COLUMNAS
Resurge el «Carpe diem»: ¿buena o mala noticia?
Por: Gerardo Castillo Ceballos, profesor de la Facultad de Educación y Psicología de la Universidad de Navarra
Actualmente, cada vez es más frecuente encontrar la expresión Carpe diem como “gancho” para designar, por ejemplo, una discoteca, una sala de masajes, una marca de helados o un licor. Hoy mismo acabo de leer en la prensa esta noticia: Ayer se celebró el “Festival Carpe diem”. También está de moda hacerse tatuajes en los brazos con esa frase. Sin embargo, su origen es muy lejano: se remonta a algunas de las Odas que escribió el poeta romano Horacio (65 a.C. – 5 a. C) para las personas agobiadas por la brevedad de la vida y un futuro incierto. Horacio les propone adoptar la actitud del Carpe diem, que en su traducción al idioma español tiene dos significados opuestos entre sí.
El primero es “aprovecha el día y el momento; vive como si cada día fuera el último”. Es una invitación a no dejar para mañana lo que podemos hacer hoy, a no malgastar el limitado tiempo disponible y a esmerarse en todo. Una buena respuesta a la brevedad de la vida es la de Mahatma Gandhi: “Vive como si fueras a morir mañana. Aprende como si fueras a vivir para siempre.”
El segundo significado es “captura el día y el momento presente para gozar al máximo de los placeres sensibles, sin pensar en el futuro”. En el lenguaje corriente se suele expresar así: “¡A vivir, que son cuatro días!” Es una continuidad con el mensaje hedonista de los filósofos epicúreos, que identificaban la felicidad con el placer. Con el paso del tiempo esa actitud se convertiría en un tópico de la literatura universal que ha llegado incluso a nuestra época, afectando sobre todo a los adolescentes y jóvenes. Esta conducta ha sido denominada por A. Polaino “instantaneimo hedonista”. No obstante, siempre existieron posturas críticas hacia ese tópico, por considerar que es irresponsable preocuparse solo del presente placentero sin pensar en el futuro.
Quienes optan por la filosofía hedonista del Carpe diem no piensan en ahorrar y formarse; hacen lo que les apetece en todo momento sin valorar las posibles consecuencias. Los más radicales lo concretan en “vivir a tope” dando rienda suelta a los instintos. Tienen prisa por sacarle jugo a la vida; para ellos el fin justifica los medios. Esta postura se refleja en comportamientos como el siguiente:
“Transitábamos como si no hubiera un ayer ni un mañana. Como si tuviéramos que consumir el mundo entero a cada instante, por si acaso el futuro nunca quisiera llegar.” (María Dueñas)
En los últimos años la expresión Carpe diem se ha hecho muy popular debido a la película dirigida por Peter Weir, “El club de los poetas muertos” (1989). Un año después fue premiada con un Oscar. El actor principal, Robin Williams, desempeña el papel del profesor Keating, que pretende inculcar en sus alumnos la filosofía de un Carpen Diem no hedonista, basado en la sana satisfacción de aprovechar el tiempo para hacer cosas valiosas. Ello implica tener ilusión por ser algo concreto en la vida y empezar ya a vivirlo de algún modo.
Keating intenta que sus alumnos cambien de actitud; que dejen de ser conformistas para ser protagonistas. Les aclara que Carpe diem no es solo una frase hecha; para comprender su sentido es preciso emplear la razón y aprender a afrontar anticipadamente las posibles consecuencias de esa forma de vida. Keating buscaba liberar a sus alumnos de la mediocridad y que aspiraran a metas altas. Ellos acabarán asumiéndolo como un reto y una conquista personal.
La voluntad de placer no es mala; lo malo es someterse irracionalmente a ella, sin decir nunca que no.
Ricardo Yepes sostiene que el Carpe diem hedonista “no es para la vida profesional, donde impera la lógica de lo serio y de las tareas a largo plazo. Es, por tanto, un planteamiento incompleto de la vida, pues tampoco atiende al esfuerzo, al dolor, a la limitación y la enfermedad humanas, ante los que está amenazado de fatalismo. El hedonista, el hombre centrado en la consecución del placer, carece de respuestas ante el esfuerzo y el dolor. En el fondo acaba viviendo siempre asustado, pues el presente sigue una sucesión imparable en el tiempo sobre la que él no tiene ningún dominio. Es la lógica de los inmaduros y los irresponsables” (R. Yepes y J. Aranguren: Fundamentos de antropología).
