Los músicos inauguran el ciclo instrumental de la Alianza Francesa.
El gipsy jazz de Cristóbal Pinto, la impecable técnica del baterista David Batz y la versatilidad del bajista Luis Pedro González se fusionan para regalar una conversación musical. Los intérpretes escogieron el
jazz como lenguaje para dialogar Sin palabras, el nuevo ciclo instrumental de la Alianza Francesa. Conozca a los integrantes de este ecléctico ensamble que se presenta mañana a las 19:30 en la 5a. calle 10-55, zona 13, Finca La Aurora. Admisión Q30.
Las baquetas de Batz
A los ocho años, las manos de David Batz tomaron unas baquetas y desde ese entonces no las han soltado. La batería ha marcado el ritmo de la vida del guatemalteco, quien estudió música en la Escuela Superior de Arte. El intérprete ha transitado por el rock, el punk y el góspel hasta, finalmente, desembocar en el jazz.
Batz afirma que el jazz es el género que más disfruta tocar, ya que con este puede expresarse de “manera diferente”. Su destreza en los tambores y platillos lo ha hecho colaborar con grupos como Imox Jazz, Natú y Jazzimba, y compartir escenario con artistas como Kathy Palma, Hedras Ramos y Julio Valle.
Las cuerdas de Pinto
Cristóbal Pinto ha publicado dos materiales discográficos: Déjà Vu y Maneki Neko. En los últimos dos años, el guitarrista y compositor ha dedicado su tiempo a unir su gypsy swing con la esencia del jazz clásico. Además, su pasión por este último género lo ha llevado a estudiarlo y a obtener, en 2018, una beca para realizar su especialización en el Berklee College of Music. Para Pinto, colaborar con otros músicos significa formación constante y valiosa, pues “aprendes a crear diálogos con las notas, a entender a los demás y adaptarte a otros estilos”. Por eso, también ha unido su talento al de Dominique Hunziker, Daniela Toralla y Dina Ramírez, entre otros.
La versatilidad de González
Encajar a Luis Pedro González en un solo estilo musical es casi imposible. Su andar en la música comenzó por influencia de su padre, Luis González Atocha, quien tocaba el acordeón y le enseñó a tocar guitarra. Aunque, fue con unos amigos del colegio que se aventuró con el bajo.
El bajista salta con naturalidad del indie al jazz, del pop al rock y del flamenco al funk; adaptándose a ellos de manera camaleónica. El mejor ejemplo es que en la actualidad participa en los proyectos de Imox Jazz, Nina Índigo, Tijuana Love y Tzigane Trío. Del jazz, González subraya que es el género en el que improvisar parecierr fácil, mas eso solo se logra después de mucha práctica.