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Revista Viernes

Otzoy: “No solo hay fuga de migrantes, también de cerebros”

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La experta en cultura maya y estudios de género Irma Otzoy se graduó de Odontología, pero sus vivencias la llevaron a explorar sus raíces para especializarse con una maestría en Antropología en la University of Iowa y su doctorado en la University of California Davis. Junto con su fallecido esposo, el escritor, poeta, columnista y lingüista Sam Colop fueron de los primeros académicos procedentes de los pueblos originarios que se prepararon en instituciones estadounidenses. También establecieron la Fundación para Estudios y Profesionalización Maya (FEPMaya), de proyección social, que prepara a los jóvenes indígenas de escasos recursos económicos.


Rodeada de naturaleza, una gran librera y sus amados perros, ya que es amante de los animales, Otzoy habló sobre su constante aprendizaje y trayectoria. La intelectual lee y escribe acerca de temas de su interés, en especial sobre los pueblos mayas y las mujeres.


Leí que es odontóloga, pero se inclinó a las ciencias sociales. ¿Cómo se dio ese cambio?


Yo me gradué de Odontología aquí en Guatemala, pero como mi esposo cursaba una beca en Estados Unidos, lo iba a acompañar un tiempo durante su estancia. Allá me di cuenta de que una especialización de mi carrera era muy costosa y antes no daban subsidios; entonces, me ofrecieron una en el área social o cultural.


Así que estudié durante meses inglés y después una maestría en Antropología Social en la Universidad de Iowa, gracias al impulso de una profesora que nos ayudó bastante. Continué con un doctorado en la Universidad de California, en Davis.


¿Qué experiencia obtuvo de su convivencia universitaria y como representante de los pueblos originarios?

Una gran experiencia que jamás la hubiera adquirido al quedarme aquí. Cuando estudié en la Universidad de San Carlos de Guatemala, en mi facultad todos me preguntaban por muchos significados de mi pueblo porque era la única mujer indígena; eso fue durante la década de los años ochenta y yo desconocía mucho. Eso con el tiempo cambió al especializarme.


Otra vivencia es que en EE. UU.


el sistema de aprendizaje era diferente y manteníamos una relación más cercana con los profesores. Era una cuestión de leer y escribir bastante, diferente aquí de los exámenes con preguntas múltiples, de memorizar y responder. Aparte de la convivencia entre las diferentes culturas con los compañeros, en especial cuando estudié inglés, pues al principio no había compañeros de Latinoamérica, eran mayoritariamente árabes y japoneses. Sin embargo, con el tiempo se unieron mexicanos.


¿Qué pasó con los conocimientos adquiridos al regresar a Guatemala?


Era como empezar de nuevo, de a poco. Fue un poco el choque cultural cuando me vine, pues dije ya no tengo esto ni lo otro, hay que empezar a construir la vida, a enfrentarla. Trabajé proyectos de derechos humanos o desarrollo, debido a que en la universidad antes era más cerrado, algunas plazas ya tenían dueños. Realicé diferentes programas y consultorías aquí, con la cooperación sueca, alemana y de la Unión Europea, entre otras instituciones.


También nos invitaban a las universidades estadounidenses a reunirnos anualmente con los antropólogos. Nos impulsaban a que participáramos, pues éramos pocos los de los pueblos mayas que participábamos. Con esa idea analizamos con mi esposo impulsar algo sobre educación superior y así creamos la Fundación para Estudios y profesionalización Maya (FEPmaya). Esta institución a la fecha otorga becas para estudiantes mayas universitarios de todas las regiones de Guatemala, de la universidad nacional y privadas.


¿Qué han implicado estos estudios superiores para ejercerlos en su propio territorio?


A veces es complicado porque algunos gobernantes quieren que haya cooperación internacional en Guatemala, pero otros no. Ha habido menos oportunidades para trabajar porque tengo muchos conocidos y colegas que estamos en el mismo nivel profesional y no salimos a protestar para decir que no hay empleo. Considero que se guarda un silencio y solo aguantamos; por ejemplo, una compañera se graduó en Estados Unidos y me dice y qué voy a hacer si solo paches voy a vender. Entonces, el país necesita abrirse más.


