio de Economía, en un año de la unión aduanera entre Guatemala y Honduras, el comercio bilateral creció 9%.
Se prevé que en corto tiempo se podrán ver los beneficios de la unión aduanera de los tres países. De acuerdo con un estudio hecho por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), el Producto Interno Bruto de las tres naciones podría aumentar de entre 0.5 % a 1.2 %, y las exportaciones también se verán afectadas positivamente, aumentando de 1.4% a 3.6%.
De acuerdo con mediciones hechas por el Banco Mundial, las mercaderías que circulaban por el Triángulo Norte podían demorar hasta 50 horas en su paso por los puestos fronterizos, y ya con el libre tránsito ahora se cruza en 20 minutos, lo cual dinamiza el comercio regional.
El Poy es el primer puesto fronterizo salvadoreño integrado al mecanismo de la Unión Aduanera Centroamericana, que en el futuro se ampliará con la participación de Nicaragua y Costa Rica para consolidar con ello la unión centroamericana, que hará más robusta la economía del Istmo.
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Una nueva CSJ que carga muchos prejuicios y retos
Dudas, retos y prejuicios. Eso cargan en sus espaldas los nuevos magistrados titulares de la Corte Suprema de Justicia (CSJ). Tras la elección efectuada por los congresistas nadie quemó cuetes. Tampoco hubo ovaciones. Más bien hay un sentimiento de pragmatismo, que roza el optimismo. Un alivio que impone retos.
Como es de esperar, el mayor nivel de esperanza está del lado de quienes los eligieron, entre los que figuran representantes del Partido Movimiento Semilla, el grupo cercano al Gobierno. Sus argumentos pueden ser válidos. Por ejemplo, advierten que la CSJ quedó integrada con el aval de la mayoría de bloques, lo cual se respalda con los siguientes datos: de los 13 magistrados solo una no alcanzó la mayoría absoluta (107 votos) y siete rebasaron de 150 apoyos.
El otro argumento que exponen es el balance que caracteriza a la nueva Corte. Una particularidad que no los deja bien parados, porque supone que debieron incluir a candidatos poco idóneos o vinculados a las mafias, como también lo advierten, principalmente, quienes han sido perseguidos por razones políticas.
Pero más allá de la defensa de los parlamentarios, conviene reparar en comentarios que hacen algunos expertos que han seguido de cerca el proceso. El más contundente advierte que se logró depurar la CSJ, y aunque con sus grises y sombras, el cuerpo colegiado tiene en sus manos mucho del futuro democrático del país.
En un mensaje divulgado en X, el presidente Bernardo Arévalo les recuerda algunos de los compromisos que tienen ante los guatemaltecos. El primero, aunque no necesariamente el más importante, pasa por rescatar la credibilidad ciudadana en la justicia y en el respeto de los derechos humanos. El otro se relaciona con el fin de la impunidad, sobre todo contra aquellos que han saqueado, insaciablemente el erario.
Conviene insistir sobre la desconfianza justificada que tiene la ciudadanía sobre las nuevas autoridades del Organismo Judicial. Dudas que los próximos magistrados podrán resolver si actúan con decencia y alejados de ese cártel de corruptos que, poco a poco, se va quedando solo e indefenso.
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El Gobierno está en el lado correcto de la historia
Las comparaciones no siempre son buenas, aunque, a veces, necesarias. Son las analogías las que permiten ver las diferencias. Buenas o malas. Si confrontamos, fácilmente, podemos medir avances o retrocesos. Calidades o deficiencias. Honradez o corrupción.
Entremos al punto. Diez meses atrás, Guatemala era una nación paria. Con autoridades desprestigiadas, ligadas a redes criminales que saquearon el erario. El Estado era una especie de red criminal que encubría a los delincuentes. Existía un pacto de corruptos, debilitado pero vigente, cuyo lema parecía ser: No te acuso, no te persigo y tampoco te juzgo.
Hoy, ese círculo vicioso comienza a romperse. El mundo nos mira con respeto. Nota los cambios. Jefes de Estado y de Gobierno le tienden la mano y se toman selfis con nuestros mandatarios.
Apenas ayer, valga el sentido figurado, las anteriores autoridades del Ejecutivo llenaban los listados de funcionarios censurados por Estados Unidos, dados sus evidentes vínculos con el descarado robo de los fondos públicos. Ellos, así como ministros, fiscales, jueces, empresarios y magistrados tienen cerradas las puertas de, en el peor de los casos, 40 naciones democráticas. No los quieren. Repudian la elasticidad de su moral.
En la actualidad, el propio Joe Biden y su esposa se acercan al presidente Bernardo Arévalo y a la primera dama, Lucrecia Peinado. Inmortalizan el saludo con una imagen que, seguramente, le duele a quienes fracasaron en sus intentos de abrirse las puertas en ese alto mundo de la política mundial.
En estos momentos en el país se desarrolla un Diálogo de Alto Nivel sobre Seguridad, un caso inédito en la historia reciente. Al evento asisten representantes de la administración estadounidense que repudiaron y promovieron la repulsa contra ese pacto de mafiosos.
El desprecio cambió por sonrisas amigables, por saludos respetuosos y con la certeza de que se crearán estrategias que combatirán a los cárteles del crimen. Por supuesto, también aparecieron las comparaciones. En la gestión de Arévalo se ha incautado el doble de drogas que en la de su antecesor. Un hecho que marca un antes y un después. Una evidencia que pone al país en el lado correcto de la historia.
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Intolerancia a la corrupción incluye depuración de PNC
El exitoso operativo ejecutado ayer por la Policía Nacional Civil (PNC) evidencia algunas prioridades del Gobierno. El combate indiscriminado a la corrupción es una de ellas. No criminalizar a las personas migrantes, es otra.
Además, desarticular esa banda que traficaba seres humanos muestra la concordancia entre la teoría y la práctica que caracterizan el desempeño del binomio presidencial integrado por Bernardo Arévalo y Karin Herrera, así como el del ministro de Gobernación, Francisco Jiménez.
Acostumbrados a discursos incendiarios venidos de mandatarios, magistrados, jueces y fiscales que reprenden los saqueos y a las mafias, los cuales contrastan con acciones que protegen, miman o encubren a los delincuentes de cuello blanco y conciencia negra, los guatemaltecos observan hoy la coherencia entre el dicho y el hecho.
Hay que recordar lo siguiente. En todos los foros, nacionales y externos, en los que han participado los gobernantes e integrantes del Gabinete, el principal reto asumido es el de imponer un Estado donde prime la decencia. Una administración que vele por depurar las instituciones y evite el robo del erario.
Pero también existe un compromiso por respetar los derechos humanos de los indocumentados y combatir, con rigor y fuerza, a las redes que se aprovechan de las necesidades humanas. Eliminar las bandas que lucran con quienes, por necesidad, abandonan sus países en busca de mejores oportunidades.
Grupos que comercializan con los sueños y esperanzas de centroamericanos, caribeños o sudamericanos, por citar ejemplos. Delincuentes sin escrúpulos que prostituyen a niños y adultos, causantes, incluso, del tráfico de órganos.
Esta es la importancia del golpe propinado por el Ministerio de Gobernación (Mingob) a esta estructura de trata de personas. Un cártel en el que participaban 23 policías y otros dos agentes que estaban de baja, más 11 civiles.
Finalmente, conviene resaltar el mensaje que el Gobierno envía a la mayoría de integrantes de la PNC que desempeña un papel honroso y valiente. Un recado que advierte que la honestidad será premiada, mientras que a la indecencia se le perseguirá, sin importar uniformes ni cargos.