miércoles , 27 noviembre 2024
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Para no olvidar

Es necesario evocar el origen de aquel barullo que zarandeó a la población y la despertó de la pesadilla.

N o podemos darnos el lujo de echar en saco roto aquellas demandas ciudadanas que sacudieron y marcaron un gobierno desde sus propios cimientos en abril del año pasado. Es momento de reflexionar, hacer un alto, aceitar el motor y asirse bien al timón para el control de la conducción de la nave estatal.

Pese a que hay enemigos de la patria que no la dejan avanzar ni un milímetro, pues prefieren mantener el estatus quo. Como si fuera poco, a ello se suma la terquedad de la política tradicional que se resiste a dejar viejas artimañas negándose a contribuir con el buen manejo de la cosa pública, pues hay hechos que denotan su falta de voluntad para tal efecto, degradando aún más la credibilidad de la sociedad hacia la actuación de los políticos.

“¿Quién con una luz se pierde?”, dice la frase popular. No pueden repetirse los errores del pasado que desembocaron en las históricas manifestaciones de las y los guatemaltecos quienes abarrotaron no solo la Plaza de la Constitución, sino las plazas de otros centros urbanos del territorio nacional desde aquel 25 de abril de 2015, con el objetivo de exigir el cese de la impunidad y la corrupción.

Además de demandar las urgentes reformas a Ley Electoral y de Partidos Políticos (LEPP) y la del Congreso de la República, entre otras, (hasta el momento parcialmente maquilladas) para darle un poco de oxígeno al anquilosado y derruido sistema político-partidario nacional. Por ello, hoy en que se cumplen 96 días del gobierno recientemente establecido, y a 8 de que se cumpla un año de la primera convocatoria virtual que comenzó a agudizar los sentidos de una aletargada conciencia ciudadana, para propinarle certeros golpes a corruptos y corruptores, y señalar el nuevo rumbo del país. Es necesario evocar el origen de aquel barullo que zarandeó a la población y la despertó de la pesadilla de aguantar los abusos y la andanada de desaciertos con premeditación, ventaja y alevosía perpetrados por políticos tradicionales contra la población.

“No más de lo mismo”, fue una de las consignas vociferadas al unísono en casi todas las protestas de hartazgo de las y los ciudadanos, así como “#RenuciaYa” fue de los lemas externados por los asistentes a dichas manifestaciones de descontento multitudinario. Definitivamente, para no olvidar esos días de unidad nacional, con el propósito de sanear nuestro enfermo sistema político saturado de los virus de la corrupción, el clientelismo, el tráfico de influencias y la impunidad. De constantes pronunciamientos sociales ante serios señalamientos de una mala administración gubernamental que causó la indignación ciudadana cuyos movimientos hicieron tambalear a un sistema en el cual vimos caer en ese entonces, a las más altas autoridades de la nación.

En ese sentido, la acción tomada por el presidente Jimmy Morales, en cuanto a ponerle un hasta aquí a las arbitrariedades cometidas por quienes según su investidura deberían dar el ejemplo de rectitud, honorabilidad, transparencia y humildad, es aplaudible, pues construyen el camino de una verdadera democracia en la cual no se ignoran las demandas poblacionales y prevalece el clamor popular.

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