Fotos: Rubelsy Pimentel
El futbol cuenta miles de historias diferentes, desde hazañas históricas como el gol de Andrés Iniesta en el Mundial de Sudáfrica 2010 contra Países Bajos, o aquel cabezazo del Pin Plata, el cual recientemente estrenó la película sobre ese suceso deportivo.
Pero heredar un puesto en un club y seguir con los colores de aquel equipo que alguna vez se defendieron, solo muy pocos jugadores lo pueden hacer. Uno de ellos es Branlyn Pineda, quien ama los colores de San Raymundo, y por eso hoy en día no solo apoya al club sino también a su hijo Jean Marco Pineda.
“Yo inicié mi carrera en el Deportivo La Pilita y luego en el Deportivo San Raymundo. Recuerdo que vinieron unos directivos de Nueva Santa Rosa para que fuéramos a una preparación al Estadio del Ejército, y nos preguntaron si queríamos ser parte del equipo que se encontraba en la Primera División, en donde estuvimos tres años, y después regresamos a San Raymundo para jugar en la Tercera, en 1996. Logramos el ascenso en 2000”, comentó Branlyn, exarquero.
El originario del municipio ubicado al norte del departamento de Guatemala, del cual se desprende el nombre del deportivo, declaró que el amor hacia la camisola lo ha llevado a ser desde director técnico de este conjunto hasta parte de su directiva, en busca de que el equipo vuelva a subir de categoría tal y como lo hizo en el inicio del siglo para después desaparecer de la división por la venta de la ficha.
Hoy, Jean Marco Pineda, de tan solo 14 años de edad, es el encargado de defender el arco de San Raymundo, siguiendo el ejemplo de su padre, quien empezó su carrera a los 13.
“Es difícil, pero a la vez bonito. Un sentimiento que no se puede explicar. Antes alcanzaba balones de una portería, ahora estar parado allí debajo de los tres palos es algo único; agradezco al profesor Byron Marroquín, quien me dio la oportunidad de la titularidad, en la cual conservo el invicto”, refirió Jean Marco, al entrevistarlo y preguntarle cómo se sentía al asumir el cargo que alguna vez tuvo su progenitor.
