En uno de los campos de tierra, un grupo de rudas guerreras del equipo Líbelulas de flag futbol se alistan para el campeonato que comenzará el 11 de este mes; en otro punto, el contraste lo marca una familia de 4 integrantes: papá, mamá, hija e hijo, estos últimos, bebés, quienes disfrutan de un pícnic en una de las áreas verdes del Centro Deportivo Érick Barrondo.
Polos opuestos, pero posibles de integrarse en el mismo territorio: un complejo de 95 manzanas ubicado en la zona 7, en el que es posible practicar futbol, baloncesto, ciclismo, beisbol, rugby, ajedrez, patinaje, atletismo y futbol americano, entre otros deportes, como la animación (cheerleaders).
Para quienes la práctica del deporte es su único objetivo, sin importar su categoría, una bolsa plástica es suficiente para guardar la vestimenta con la que jugarán. Las marcas de implementos deportivos pasan a segundo plano, pues lo único verdaderamente relevante es activar el cuerpo y salir de la rutina diaria, aprovechando los espacios que pone a disposición el Ministerio de Cultura y Deportes.
Algunos llegan en a pie; otros, en transporte público, vehículo o moto, y los que tienen la oportunidad, en bicicleta. Total, el recorrido previo sirve de calentamiento para adentrarse en las veredas que rodean una de las catedrales del deporte en Guatemala, que abre sus puertas desde las 5:00 hasta las 18:00, todos los días.
“Vamos, dale…”, es la frase en común que resuena en todos los espacios en los que se está practicando alguna disciplina. El futbol y el baloncesto, en las canchas para las chamuscas, son como hermanos que tienen como apellido Deporte.
El complejo es como la reencarnación mutante de los campos de cualquier barrio, pues las esposas de quienes juegan en las distintas ligas se convierten en asistentes: se encargan de recolectar el dinero para pagar el arbitraje, llenan las listas del equipo, reparten los uniformes, tienen dispuesto el hidratante y festejan a todo pulmón el logro de los suyos.
Con 34 espacios para recrearse, con seguridad, parqueo, sanitarios y acceso gratuito, el parque figura como un escenario de
escape de la cotidianidad.