No solo hay fuga de migrantes sin documentos, sino también de cerebros. Ahora aparte de lo estudiado y trabajado me enfoco para escribir, es como una nueva meta que exploro y que llegó sin querer.
Por ello, he publicado tres libros, uno es Ru’x, que narra la historia de una niña que a causa de la guerra que vivió Guatemala queda huérfana, junto a sus seis hermanos, que provoca su desbandada del lugar de origen. 


Hay temas que ha profundizado, como Identidad y trajes mayas. ¿Qué nos puede hablar al respecto?


Muchos textiles dan fe de que sí existía el tejido mucho antes de que vinieran los españoles. Esto viene desde tiempos precoloniales, que hay reliquias físicas y arqueológicas que señalan que sí tenemos desde antes un legado de los mayas. Llevarlos significa un aporte, no solamente cultural, sino también emocional para nuestro pueblo, porque nos une. Esto es un arte y hay que saber interpretar los elementos y significados de cada traje.


Percibo que quienes más discriminan también son los que tienen menos educación. Dos veces me sentí discriminada cuando pasé en un control de aduanas de Ciudad de México e iba acompañada de una colega finlandesa que ingresó sin mayor control y a mí me revisaron de la cabeza a los pies. Incluso, un doctor en la universidad me dijo que mis problemas se acabarían si usara jeans.

No se habla mucho sobre identidad étnica y modernización entre los mayas. ¿Cómo se podría interpretar?


Hay mucha crítica de algunos que estudiaban a los pueblos indígenas, que han dicho que se están perdiendo las costumbres, digamos entre comillas; entonces nosotros analizamos ciertos factores como que no se olvida el origen al usar anteojos o por cantar cierto género. Hay que verlo como una forma más crítica, pero no es una pérdida de la esencia verdadera de cada población. Es imposible tener un pueblo que mantenga su cultura sin ningún cambio a través del tiempo. Considero que en vez de usar le término modernización tal vez es transformación.

Su más reciente escrito

Su reciente obra Ja’ Cha’ Ke ri’ Cha’ (Cuenta la gente) es una recopilación de anécdotas humorísticas basadas en historias reales de gente maya kaqchikel. La autora comparte estas narrativas para brindar entretenimiento y alegría a los lectores, inspirándose en la tradición de los antiguos cancioneros de los años setenta. Fue lanzado durante la Feria Internacional del Libro (Filgua) de este año; asimismo, contó que un grupo de nicaragüenses le adquirió muchos ejemplares, lo cual la sorprendió.


“Lo que me gustó más fue la forma de traducir los cuentos (contados realmente en forma oral en los pueblos) a la escritura con letras latinas, lo que es para nada fácil. “En mi opinión la autora logra plasmar una variedad de estilos narrativos orales en el libro, incluso las yuxtaposiciones sutiles entre los cuentos que producen lecciones más allá del texto escrito”, expresó Paul Worley, profesor en el Departamento de Lenguas Modernas y Clásicas de la Universidad de Dakota del Norte de los Estados Unidos.

Marisol Vásquez Fotógrafo: Cecilia Vicente
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Alimentos que relatan una historia

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El cacao, el tamal de carne y la piedra de moler son parte de la arqueogastronomía que fusiona el mundo antiguo con el presente

Se ha preguntado los orígenes de algunas recetas, de sus métodos de preparación, utensilios o ¿cuánto ha evolucionado desde hace más de tres siglos el tamal de carne? ¿Qué dicen las vasijas sobre lo que consumían antes los antepasados o cómo lo preparaban? Una combinación de disciplinas despeja las dudas sobre estas interrogantes.


Arqueogastronomía es un término emergente en Latinoamérica, estudia la alimentación en el mundo antiguo, a través de la historia y la arqueología. De acuerdo a la página web kuanum se centra en aprender las formas de transformar los alimentos desde los tiempos más antiguos hasta la actualidad. “Los rastros que quedan en las vajillas, en los desperdicios o incluso en los depósitos de las letrinas, es decir, los váteres de los antepasados romanos, nos ayuda a saber qué se comía en el pasado y cómo se hacía”, cita.


María Regina Moraga domina el tema de los alimentos y la arqueología porque estudió profesionalmente ambas. Es arqueóloga y chef guatemalteca, pionera en el desarrollo de la propuesta teórico metodológica de arqueogastronomía, que estudia la relación entre la comida y las culturas mesoamericanas. Aún se considera un concepto nuevo, el cual se diferencia de la historia de la gastronomía porque aplica los conocimientos obtenidos a partir de las técnicas propias de la ciencia.