La actitud del Carpe diem encierra grandes posibilidades formativas cuando se interpreta como un reto para conquistar metas más altas y valiosas en la vida personal. En ese caso su resurgir es una buena noticia. No lo es cuando el paralizante miedo al futuro se utiliza como una coartada para una vida libertina y aburguesada.
COLUMNAS
Política Cultural Municipal: un impulso para el desarrollo local
Lic. Ernesto Salvador Flores Jerez
Dirección General de Desarrollo Cultural
La Política Cultural Municipal (PCM) es un instrumento clave que integra un plan de acción y organización a nivel municipal con un enfoque a mediano y largo plazo. Su objetivo es impulsar el desarrollo cultural, posicionando a la cultura como un motor de crecimiento para las comunidades locales. Desde su inicio en 2016, se han formulado 130 PCM, que han sido aprobadas por sus respectivos consejos municipales, alcanzando un hito importante en 2024.
Este proyecto, impulsado por el Ministerio de Cultura y Deportes, a través de la Dirección General de Desarrollo Cultural, se centra en la descentralización de los procesos culturales, asegurando la salvaguarda y promoción de las expresiones culturales, tradiciones y patrimonio local.
Este proyecto se centra en la descentralización de los procesos culturales, asegurando la salvaguarda y promoción de las expresiones, tradiciones y patrimonio.
A lo largo de cinco fases, el proyecto busca involucrar a las autoridades edilicias, organizaciones de la sociedad civil y actores culturales locales, en un proceso colaborativo que refuerza la identidad y riqueza cultural de cada municipio.
La primera fase se enfoca en la vinculación entre el Ministerio de Cultura y Deportes con las autoridades municipales, asegurando el compromiso y aprobación del Concejo Municipal para formular la PCM.
En la segunda fase, se realizan encuentros presenciales en los municipios con la participación de actores culturales clave, en donde se discuten temas esenciales como las artes, patrimonio cultural y deporte, identificando problemáticas y soluciones para su desarrollo.
La tercera fase comprende la redacción de la propuesta de PCM, basada en la información recopilada durante los encuentros. Seguidamente, en la cuarta fase, se lleva a cabo un taller final para validar y corregir la propuesta antes de su presentación oficial al Concejo Municipal para su aprobación.
Finalmente, la quinta fase culmina con la entrega pública de las PCM a nivel nacional, un acto que formaliza el compromiso de las autoridades y actores culturales para la implementación de estas políticas. Este esfuerzo conjunto tiene como meta principal el rescate, la promoción y la preservación de la diversidad cultural y deportiva en cada municipio, fomentando el buen vivir y fortaleciendo el tejido social a través de la cultura.
Con estas acciones, la Política Cultural Municipal se consolida como una herramienta fundamental para el desarrollo sostenible de las comunidades locales, garantizando que las futuras generaciones puedan disfrutar y participar en la rica herencia cultural de sus municipios. Este 2024 se logra un éxito al acumular ya 130 PCM a nivel nacional.
COLUMNAS
Pueblos de mujeres y niños
Patricia Letona
Innovación y Relacionamiento Estratégico
¿Qué futuro le espera a un pueblo cuyo tejido social se ha roto, donde la mayor aspiración de sus jóvenes es encontrar los recursos necesarios para migrar?
¿Cómo hemos fallado como país para que la migración se haya convertido en la principal opción para garantizar el sustento económico?
Tan solo en el 2021, cerca de 300 mil guatemaltecos llegaron de manera irregular a la frontera sur con Estados Unidos, no todos lograron pasar. Muchos de ellos comprometieron todo su patrimonio familiar.
Conozco a guatemaltecos migrantes que desean regresar, pero no saben qué hacer al volver.
En lo profundo de Guatemala encontramos pueblos habitados casi en su totalidad por mujeres, niños y ancianos porque sus hombres y jóvenes ya han migrado. Estamos comprometiendo seriamente las posibilidades de nuestro país si no hacemos un alto e invertimos en la educación tanto de niñas como niños, de los jóvenes. No solo educación formal que de por sí es tan precaria, sino también en habilidades blandas y de desarrollo personal que les permitan encontrar oportunidades para desarrollar negocios en sus propias comunidades.
