Llama la atención que el deterioro de estas obras de arte se ha acelerado en los últimos veinticinco años.
Un nuevo reto para la conservación del patrimonio cultural colonial de los guatemaltecos ha iniciado desde abril en el Departamento de Conservación y Restauración de Bienes Muebles del IDAEH.
Una de las esculturas icónicas de la historia de la imaginería religiosa de Guatemala ingresó a las instalaciones del Departamento para un proceso científico, integral y profesional de evaluación, estudio e intervención con el fin de corregir y subsanar problemas que con el tiempo han acumulado en esta obra de arte. Se trata de la escultura de Jesús con la cruz a cuestas, que recibe veneración en la iglesia de la Santa Cruz del Milagro, conocida popularmente como La Parroquia Vieja, en la zona 6 de la capital.
No se abordarán por ahora los procesos a los que será sometida la imagen para su conservación y restauración, sino a los factores que en la actualidad afectan directamente a estos bienes patrimoniales. Llama la atención que el deterioro de estas obras de arte se ha acelerado en los últimos 25 años, un signo más de la crisis del equilibrio entre ambiente y mundo, que azota por igual a la naturaleza, las personas e incluso el arte. El inclemente clima con sus temperaturas al alza y la humedad relativa, sin duda se han convertido en un factor que amenaza la conservación de las esculturas, que como la de Jesús de La Parroquia, rondan ya los tres siglos. Esa inestabilidad en el termómetro se traduce en problemas de conservación especialmente en la policromía, oxidación y en algunos casos en la constitución de la madera.
Qué decir de los factores creados por el hombre mismo. Los niveles de polución afectan directamente los encarnados de las esculturas que los guatemaltecos tienen como tesoros, no solo de la historia, sino de la fe y la religiosidad. La solución puede pasar por guardarlos para siempre, pero eso destruye la cultura que siguen generando y que es una muestra de la identidad de los guatemaltecos, verdadero signo de resistencia a la alienación y globalización sociocultural que el mundo actual acelera.
El tema puede extenderse no solo a los problemas de las esculturas de culto, sino también a las de la vía pública, a las pinturas, murales y un largo etcétera, que aunque Guatemala haya perdido ya miles de obras, aún puede luchar por no solo pensar en su patrimonio, sino en hacer algo por él.
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