“El término es nuevo para América Latina, lo pensé sin saber si existía y luego averigüé en Internet, porque mi intención era algo que nos identificara como guatemaltecos”, expresó la profesional. Indicó que en México, por ejemplo, se trabaja mucho la antropología de la alimentación y aquí es diferente; además, encontró que esta práctica la usaban en Italia y España. “Ellos la utilizan para propiciar el turismo arqueológico”, aseveró.


Moraga ha impartido cursos en universidades, charlas, conferencias, para brindar una visión integral de la alimentación que pasa por diferentes períodos de la historia en Guatemala, prehispánico, hispánico, al explorar técnicas de investigación como el análisis e interpretación que permiten hacer sobre los restos arqueológicos y la reconstrucción a través de inferencias de las preparaciones, los métodos, utensilios que se usaron hasta la actualidad. De cómo cada coyuntura afectó el modo de hacerlos y también las implicaciones en la cosmovisión. Empezó con gastronomía mesoamericana, pero como investigadora continuó sus estudios porque, como bien enfatiza, no se puede desligar la gastronomía de la identidad del país.


“Todo se refleja en el sabor de la comida y su idioma, que nos identifican que somos del mismo país. Ahí me doy cuenta de que faltaba un término para unificar ambas disciplinas”, mencionó. También recalcó que la arqueología va a brindar esa historia evolutiva de los procesos gastronómicos para entender cómo es la de hoy. Reconstruir la historia culinaria de Guatemala por medio de la evidencia que proporciona la arqueología desde la perspectiva de la interpretación y aplicación de la cocina.

Algunos datos de la experta

La gastronomía petenera es diferente, porque está más relacionada con la península yucateca y Belice.
No hay receta maya, enfatizó la arqueóloga, pues en ningún dintel o vaso aparece una descripción estandarizada del proceso. A su consideración, no existen las recetas mayas, tampoco definirla como comida típica: “Nuestra memoria, no alcanza para dimensionar la evolución de 500 años y cómo ha trascendido”. Ejemplifica cómo desde el siglo XVI han cambiado la preparación de los tamales en los pueblos originarios. “Es comida tradicional guatemalteca, debido a que señalarla como típica es un concepto pobre para definir algo elaborado con procesos, tradición, raíces y herencia”, declaró.
Mostró su preocupación de que los jóvenes solo ingieren comida rápida y los preparados, de perder los momentos para compartir con la familia, la identidad como célula principal de la sociedad, también la de sus comunidades.

Congreso de Gastronomía Guatemalteca

En el Tercer Congreso de Gastronomía Guatemalteca que se realizó en Tikal Futura Hotel & Convention Center, en el marco de la Feria Alimentaria 2024, se expuso sobre principales descubrimientos de la presencia del cacao en los monumentos arqueológicos de los mayas en Guatemala. La especialista durante su exhibición explicó sobre sus orígenes, las vasijas, representaciones artísticas, regiones dónde se manifestaba, rutas principales de distribución y más.
El kakaw: fruto de los dioses mayas demostró cómo este influyó en la cultura guatemalteca desde la época prehispánica hasta el presente.
El escritor colombiano Alonso Sánchez Baute explicó: “Varias investigaciones han concluido que el origen del cacao no hay que buscarlo ni en México, ni en Honduras, ni en Guatemala, sino aquí, en Suramérica”.
De cómo el simbolismo y mitología: el significado espiritual del cacao para los mayas y otras culturas mesoamericanas, de su asociación con dioses y rituales. “Era muy preciado en la cultura maya donde se asociaba con el simbolismo del inframundo por necesitar la sombra del cacahuananche para crecer”, expresó Tomás Pérez Suárez, investigador del Instituto de Investigaciones Filológicas del Centro de Estudios Mayas.
Dentro de los elementos y métodos que han trascendido se incluye la piedra de moler, así como las técnicas y los métodos artesanales y de raíces ancestrales, como calentar esta herramienta al momento de trabajar. También conservar mezclas clásicas, como atol de masa y cacao (chilate), mezclas de achiote, pinol con achiote y otras.

