miércoles , 27 noviembre 2024
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Reflexiones desde la prudencia

Fernanda García
Subdirectora Ejecutiva y Directora del Programa de Pregrado Faro

Fortaleza, templanza, justicia y prudencia son cuatro virtudes cardinales, todas necesarias para un gobierno virtuoso e indispensables para una política pública seria. La fortaleza es la capacidad de sobreponerse a lo adverso; la justicia, dar a cada uno lo suyo según su derecho; y la templanza es la capacidad de resistir el deleite desmedido de lo grato o favorable. La más importante, la que permite y articula a las demás es la prudencia. Definida como la recta razón en el obrar, es la posibilidad de discernir y de actuar en concordancia.

La política del Gobierno y la CUT para mejorar el empleo en Chile carece de todos estos atributos; pero, por sobre todo, es imprudente, toda la evidencia da cuenta de una política de acelerado encarecimiento del empleo con nefastos efectos sobre la inversión.

Buscan mejorar la condición de vida de la mayoría de los chilenos.

En apretada síntesis: alza en el sueldo mínimo de 25 por ciento en apenas dos años, con anuncios de la CUT de propiciar un nuevo e importante aumento para 2026; reducción de la jornada progresiva a 40 horas sin el correlativo aumento de la productividad; iniciativas para hacer obligatoria la contratación de jóvenes entre 18 y 28 años sin experiencia previa; otorgamiento de días libres en el caso del fallecimiento de mascotas y de cumpleaños; prohibición a empleadores de preguntar por pretensiones de renta en entrevistas laborales y obligar a transparentar los sueldos en las ofertas de trabajo; junto con mecanismos de intervención en la empresa para garantizar igualdad de remuneraciones.

El objetivo de cada una de estas medidas es, en el fuero interno del Gobierno y de la CUT, noble y justo. Buscan mejorar la condición de vida de la mayoría de los chilenos que son los trabajadores. La justicia entonces los anima y la fortaleza, creen ellos, es su espada. Como quijotes persiguen la justicia con el coraje y la fuerza que no teme enfrentar el poder del dinero que desprecian y juzgan titánico e insensible.

Pero toda esa epopeya se desploma no solo en el Excel, como les gusta ironizar (a propósito del debate sobre el financiamiento de ciencias y humanidades). Su retórica poética se desploma también desde la humanidad que dicen respetar.

La fortaleza que invocan para enfrentar al poder del dinero, como cuando la ministra del Trabajo increpa a Bernardo Larraín Matte y lo conmina a “pagar mejor”, devela cómo la pretendida fortaleza desaparece cuando lo que hay es soberbia. No hay fortaleza, sino agresión cuando falta la templanza.

La autoridad se da el gusto desmedido de fustigar lo que detesta, al empresariado, porque puede hacerlo y “se siente bien” cuando de ello no se sigue responsabilidad alguna. Fuerte es el que enfrenta las consecuencias de sus actos. Temerario y autocomplaciente el que dispara sin responder.

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