El impacto de esta fractura en el tejido social tiene dimensiones profundas. La migración no solo ha separado familias, sino que ha debilitado los lazos comunitarios que solían ser el pilar de la cohesión social en muchas aldeas guatemaltecas. La ausencia de los hombres ha reconfigurado la estructura familiar y ha impuesto mayores cargas sobre las mujeres, quienes, además de cuidar de sus hijos y del hogar, deben manejar la incertidumbre de si sus parejas lograrán enviar remesas regularmente y de si los volverán a ver.
Aunque las remesas son una fuente significativa de ingresos para muchas familias, no se traducen siempre en desarrollo económico sostenible ya que a menudo se destinan únicamente a cubrir necesidades básicas y consumo inmediato, en lugar de invertirse de manera productiva en negocios o ahorro a largo plazo. Sin conocimientos sobre cómo gestionar esos recursos de manera eficiente, las oportunidades para generar riqueza sostenible se ven reducidas. Esto perpetúa la dependencia económica y evita que las remesas se conviertan en un motor de desarrollo económico y social en las comunidades receptoras.
La dependencia económica de las remesas es otro factor preocupante. Si bien estas contribuyen a la economía familiar, no reemplazan la presencia emocional y física del padre o del joven migrante. A largo plazo, la migración de hombres podría transformar no solo la dinámica familiar, sino también la identidad misma de las comunidades.
Los niños crecen en un entorno donde la figura paterna o masculina está ausente, lo que afecta su desarrollo emocional y la transmisión de valores culturales y sociales.
Desde un punto de vista económico, ya se siente con intensidad la falta de mano de obra en sectores como la construcción, la agricultura o el transporte, donde muchos trabajadores han optado por migrar.
Conozco a guatemaltecos migrantes que desean regresar, pero no saben qué hacer al volver. Preguntan: ¿Cómo puedo tener una vida digna en Guatemala? ¿Cómo puedo poner un negocio o encontrar un buen trabajo? Muchos han logrado regresar y salir adelante, pero no es tarea fácil. La falta de oportunidades sigue siendo un reto para aquellos que desean volver y construir una vida en su propio país.
Es momento de que enfrentemos este fenómeno, no solo desde una perspectiva económica, sino desde una visión social y humana. La migración toca el corazón de nuestras comunidades. Sin hombres, sin jóvenes, los pueblos corren el riesgo de perder su esencia, y con ello, una parte fundamental de nuestra identidad como nación.
Comunicación y Relaciones Públicas – CONADI
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la salud mental como “el bienestar que una persona experimenta como resultado de su buen funcionamiento en los aspectos cognoscitivos, afectivos y conductuales; en última instancia, el despliegue óptimo de sus potencialidades individuales para la convivencia, el trabajo y la recreación”. Este concepto nos recuerda que la salud mental no es solo la ausencia de trastornos, sino un estado integral de bienestar que abarca nuestras dimensiones emocional, psicológica y social.
Para el 2024, la celebración del Día Mundial de la Salud Mental será el 10 de octubre.
No podemos concebir la salud física sin cuidar la mental, ya que ambas están profundamente interrelacionadas. El bienestar mental influye directamente en el desarrollo personal, comunitario y socioeconómico, y es un factor clave en la calidad de vida. Por ello, debemos entender que cultivar la salud mental va más allá de evitar enfermedades, implica construir un equilibrio que nos permita desarrollarnos plenamente en todos los ámbitos de nuestra vida.
El autocuidado de la salud mental es importante, desde la niñez hasta la vejez. A lo largo de nuestra vida, enfrentamos desafíos y factores que pueden fortalecer o debilitar nuestra salud mental: desde la estructura social y el entorno en el que vivimos, hasta las circunstancias personales que nos afectan. Estos determinantes influyen directamente en nuestra capacidad para manejar el estrés, las emociones y las relaciones, por lo que debemos incluir en nuestra rutina diaria prácticas de autocuidado orientadas a mejorar tanto la salud física como la mental.
Es preocupante que el gasto destinado a los servicios de salud mental a nivel mundial representa solo un 2.8 por ciento del gasto total en salud. Esta insuficiencia ha contribuido al aumento de problemas de salud mental como la depresión y la ansiedad, que a su vez impactan negativamente en la salud física. Esto refleja una falta de atención hacia un problema que afecta a millones de personas.