Marisol Vásquez Fotógrafo: Norvin Mendoza
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La insólita historiadel Himno Nacional

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Carente de autor, cambio de letra, elogios, conspiraciones y más, han pasado en las crónicas de la realización del canto patrio

“¿Qué es un himno? una canción que condensa, libre y fiera, el amor, el alma entera de un pueblo, de una nación; es justicia, es redención, cuando canta la igualdad; es viento de tempestad en que los héroes se encienden cuando iracundos defienden su tierra y libertad”, se leyó en el estreno del Himno Nacional de Guatemala, el 14 de marzo de 1897, en el desaparecido teatro Colón.


Este no tenía las mismas estrofas que hoy en día se entonan, y para lograr tener un himno propio se recorrió un largo camino que tuvo cambios en dos siglos diferentes.


El inicio de la historia


El 24 de julio de 1896, se publicó un acuerdo para convocar a un concurso literario y musical: “Considerando: que se carece en Guatemala de un himno nacional, pues el que hasta hoy se conoce con ese nombre, no solo adolece de notables defectos, sino que ha sido declarado oficialmente como tal; y que es conveniente dotar al país de un himno que por su letra y música responda a los elevados fines que en todo pueblo culto presta esa clase de composiciones; El presidente de la República acuerda: 1º.- Se convoca un concurso para premiar en público certamen el mejor himno nacional que se escriba y la mejor música que a él se adapte. Para el efecto, el plazo para la presentación de las obras al ministerio de instrucción pública, en pliego cerrado y con la contraseña que en tales casos se estila, terminará el día 15 de octubre próximo. Un jurado compuesto de personas competentes calificará las obras presentadas, en los quince días siguientes a la citada fecha; y designada que sea la que definitivamente deba adoptarse como himno nacional, se hará circular impresa, a fin de que sea conocida por los filarmónicos que quieran tomar parte en el concurso musical. Este se cerrará el 1º. De febrero de 1897, y otro jurado de iguales condiciones que el anterior, calificará las obras y designará la que merezca el premio. 2º.- El premio consistirá en una medalla de oro con su correspondiente diploma para los autores de la letra y música que fueren designados por los jurados respectivos, premios que se adjudicarán de una manera solemne y en la forma que se establezca, el día 15 de marzo de 1897, día en que se romperán las plicas que contengan las firmas de los concurrentes. 3º.- En este concurso sólo podrán tomar parte los guatemaltecos. -Comuníquese. Reina Barrios”.


Entre los trabajos presentados no hubo alguno que fuese de aceptación, y el que resultó ganador fue un texto con firma anónima: “a nuestro juicio, el himno que empieza con las palabras <> y lleva al pie la de <>, entre paréntesis es el que mejor responde a las condiciones de la convocatoria”, firmó el jurado calificador, del cual era miembro José Joaquín Palma.


Y fue así como el 28 de octubre de 1896 se publicó el Acuerdo Gubernativo con el texto ganador del himno nacional y, posteriormente, el 19 de febrero de 1897 el que daba por ganador a don Rafael Álvarez, quien tuvo calificación preferente para musicalizar la letra antes presentada.


Polémico anonimato


Desde que se anunció que el poema ganador era anónimo hubo varias teorías para dar con el autor. Uno de ellos fue Manuel Cabral, quien al momento de que José Joaquín Palma confesó su autoría, expuso: “Juré a mi amigo el poeta Palma, que jamás, por ningún motivo ni circunstancia, faltaría a la promesa de guardar el incógnito sobre la paternidad del poema del himno nacional. Ahora que él mismo ha tenido a bien darse a conocer como el autor, no me queda más que pedirle mil perdones por haber cargado temporal e involuntariamente con sus laureles, sin sospechar nunca que esta actitud hidalga y honrada me acarrearía tantas amarguras y desazones en los últimos días de mi vida”.


Es de suponerse que Palma recibió grandes halagos y el reconocimiento no solo por escribir el poema, sino por todo el cariño que mostró al país. El 23 de julio de 1911, Palma yacía enfermo y se organizó un homenaje de la prensa de Guatemala hacia el poeta, este se realizó en el foyer del desaparecido teatro Colón. Y finalmente falleció el 2 de agosto del mismo año.


Las variantes


El 26 de julio de 1934 se divulga un nuevo Acuerdo Gubernativo en el que se aprobaron las reformas al símbolo patrio. Este trabajo fue realizado por el gramático, académico y filólogo José María Bonilla Ruano y su finalidad fue de que la letra representara mejor a los guatemaltecos.


Recientemente el Ministerio de Cultura y Deportes lanzó el libro Anotaciones Críticodidácticas sobre el poema del himno nacional de Guatemala, escrito realizado por Bonilla Ruano en 1934 cuando se trabajaron las variantes, en este se ubica toda la historia, datos, consideraciones y conceptos que usó para realizar las modificaciones, también un himnario universal y en el cierre el himno nacional en los idiomas q’eqhi’, k’iche’, garífuna y kaqchikel.


Desde 1935, fecha en que se publicó, no se había impreso una segunda edición hasta que ahora, 89 años después “vuelve a ver la luz para continuar ilustrando a los interesados en conocer cercanamente la necesidad de estas reformas”, se indica en el texto.


Notas de prensa


Luego de las enmiendas a la letra del canto patrio, varios medios nacionales y extra

njeros se pronunciaron, la mayoría elogiando el trabajo realizado por José María Bonilla Ruano. “Todo hombre culto aplaudirá el cambio que se ha hecho en algunas palabras del himno nacional de Guatemala. La forma anterior se escribió en la atmósfera turbulenta de la reforma, y, como era natural en tales circunstancias, se le dio voz poética a los sentimientos agitados del momento; hecho que dio por resultado que el himno fuera propio únicamente para aquellos que simpatizan tanto con las matanzas, la destrucción y ‘chocar el acero vibrante’”, refería la página editorial de El Mensajero en agosto de 1934.

Los cambios en el himno nacional

Antes
¡Guatemala feliz!… ya tus aras
No ensangrientan feroz el verdugo
Ni hay cobardes que laman el yugo
Ni tiranos que escupan tu faz

Ahora
¡Guatemala feliz!… que tus aras
No profane jamás el verdugo
Ni haya esclavos que laman el yugo
Ni tiranos que escupan tu faz

Antes
Si mañana tu suelo sagrado
Lo profana invasión extranjera
Tinta en sangre tu hermosa bandera
De mortaja al audaz servirá

Ahora
Si mañana tu suelo sagrado
Lo amenza invasión extranjera
Libre al viento tu hermosa bandera
A vencer o a morir llamará

Antes
Te arrancaron del potro sangriento
Y te alzaron un trono de amor

Ahora
Y lograron sin choque sangriento
Colocarte en un trono de amor

Antes
Es tu enseña pedazo de cielo
Entre nubes de nítida albura
¡ay de aquel que con mano perjura
Sus colores se atreva a manchar!
Ahora
Es tu enseña pedazo de cielo
En que prende una nube su albura
¡ay de aquel que con ciega locura
Sus colores pretenda manchar!

Antes
Que tus hijos valientes y altivos
Ven con gozo en la ruda pelea
El torrente de sangre que humea
Del acero al vibrante chocar

Ahora
Pues tus hijos valientes y altivos
Que veneran la paz cual presea
Nunca esquivan la ruda pelea
Si defienden su tierra y su hogar

Katheryn Ibarra Fotógrafo: Mariano Macz
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Revista Viernes

Así se desarrollan las festividades patrias

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Desde que se inicia septiembre, el fervor patrio llena las calles de la capital. Banderas, bandas escolares, desfiles y más se observan en varias calles, especialmente las del Centro Histórico.


Los preparativos


Desde el 2 de este mes se presentó el Pregón de Independencia, con un desfile que incluyó vehículos antiguos, al grupo de teatro Los Pregoneros de Antigua y el encendido de la antorcha desde el parque central, que estuvo a cargo del presidente de la República, Bernardo Arévalo. También se ha disfrutado de actos cívicos, festivales de bandas escolares, desfiles conmemorativos, concursos de gastadores y batonistas, entre otros.


Lo que viene


El 14 de septiembre, desde las 6:00, habrá encendido de antorchas en la plaza del Obelisco y a las 18:00 se izará la bandera nacional y leerá el Acta de Independencia. El 15, se realizará el desfile cívico con bandas escolares, latinas y marciales que desde el parque Jocotenango recorrerán el Centro Histórico; a las 17:45 será la arriada de la bandera, con lo que se cierran las actividades.

Katheryn Ibarra Fotógrafo: Mariano Macz
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